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Felicity Huffman: de 'mujer desesperada' a llevar uniforme de presa en la cárcel
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Felicity Huffman: de 'mujer desesperada' a llevar uniforme de presa en la cárcel

Las imágenes de la actriz en el presidio podrían buscar el perdón de un Hollywood que hace pagar caro los 'pecados' de sus estrellas

Foto: Felicity Huffman, en 'Mujeres desesperadas'. (ABC)
Felicity Huffman, en 'Mujeres desesperadas'. (ABC)

De un barrio suburbano lleno de casas de lujo a un presidio de Dublin (California). Felicity Huffman es la última estrella caída en desgracia tras unos años en los que parecía ser la Meryl Streep de la televisión. Ella era la más prestigiosa de las cuatro 'Mujeres desesperadas' en lo que a nivel interpretativo se refiere. También la única que fue nominada al Oscar (por 'Transamérica') y la que aportaba seriedad a una comedia que, con el paso de las temporadas, acabó derivando en culebrón. Este año, sin embargo, Felicity tiene poco de lo que alegrarse.

Pese a que ha estado en una de las producciones televisivas que más Emmys acumulan (la durísima 'Así nos ven'), su 2019 estará marcado por un hecho: la acusación por participar en una red de sobornos que aseguraba el acceso de su hija a una universidad de prestigio. Actualmente, Huffman cumple condena de dos semanas en la Correccional Federal de Dublin. Además, pagará 30.000 dólares de multa y tendrá que someterse a 250 horas de servicios comunitarios. Su foto de presa, con gorra y traje negro dando paseos por el presidio, ha dado la vuelta al mundo.

La pesadilla de la actriz comenzó cuando la propia Huffman se declaró culpable, el pasado mes de mayo, de participar en la estafa. La Fiscalía le recomendó una sentencia de cuatro meses de prisión, multa de 20.000 dólares (al final ha sido más) y 12 de libertad supervisada. Al final, han sido dos semanas pero la cosa podría haber sido mucho peor: el delito de conspiración puede conllevar una pena máxima de 20 años. "Quiero disculparme con los estudiantes que trabajan arduamente todos los días para ingresar a la universidad y con sus padres que hacen enormes sacrificios para apoyar a sus hijos y hacerlo con honestidad", declaró.

En la cárcel, Felicity ha recibido la visita de su marido, el también actor William H. Macy, y ha sido grabada con uniforme. ¿Lavado de imagen? ¿Qué ha ocurrido para que una de las mejores y más respetadas actrices de Hollywood acabe en la cárcel?

placeholder Felicity Huffman en el tribunal. (EFE)
Felicity Huffman en el tribunal. (EFE)

Hace apenas unos meses, el 'Vanity Fair' norteamericano se preguntaba qué haría Hollywood con Felicity Huffman. Cuando Netflix dio luz verde a un proyecto en el que participaba la actriz, 'Más que madres', no podía imaginar que se vería envuelta en este escándalo. La cinta estuvo en nevera durante un tiempo hasta que la plataforma decidió lanzarla a sus suscriptores este verano. Tiempo atrás habían emitido un comunicado bastante ambiguo que incluía una frase demoledora. "No queremos que sus problemas personales se conviertan en la publicidad de esta película". Algo así habría hundido la carrera de cualquiera. La de Felicity se sigue apoyando en valores incontestables: a sus 56 años ha cosechado numerosos premios y su prestigio jamás ha estado en entredicho.

Hay quien dice que la recordada Lynette de 'Mujeres desesperadas' ha entrado en prisión con un claro objetivo: "Jugar con el sentimiento público", según declaró un agente de Hollywood. "Lo hace para volver a tener trabajo", concluía. Y nada gusta más a la meca del cine que un arrepentimiento a tiempo.

placeholder Foto promocional de 'Mujeres desesperadas'. (EFE)
Foto promocional de 'Mujeres desesperadas'. (EFE)

Otros muchos han pagado caro salirse del tiesto. En los albores de Hollywood, el cómico Fatty Arbuckle fue acusado de violar y provocar la muerte de la joven Virginia Rappe durante una fiesta orgiástica en las colinas de Los Ángeles. El del actor fue el primer juicio que acaparó los 'mass media' estadounidenses. Fatty fue absuelto de las acusaciones, pero su reputación quedó manchada hasta tal punto que jamás volvió a trabajar. Los gerifaltes de los estudios incluso recomendaron a sus amigos no mostrarle ningún tipo de apoyo público.

El 'pecado' de Felicity no ha sido para tanto pero también existen casos menores (y más recientes) que destruyeron carreras. El de Winona Ryder, por ejemplo. La antaño musa de Tim Burton no se recuperó de su cacareado robo (nunca quedó suficientemente claro si era cleptómana o era cierto que se llevaba prendas de vestir para ensayar un papel de ladrona) hasta que 'Stranger Things' la rescató. Y en pleno auge del #MeToo, nadie ha perdonado que pese la duda del acoso sexual sobre la cabeza de Woody Allen. Poco importa que fuese absuelto hace años. Tampoco hay indulto público para James Franco, que ha sido apartado del ruido hollywoodiense tras las acusaciones de varias chicas que trabajaron con él.

Felicity, sin embargo, aún tiene esperanza en una sociedad puritana en la que los trapos sucios siempre han de lavarse en privado. Le quedan las imágenes públicas de su calvario; la humillación pública de pasar de los vestidos de Prada a los uniformes carcelarios. También tiene a su favor momentos para el recuerdo como aquella secuencia de 'Mujeres desesperadas' en la que Lynette descubría que se había curado del cáncer y, acto seguido, pedía perdón al topo que había fastidiado su jardín, que yacía muerto por culpa de su veneno. Su personaje, por fin, había aprendido a valorar la vida.

Se necesita ser muy buena actriz para enfrentarse a una secuencia así. También para recibir el perdón de una América que no tolera los pecados públicos.

De un barrio suburbano lleno de casas de lujo a un presidio de Dublin (California). Felicity Huffman es la última estrella caída en desgracia tras unos años en los que parecía ser la Meryl Streep de la televisión. Ella era la más prestigiosa de las cuatro 'Mujeres desesperadas' en lo que a nivel interpretativo se refiere. También la única que fue nominada al Oscar (por 'Transamérica') y la que aportaba seriedad a una comedia que, con el paso de las temporadas, acabó derivando en culebrón. Este año, sin embargo, Felicity tiene poco de lo que alegrarse.

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