Sofia, la 'María Antonieta' del 'palacio' de los Coppola, cumple 50 años
Rodeada de privilegios desde que era una niña, la directora de 'Lost in translation' ha logrado un prestigio incuestionable más allá de la figura de su padre. Su vida personal así lo demuestra también
La fama de niña mimada de Sofia Coppola es uno de los clichés más sobados de Hollywood. La directora de 'Las vírgenes suicidas', 'Lost in translation' o 'María Antonieta' llega este viernes al medio siglo de vida y aún carga con esa difícil etiqueta. Afortunadamente para ella, cada vez parecen más lejanos los tiempos en los que se la cuestionaba como 'hija de'. Su padre, Francis Ford Coppola, es uno de los grandes 'popes' del Nuevo Hollywood, una leyenda viva a cuya altura muchos no quieren ponerla. Ha sido más fácil imaginarla entre los viñedos de su padre, como una privilegiada que, desde pequeña, se relacionaba con artistas de toda índole y crecía rodeada de conversaciones sobre profundidad de campo, escalas de planos o movimientos de cámara.
Ajena a lo que se publica sobre ella, Coppola ha sabido mantener a raya su carrera y ha mostrado, desde un punto de vista indie y a veces cercano a la Nouvelle Vague francesa, la burbuja en la que viven las niñas ricas, el precio que se paga por unos privilegios que no siempre llegan gratis. Es decir, ha convertido en autoría lo que muchos critican de su propia vida personal.
Antes de ser elogiada por su cine, Coppola vio cómo gran parte de la crítica (si no toda) masacraba su intervención en 'El Padrino 3'. Alguna lengua bífida dijo que ella era "el mayor error de la película". En principio, estaba ahí para sustituir a Winona Ryder, que por cuestiones de salud no pudo encarnar a la más joven de la familia Corleone. Pero Sofia acabó saliendo escaldada de la película de 'papá'.
La vida de la directora ha estado marcada por el cine desde que era prácticamente una niña, si no antes. Casi recién nacida, apareció en la escena del bautismo de la primera entrega de 'El Padrino', ni más ni menos. También sin acreditar, estuvo en otras cintas de su padre como 'El Padrino 2' o 'Rebeldes'. Inquieta desde siempre, en 1989 también colaboró con Francis en el guion de 'Historias de Nueva York', película a varias bandas en la que Coppola compartía dirección con Scorsese y otros compañeros de generación. En aquella ocasión, Sofía incluso llegó a hacerse cargo del vestuario, demostrando una pasión por la moda que también se ha dejado ver en las películas que ha dirigido y en su juvenil trabajo como becaria en una firma.
Tras el desastre de 'El Padrino 3' habría de pasar casi una década hasta que se colocó detrás de la cámara con 'Las vírgenes suicidas', su opera prima. Así, en 1999 pasó de ser la niña mimada de Coppola a una directora adorada por la crítica, que vio en ella a uno de los nuevos bastiones del cine independiente norteamericano.
Reflejo de sí misma, el cine de Sofia habla de ese universo cerrado y privilegiado en el que siempre se ha movido, algo que también se ha dejado ver en sus parejas. Su primer novio conocido fue Spike Jonze, con el que la podemos ver en las imágenes del rodaje de 'Lost in translation'. La pareja viajó muy unida al Japón que sirvió de escenario de la película. En esas grabaciones del 'making of' podemos verles intentando colarse en el metro de Tokio con una alucinada Scarlett Johansson. Se casaron en junio de 1999 y se separaron en diciembre de 2003. En su distanciamiento tuvo mucho que ver el ascenso imparable de sus carreras. La fama de Jonze también creció exponencialmente en esos cuatro años de matrimonio, que coincidieron con los estrenos de sus películas 'Cómo ser John Malkovich' o 'Adaptation'. Hollywood también lo saludó como al mesías del cine marciano y vanguardista norteamericano.
En plena promoción de 'Lost in translation', los caminos de Sofia Coppola y los de Jonze ya estaban separados. La directora ganó un Oscar (y fue nominada como directora en esa edición en la que 'El retorno del Rey' se lo llevó casi todo) por el guion de 'Lost in Translation', un éxito que la consolidó definitivamente. Por aquel entonces inició un romance fugaz con otro director, Quentin Tarantino. Aunque sus universos cinematográficos no pueden ser más opuestos, parece que se entendieron bastante bien como pareja.
Una vez acabó la relación con el director de 'Pulp Fiction', Coppola se volvió a enamorar de otro artista, lo cual acrecentó la teoría de aquellos que afirman que solo se ha relacionado con iguales desde que era una niña. El afortunado fue Tom Mars, el vocalista de la banda Phoenix, que ha puesto banda sonora a algunas de sus películas más populares. Con él ha tenido dos hijas, Romy y Cosima. Se casaron en 2011, el mismo año que ella presentó 'Somewhere' en el Festival de Venecia y, pese a la disparidad de opiniones, obtuvo el León de Oro. Alguna lengua malintencionada aseguró que en el premio había tenido mucho que ver que Tarantino fuese el presidente del jurado ese año y quedase fascinado con la película de su ex. Para muchos, 'Somewhere' es una de las más flojas de su filmografía.
En los últimos años, la estabilidad personal de Sofia ha coincidido con un mayor cuestionamiento de sus películas. Ni 'The Bling Ring', la historia de aquellos adolescentes que entraban en casas de celebrities para desvalijarlas, ni 'La seducción', nueva versión de aquel 'Seductor' que en los años 70 interpretó Clint Eastwood, han entusiasmado tanto como sus 'Vírgenes suicidas' o su 'María Antonieta', de la que se cumplen 15 años este mismo mes. Los abucheos y los aplausos que consiguió aquella revisión de la historia de la reina francesa en Cannes sirven como metáfora de su propia figura. Sofia Coppola es amada y odiada a partes iguales, pero nadie niega que ya está muy por encima de la etiqueta de 'hija de'; que su nombre es parte fundamental del cine reciente y que, le pese a quien le pese, ya no tiene nada que demostrar a nadie.
La fama de niña mimada de Sofia Coppola es uno de los clichés más sobados de Hollywood. La directora de 'Las vírgenes suicidas', 'Lost in translation' o 'María Antonieta' llega este viernes al medio siglo de vida y aún carga con esa difícil etiqueta. Afortunadamente para ella, cada vez parecen más lejanos los tiempos en los que se la cuestionaba como 'hija de'. Su padre, Francis Ford Coppola, es uno de los grandes 'popes' del Nuevo Hollywood, una leyenda viva a cuya altura muchos no quieren ponerla. Ha sido más fácil imaginarla entre los viñedos de su padre, como una privilegiada que, desde pequeña, se relacionaba con artistas de toda índole y crecía rodeada de conversaciones sobre profundidad de campo, escalas de planos o movimientos de cámara.