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Kim Lim, la Paris Hilton de Mestalla
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hija del dueño del valencia club de fútbol

Kim Lim, la Paris Hilton de Mestalla

'Tengo muchos tacones, pero me gusta ir en deportivas'. La frase, banal donde las haya, podría pertenecer a cualquier socialite de turno

Foto: Kim Lim, en el campo de fútbol del Mestalla. (Instagram)
Kim Lim, en el campo de fútbol del Mestalla. (Instagram)

“Tengo muchos tacones, pero me gusta ir en deportivas”. La frase, banal donde las haya, podría pertenecer a cualquier socialite de turno, pero su autora es la hija del nuevo propietario del Valencia, Peter Lim. Su llegada a la ciudad de las fallas y a la vida de los aficionados al club no pasó desapercibida desde que su progenitor, poseedor de una fortuna valorada en 1.840 millones de euros, se hiciese con el club el pasado otoño. “El padre sabe perfectamente que es una chica imposible de controlar. La da por perdida”, aseguran desde el entorno del club, en el que ya es la comidilla y para el cual se ha convertido en un personaje peculiar, en un insólito emblema de la banalidad de alta cuna que hace de esta Paris Hilton de Oriente un espécimen bastante difícil de enmarcar y definir.

Su cuenta de Instagram (@kimmylecute) ya tiene miles de seguidores, y cada vez que hace acto de aparición para seguir los entrenamientos del Valencia, con sus peculiares modelitos y su permanente necesidad de fotografiarse a sí misma en cada momento, no pasa desapercibida. Sus ‘selfies’ siempre la muestran con shorts, enormes gafas de sol y poses que no dejan nada a la imaginación. “Está acostumbrada a tenerlo todo desde pequeña”, es la sensación que despierta en aquellos pocos que han tenido ocasión de cruzar alguna palabra con ella en la ciudad del Turia. De cada compra, cada sesión de belleza o cada juerga con sus amigas da buena cuenta en las redes sociales y en su perfil personal, lo cual hace bastante fácil seguir su rutina diaria.

Educada en el internado de Queenswood situado en Heartfordshire, Reino Unido, desde que tenía 12 años, pese a su aspecto frívolo sus padres vigilaron desde el principio y de forma insistente su educación. Fueron ellos los que la convencieron para estudiar Marketing y Administración de Empresas, carrera que está terminando en estos momentos. Decir que no deja indiferente a nadie es a estas alturas una obviedad. En Singapur, por ejemplo, ya era una estrella desde el primer día en que pisó la ciudad.

Apasionada de la moda y de los trapos de todo tipo y color, allí la convirtieron hace unos meses en la embajadora de la Semana de la Moda Digital, un evento casi tan insólito como ella misma. Otros detalles que dan muestra de su excentricidad son algunos de los nombres de sus cinco perros, que se llaman Onion (cebolla) o Cookie (galleta) y que dan buena cuenta de su pasión por la comida, pese a que cuida su línea con una austeridad germánica. “Siempre viene con sus gafas de sol y luciendo pierna. Al principio era sorprendente para los jugadores, pero ahora se ha convertido en un adorno más de su personalidad. A casi todo el mundo le cae bien justamente porque es todo un personaje", asegura un periodista deportivo que trabaja en la ciudad.

Un paseo que no dejó indiferente a nadie

Fue en el mes de enero cuando Lim hizo acto de aparición en Valencia para seguir un partido del equipo en el Mestalla. Poco después, colocaba un “Amunt Valencia” en su cuenta personal de Instagram y aseguraba, foto con posturita mediante, que si no ganaba su equipo se bebería “cualquier cosa”. Lo cumplió con creces, ya que no tuvo ningún tipo de reparo en subir a la red varios vídeos de las copas que habían alimentado su juerga. En las horas sucesivas, perfectamente vestida y maquillada, visitaba a un equipo de alevines campeones de Arona en la Ciudad Deportiva de Paterna. Posteriormente, se iba a la playa en pleno mes de enero, aprovechando las buenas temperaturas de las que gozó la ciudad valenciana.

Todos estos movimientos, salvo el de los alevines, los hizo acompañada de su séquito de amigos, a los que invitó a varios días de jarana española. Un barrido de sus fotografías en Instagram permitía hacer una cronología de sus actividades con sus amigos y ver cómo se los llevó a una discoteca cercana a la Ciudad de las Artes y las Ciencias de la capital valenciana.

En cuanto a amores, parece que por el momento no existe dueño de su corazón aunque pretendientes no le van a faltar a la vista de su desinhibida forma de comportarse, de su inmensa fortuna, de su personalidad arrolladora y de la nueva moda entre las ‘hijas de’ con poder adquisitivo: hacer de la frivolidad una forma de vida.

“Tengo muchos tacones, pero me gusta ir en deportivas”. La frase, banal donde las haya, podría pertenecer a cualquier socialite de turno, pero su autora es la hija del nuevo propietario del Valencia, Peter Lim. Su llegada a la ciudad de las fallas y a la vida de los aficionados al club no pasó desapercibida desde que su progenitor, poseedor de una fortuna valorada en 1.840 millones de euros, se hiciese con el club el pasado otoño. “El padre sabe perfectamente que es una chica imposible de controlar. La da por perdida”, aseguran desde el entorno del club, en el que ya es la comidilla y para el cual se ha convertido en un personaje peculiar, en un insólito emblema de la banalidad de alta cuna que hace de esta Paris Hilton de Oriente un espécimen bastante difícil de enmarcar y definir.

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