Es noticia
Menú
Luis Miguel, fuera de serie
  1. Celebrities
EL SOL DE MÉXICO

Luis Miguel, fuera de serie

Cual vocacional e infantil ornitólogo que hubiera descubierto una nueva especie de pájaro cantor, experimenté yo regocijo infinito similar al oírle cantar por primera vez

Foto: Ilustración de Luis Miguel. (Jate)
Ilustración de Luis Miguel. (Jate)

Yo no canto. Como mucho aúllo, ululo o relincho. Yo no entono. Como máximo balo, ladro, o barrito. Cual chacal, búho o caballo, en el punto de afectación alcohólica necesaria, acerco mi condición animal -que tal me abunda- al humanizado arte del “bel” canto.

Igualado a la capacidad cantoral de oveja, perro o elefante repito -bordeando su correcta ubicación en mi mental pentagrama- notas que, encadenadas, querrían parecerse a melodías grabadas a fuego en mi mente por la excelsa virtud de algunos de mis congéneres. Y es que admiro incondicionalmente a todo aquel capaz de hacer vibrar con su voz el aire con la precisión suficiente para que esas ondas de energía me resulten agradables al chocar con mis tímpanos e interpretarlas mi cerebro.

Graznar, chirriar, cacarear o maullar -estoy seguro- también generarán privilegiados intérpretes de sonidos cuyo timbre despierten admiración entre urracas, chicharras, gallinas o gatos (en estos casos buscando principalmente provocar los deseos necesarios para dar cumplimiento al mandato reproductivo que -no seamos hipócritas- también a nosotros nos sojuzga). Nada que no se sepa, y que no demuestren constantemente la ciencia y Telecinco, por poco que lo evidenciemos en nuestra circunspección diaria, autoimpuesta en el absurdo afán de glorificar lo políticamente correcto.

Foto: Luis Miguel, en un concierto en Las Vegas en 2019. (Getty)

La biología antropológica explica -en mi aficionada opinión- tantas cosas de las series de Netflix… Entender nuestro origen animal explica tan bien nuestro presente... Y desde luego estudiar a los animales nos enseña tantas cosas de nosotros mismos que me resulta imposible explicar mi afición a algunos cantantes concretos sin fijarme en el mecanismo animal de intento de vocalización y su desigual consecución de entonación en el reto de conseguir, mejorar o multiplicar sus parejas. Un amplio número de especies fían sus posibilidades al físico pacífico: colores, longitudes, olores o bailes conforman un amplio abanico de opciones de la naturaleza para fijar atenciones y facilitar encuentros.

placeholder Luis Miguel, durante un concierto en el Winzink Center de Madrid en 2018. (EFE)
Luis Miguel, durante un concierto en el Winzink Center de Madrid en 2018. (EFE)

Otros muchos, los más brutos, determinan los genes preponderantes mediante el doloroso mecanismo de la lucha y el enfrentamiento. La resistencia a los golpes y la habilidad para devolverlos genera un número inabarcable de modalidades de combate a lo ancho del planeta pero con la característica común de tener, aunque con distintos niveles de encarnizamiento, el mismo sistema de puntuación para determinar un vencedor: el que más resiste, gana. O sea, que consigue lo que empieza por “f”, motor de la vida entera. Sin embargo, existe un evolucionado grupo de animales, sobre todo de aves, que se juegan al azar de la coordinación de sus órganos de respiración, fonación y resonancia la garantía de perpetuidad que les genera la placentera entrega de sus cromosomas. El tono, timbre, calidad, longitud o intensidad del sonido y lo melódico de sus combinaciones suponen gancho suficiente para doblegar voluntades recatadas sin apenas adornos o exhibiciones adicionales.

Encontramos en el ser humano representación de todas las opciones animales de cortejo y conquista. De todas las posibles -y algunas, como la de ser “tronista,” puede ser muy atrayente- yo me quedo con la capacidad de cantar. De cantar bien, se entiende. Por inocua y elegante, pero sobre todo por efectiva. Lo digo con el conocimiento de causa necesario tras casi cuarenta años de admiración incondicional a Luis Miguel. Cual vocacional e infantil ornitólogo que hubiera descubierto una nueva especie de pájaro cantor, experimenté yo regocijo infinito similar al oírle cantar por primera vez con sus doce tiernos años. Los mismos que yo tenía en los primeros ochenta.

Lastimosamente mi capacidad de evocación es mayor que la de imitación y, al poco tiempo, me vi obligado a renunciar a mi intención de hacer de mi voz el cebo que el afilado anzuelo de mi adolescencia claramente reclamaba. Unos Levi’s, pelo largo, tres reglas básicas sobre quiromancia, un ciclomotor de tercera mano y muchas horas de ONG compensaron mi imposible afinación y me ayudaron salir del paso.

placeholder Fotografía cedida por Netflix que muestra una escena de la serie televisiva sobre Luis Miguel. (EFE)
Fotografía cedida por Netflix que muestra una escena de la serie televisiva sobre Luis Miguel. (EFE)

Desde entonces -y a pesar del fracasado intento de mimetización con él- no he querido perder de vista al que considero el humano más privilegiado en cuanto a la concesión de mecanismos naturales de reproducción de sonidos: no encuentro parangón en el equilibrio perfecto de sus cualidades. No digo que no haya tenores -voz en la que se le encuadra- mejores o más potentes. No defiendo que sea el más elegante de los intérpretes de todos los tiempos. No afirmo que sea el más estudioso y cuidadoso vocalista de la historia de la música. Lo que digo es que la excelsa combinación de todas sus características alcanzan el cenit de mi satisfacción por la emoción que me transmite, por la concordancia de nuestros gustos al elaborar un repertorio y también, por qué no reconocerlo, por la cercanía, casi de familia, que mi admiración por Luis Miguel ha mantenido y que tanto me han involucrado en todos los vaivenes de su azarosa vida.

Podría intentar una lista de los eventos que más le (me) afectaron -para lo bueno o para lo malo- en la comprensión o incomprensión de sus comportamientos y actuaciones que explicarían, a su vez, periodos de cierto alejamiento y desinterés por algunos de sus discos. Pero en mi decidida voluntad de animarlos a ver la serie que sobre su vida están ahora emitiendo en Netflix, voy a omitirla ante el riesgo de que al leerla consideren su curiosidad satisfecha y acaben, como yo otras veces, viendo sabe Dios qué cosa.

Solo voy a señalar que existen multitud de situaciones extremas en su vida y que cada una de ellas por sí sola bastaría para ponderar su fuerte personalidad y su especial resistencia si lo comparamos con cualquier otro ser humano de nuestro tiempo. Desde la tiranía de un padre explotador y egocéntrico, la separación -y desaparición- de su madre, la inmadurez sentimental consecuente, la precocidad de una fama infinita y la imposibilidad de contemplar el mundo desde otra perspectiva, la inevitable caída en las adicciones habituales, hasta la decadencia natural de sus cualidades son elementos que individualmente han hecho caer a gente de similar talento y personalidad pero que, ni siquiera combinadas, han logrado hundir un icono tan potente y perdurable como lo es Luis Miguel, el Sol de México.

placeholder Fotografía cedida por Warner Music que muestra a Luis Miguel durante una sesión fotográfica. (EFE)
Fotografía cedida por Warner Music que muestra a Luis Miguel durante una sesión fotográfica. (EFE)

Luis Miguel ahora tiene serie: no se la pierdan. Disfruten al comprender el impacto que su voz generó en millones de personas, en millones de adolescentes que crecimos en el convencimiento de perseguir la belleza y potenciar el talento como método para superar el trauma de nuestras primeras relaciones. Observen lo alto que casi siempre es el precio del éxito. Sufran con la maldad de la ambición desaforada que también aparece de vez en cuando en historias de grandes triunfadores. Contrasten sus opiniones sobre las bondades del ego y su energía para superar las adversidades, mejorar tus condiciones y competir con contrincantes. Mueran de envidia con la vida que se reserva solo a esos elegidos que gorjean, gorgoritean, trinan o braman en escalas y decibelios inalcanzables para casi todos. Aprendan de los procesos creativos de esa industria, de lo multidisciplinar de la elaboración de un proyecto de éxito que necesita aunar música, imagen, genialidad y persona. Como no es su voz original vean a Luis Miguel fuera de la serie. Complementen el visionado con escenas reales de entrevistas -hay decenas-, con conciertos -hay centenares- y escuchen con pausa y sin prejuicios la voz perfecta e incomparable que luce en casi todas sus canciones. Hay miles.

Vean la serie de Luis Miguel, un verdadero fuera de serie.

Yo no canto. Como mucho aúllo, ululo o relincho. Yo no entono. Como máximo balo, ladro, o barrito. Cual chacal, búho o caballo, en el punto de afectación alcohólica necesaria, acerco mi condición animal -que tal me abunda- al humanizado arte del “bel” canto.

El redactor recomienda