Kim Kardashian da la bienvenida a su tercera hija por vientre de alquiler

Kim Kardashian y Kanye West ya tienen a su tercer hijo en casa. Se trata de una niña, fruto de un proceso de gestación subrogada, que llenará de vida una casa en la que parece que el tiempo jamás se detiene y en la que siempre sucede algo. Al menos eso se considera al ver su reality, 'Keeping up with the Kardashians', donde se cuenta el día a día del clan Kardashian. Ahora ya tienen un nuevo capítulo que narrar, la llegada a sus vidas de su nuevo bebé, como así se han encargado de anunciar sus orgullosos papás: “Kanye y yo estamos felices de anunciar la llegada de nuestra saludable y preciosa bebé”, era el mensaje que se podía leer en sus redes sociales y su propia página web.

No todo el trabajo ha sido suyo, ya que la pareja optó por un vientre de alquiler para convertirse en padres por tercera vez y tras dos embarazos muy delicados para Kim Kardashian. Ante esta idea, la propia Kim Kardashian ha querido agradecerle a la madre de alquiler esta ayuda que han recibido, eso sí, sin ofrecer ningún dato sobre su identidad, al tratarse de una actividad privada. Le ha agradecido a esta heroína anónima haberles hecho “el mayor regalo que alguien te pueda dar”.

El alumbramiento tuvo lugar el pasado lunes, tal y como ha adelantado la pareja. Así, la pequeña ya ha sido presentada a sus hermanitos, North, de cuatro años, y Saint, de dos, quienes llegaron al mundo por la vía tradicional: “North y Saint están especialmente encantados de dar la bienvenida a su hermanita”, confiesan. Tanto la estrella de los realities estadounidenses como el rapero deseaban formar la familia numerosa, pero los médicos les quitaron la idea, ante la posibilidad de que Kim Kardashian no pudiese superar un nuevo parto de riesgo, que ponía su propia vida en peligro al haber sufrido un desprendimiento de placenta en ambos embarazos.

Tal y como publicó el diario 'TMZ', que tuvo acceso en exclusiva al contrato confidencial de gestación subrogada, el proceso les costó algo más de 40.000 euros y que fueron pagados en 10 mensualidades. Pero más allá de cuestiones económicas, también se le obligaba a no mantener relaciones sexuales antes y después de la inseminación, a no teñirse el pelo por el riesgo que conlleva algunos de sus componentes o beber más de una bebida con cafeína al día.