Serena Williams se instala en el paraíso por su luna de miel con Alexis Ohanian

Serena Williams ya es una mujer casada y, como marca la tradición, está disfrutando de los placeres de sus primeros días en matrimonio con Alexis Ohanian en la correspondiente luna de miel. Un viaje de novios en los que han decidido echar el resto y no reparar en gastos, quizá por el hecho de que su boda ambientada en 'La Bella y la Bestia' fuese pagada por la revista que compró la exclusiva de las fotos -la boda se cifró en 850.000 euros- y que seguramente sobró parte para financiar el viaje que están realizando en una isla privada en Bahamas, Kamalame Cay.

Se trata de un lugar de ensueño, un pedacito de cielo en la tierra, donde los enamorados están disfrutando de sus primeros días como marido y mujer. Una luna de miel única, rodeada de un espacio paradisíaco con el tercer arrecife de coral más grande del mundo como telón de fondo. Pero esta vez no están guardando tanto celo a la hora de compartir cómo se lo están pasando, como así sucedió el día de la boda para proteger la exclusiva. Esta vez han decidido compartir algunas instantáneas en sus perfiles públicos para dar envidia al común de los mortales.

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Testigos de su unión fueron desde Beyoncé y Kim Kardashian a Anna Wintour o Eva Longoria. Pero testigos de su exclusiva luna de miel somos todos o al menos aquellos que seguimos los pasos de la tenista en Instagram, medio por el cual está acercando su placentero viaje al público.

Se encuentran hospedados en el resort de lujo con el que cuenta esta pequeña isla. En total hay 27 suites dispuestas de tal forma que los enamorados se despierten con vistas al mar, pero ellos han elegido la villa Magnolia, de 1.200 metros cuadrados y con una terraza privada de 1.500 metros cuadrados. Un placer muy privativo, teniendo en cuenta que pasar una semana aquí se cifra entre los 35.000 y los 47.000 dólares, pero que cuenta con servicio de mayordomo y chef personal a su entera disposición las 24 horas del día. Además de ser un auténtico paraíso terrenal, también en un búnker en el que sus adinerados clientes pueden campar a sus anchas sin tener que preocuparse por los paparazzi. A la isla solo se accede a través de hidroavión, ferry o helicóptero.