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Maradona y sus últimas 72 horas en Madrid: policía, desfase y arengas
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MURIÓ A LOS 60 AÑOS

Maradona y sus últimas 72 horas en Madrid: policía, desfase y arengas

Vestía chándal y calzaba unas llamativas zapatillas de un estridente color naranja. Resultaba difícil reconocer en su físico al deportista de élite que fue. Corría el año 2017

Foto: Maradona, en una imagen de archivo. (EFE)
Maradona, en una imagen de archivo. (EFE)

Lunes 13 de febrero de 2017: una furgoneta negra tintada marca Mercedes aguarda en la zona prémium de la terminal 4 del aeropuerto de Madrid-Barajas. Es mediodía. Es un día soleado en Madrid y el chófer se afana en que todo esté perfecto en el vehículo para cuando llegue su ocupante. Minutos después, tras pasar por el control de pasaportes que tiene la policía en la zona noble de la terminal, una hombre menudo, ligeramente encorvado, cruza la terminal acompañado de otras cuatro personas. Es Diego Armando Maradona, estrella del fútbol mundial para algunos e ídolo caído para otros, que llega a España. A su lado, una persona que aparentemente está bajo su servicio empuja un carro con maletas de color azul celeste con el número 10 serigrafiado. Maradona viste chándal deportivo de la marca que le patrocina y calza unas llamativas zapatillas de un estridente color naranja. Resulta difícil reconocer en su físico de hoy el deportista de élite que un día fue. El Pelusa sube con esfuerzo el escalón que le adentra en la furgoneta, sentando tras el asiento del copiloto.

Invitado por el Nápoles

El traslado desde el aeropuerto hasta el hotel Eurostars Mirasierra Suites le lleva solo 20 minutos. A pesar de que la furgoneta entra directa al parking, a las puerta del hotel se concentran un buen número de fans del crack argentino que aguardan, pertrechados con sus camisetas albicelestes, con la esperanza de ver a su ídolo. Situado a 9 kilómetros del centro de la ciudad, el hotel, con 182 habitaciones y 5 estrellas, se convierte en su cuartel general durante su estancia. Viene invitado por el Nápoles, el club de sus amores y en el que militó durante su periplo en Italia.

placeholder Diego Maradona atiende a los medios de comunicación. (EFE)
Diego Maradona atiende a los medios de comunicación. (EFE)

Algunos de los hinchas que se agolpan llevan el eterno 10 a la espalda con la camiseta del Napolés firmada por Maradona. Rememoran con cánticos cuando Diego Armando, con un equipo mediocre, les hizo campeón del scudetto en 1987 y 1990, y campeones de la Copa Italia en 1987, o cómo se alzó con la Supercopa en 1991 y la Copa de la UEFA en 1989. Un mito que agrandó su leyenda infinita con los tiffosi tras abandonar el club en 1991; tras su marcha el club nunca más volvería a ganar la liga.

Ajeno al rugido de los fans, el menudo jugador se aloja, junto a su familia y su novia, en dos suites prémium de 80 m2 cada una y todas las comodidades, jacuzzi incluido, en la planta noble del hotel. Sus contadas apariciones en la recepción son solamente para cruzar el vestíbulo que conduce al restaurante. Los gritos enfervorecidos de sus seguidores al verle aparecer solo consiguen que el Diego (con artículo) levante el pulgar con cierta desgana. En una de esas salidas tiene lugar el primero de los desencuentros de Maradona durante su estancia en España.

Encontronazo con la prensa

Es noche del lunes y Maradona sale de cenar del restaurante del hotel. En el pasillo, Ángel García, un periodista de la cadena COPE, intenta arrancar unas palabras al astro argentino mientras transmite en directo para el programa de radio 'El partidazo de COPE'. Al preguntarle sobre el partido que enfrentará el miércoles a Real Madrid y Nápoles, los radioyentes escuchan un sonoro golpe. "Nos hemos llevado un golpe de Diego Maradona", señala en directo el periodista.

Maradona, no contento, reacciona a las palabras del periodista y amenazando con el micrófono abierto: "Si yo te llego a pegar... Solo quiero comer tranquilo y no puedes estar en mi hotel si no tienes habitación. No puedes estar fuera del restaurante, tengo el derecho a hablar con mi familia. Tienes un micrófono, haz tu trabajo", señalaba Maradona. El periodista pedía disculpas al astro argentino: "Si te hemos molestado en algún momento...". Maradona, lejos de aceptar las disculpas, le rebate en tono amenazante: "Acuérdate que si yo te pego mano a mano te estropeo". El periodista devuelve la conexión a los estudios centrales comentando: “Fue un magnífico futbolista, pero hace tiempo que hemos dejado de admirarle". Una frase premonitoria de lo que ocurriría 48 horas después.

Incidente en la habitación

Miércoles 15 de febrero de 2017. Maradona lleva dos días hospedado y, salvo un par de salidas al restaurante con su novia Rocío Oliva, se ha dejado ver más bien poco, para tristeza de sus fans que siguen haciendo guardia a las puertas del hotel. Diego pasa la mayor parte del tiempo en la habitación, que se convierte a estas horas en centro de reunión de varios de sus amigos españoles más cercanos, entre ellos el relaciones públicas Richy Castellanos, amigo personal del crack argentino. La noche del martes al miércoles es bastante más movida en la habitación del exfutbolista. Diego ha estado acompañado toda la noche en su habitación. En un momento de la madrugada, al trasiego de gente le siguen los gritos y el estruendo de muebles, que parecen golpear las paredes. Varios vecinos de planta, e incluso alguno del piso de abajo, se quejan a recepción de ruidos en la suite de Maradona. El conserje sube a la habitación para aplacar los ruidos, sin ningún éxito.

placeholder Maradona, junto a su novia Rocío Oliva en el hotel de Madrid donde se hospedaba. (EFE)
Maradona, junto a su novia Rocío Oliva en el hotel de Madrid donde se hospedaba. (EFE)

A las 8 de la mañana, la persona que ocupa la habitación contigua, un alto ejecutivo de una multinacional, llama a recepción para avisar que han subido de tono, dando lugar a una discusión, en la que una mujer pide ayuda a gritos. El conserje se comunica con el director del hotel, que siguiendo el protocolo en estos casos no duda en llamar a emergencias. La llamada de socorro al 112 se produce a las 8:28 horas. En ella se informa que el famoso exjugador, de 56 años, parece haber golpeado a la persona con la que comparte habitación.

Policía y Summa-112

Hasta el lugar se trasladan, solo 5 minutos después, una ambulancia del Summa-112 y un par unidades de Policía Nacional. Los agentes suben a la habitación acompañados por el director del hotel. Abre la puerta su novia Rocío Oliva, de 26 años, que franquea el acceso a los números de la policía, mientras el exfutbolista argentino deambula por la habitación algo alterado por la situación. Rocío declara que solo han mantenido "una fuerte discusión", pero se niega a dar más detalles y rechaza la atención médica. Asimismo manifiesta su negativa a presentar denuncia por maltrato. Los agentes toman declaración a varios empleados del turno de mañana del hotel, que aseguran no haber sido testigos de lo ocurrido entre la pareja, según las fuentes de la investigación. Ante la falta de evidencias y la negativa de la presunta agredida a declarar, la policia archiva las diligencias del suceso dando traslado de estas al juzgado.

Foto:  Maradona y su hija Dalma. (Getty)

Como todo lo que tiene que ver con la vida de Maradona, la noticia corre como la pólvora. Maradona se defiende atacando: "No hay ninguna denuncia, que lo cuenten como quieran (...). Quiero decirles a todos que me encuentro en Madrid, disfrutando de mi familia. Mi abogado Matías Morla se comunicó con las autoridades españolas. No hay ninguna denuncia y nadie le supo explicar el motivo de este show mediático", afirmó en su cuenta oficial en Facebook.

Comida en Zalacaín

Horas más tarde, al mediodía, Maradona salía del hotel en compañía del presidente y propietario del Nápoles, Aurelio De Laurentiis, para acudir a la comida oficial de la UEFA previa al partido de Champions. El incidente del hotel con la policía se ha hecho ya público pero, como otros muchos que han ocurrido en su agitada vida, no le pasa factura. Tan es así que De Laurentiis anuncia durante la comida de directivos el nombramiento de Maradona como nuevo embajador del Nápoles. La comida, celebrada en el restaurante Zalacaín, reúne a los directivas de ambos clubes. La salida del restaurante se convierte en un nuevo episodio negro en la estancia del Pelusa en la ciudad. Un tumulto de cámaras de televisión y flashes de fotógrafos en la puerta del restaurante se arremolinan junto a un número de incondicionales cercano al medio centenar. La escena, dantesca, tiene de nuevo como protagonista al 10 argentino, que deja el lugar en una situación deplorable. Maradona abandonaba el restaurante en primer término, con Emilio Butragueño, director de Relaciones Institucionales del Real Madrid, justo detrás. La cara del Buitre era un poema. Arquea las cejas, circunspecto, dando una idea de lo vivido dentro del restaurante.

placeholder Diego Armando Maradona, a su llegada a la ciudad bielorrusa de Brest. (EFE)
Diego Armando Maradona, a su llegada a la ciudad bielorrusa de Brest. (EFE)

A todo esto, el personal de seguridad del club italiano saca, literalmente, en volandas a Maradona hasta una furgoneta aparcada en una de las calles aledañas al restaurante. Los periodistas intentan arrancarle una declaración sin éxito. Preguntado en español e italiano, el astro es incapaz de articular palabra y solo balbucea de modo incomprensible. Finalmente, tras un paseíllo imposible de unos 50 metros, le introducen, como un peso muerto, en la fila de asientos traseros de la furgoneta.

Tras un breve paso por el hotel, el 10 renace de nuevo de sus cenizas, una vez más. El estado deplorable de la salida del restaurante ha pasado y un Maradona de nuevo en forma llega al estadio Santiago Bernabéu a las 19:45, una hora antes del inicio del encuentro. Vestido con un elegante traje oscuro y camisa blanca, Diego vuelve a convertirse en el centro de las miradas. El futbolista, en un gesto sin precedentes, era el encargado de dar al conjunto italiano la arenga previa al partido. Descamisado, tiraba de épica para arengar a los discípulos del equipo de Maurizio Sarri en el vestuario en la previa del partido. Entusiasmado y desbordante, escenificó sus sentimientos por esa camiseta. Después ocupó lugar de privilegio en el palco de honor del Bernabéu acompañado de su novia y su nieto Benjamín. El resultado 3-1 a favor del Real Madrid.

A la mañana siguiente, Maradona y todo su séquito se encaminaban de nuevo en la terminal vip de Barajas con destino a Buenos Aires. Atrás dejaba en Madrid otro jalón de su fama ganada con justicia en el campo y perdida también justamente por su mala vida y sus peores hábitos fuera de él. Maradona único e indómito, toda su vida se resume en un comentario hecho estos días por el periodista deportivo José María García. El que fuera líder de las ondas desvelaba, al conocer su muerte, que intentó ayudarle en innumerables ocasiones a liberarse de sus adicciones, sin suerte: “Le ofrecí hasta mi casa para ayudarle a salir, pero fue imposible”. Según él, “Maradona si algo bueno tuvo es que nunca hizo daño a nadie, el daño solo se lo hizo a sí mismo”.

Lunes 13 de febrero de 2017: una furgoneta negra tintada marca Mercedes aguarda en la zona prémium de la terminal 4 del aeropuerto de Madrid-Barajas. Es mediodía. Es un día soleado en Madrid y el chófer se afana en que todo esté perfecto en el vehículo para cuando llegue su ocupante. Minutos después, tras pasar por el control de pasaportes que tiene la policía en la zona noble de la terminal, una hombre menudo, ligeramente encorvado, cruza la terminal acompañado de otras cuatro personas. Es Diego Armando Maradona, estrella del fútbol mundial para algunos e ídolo caído para otros, que llega a España. A su lado, una persona que aparentemente está bajo su servicio empuja un carro con maletas de color azul celeste con el número 10 serigrafiado. Maradona viste chándal deportivo de la marca que le patrocina y calza unas llamativas zapatillas de un estridente color naranja. Resulta difícil reconocer en su físico de hoy el deportista de élite que un día fue. El Pelusa sube con esfuerzo el escalón que le adentra en la furgoneta, sentando tras el asiento del copiloto.

Diego Armando Maradona
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