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Benzema y la llamada a los necios
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Benzema y la llamada a los necios

Un año que no cumplirá y setenta mil euros menos me parecen, como máster, un precio más que asequible para Benzema después de extorsionar a un compañero

Foto: Ilustración de Benzema. (Jate)
Ilustración de Benzema. (Jate)

El móvil del crimen sufrió un duplicado. El pobre Valbuena decide cambiar de teléfono y en su futbolera inconsciencia se acerca por el primer cibercafé que encuentra en el barrio de Marsella que más visitaban de noche. El traspaso de datos, vídeos y contactos le suena al encargado a negocio garantizado. El sexo explícito almacenado, a pelotazo.

Ratero llama a ratero de más tamaño. En la cadena de mando del delincuente llega lo turbio del contenido muy pronto a lo más alto. El mafioso local más conocido se empieza a frotar las manos. Nada puede haber más atractivo que un buen famoso cazado. Un futbolista rico y joven retratado en sus actos de servicio al deseo desatado. Alguna de las deslumbradas y deslumbrantes morenas o ambiciosas y viciosas rubias, a los pies de ese caballo, de apellido conocido. La valoración del perito, el “consiglieri” con criterio, sigue acumulando ceros. Se confirma el pelotazo.

Foto: Karim Benzema. (EFE)

“Chantage”, palabra francesa a la que pusimos jota –de joder- para poder deslocalizarla, no se nombra en aquel sótano. Todos la tienen en mente cuando le dan vueltas a la pelota para definir el método más efectivo para comunicar sus exigencias. Salen algunos amigos comunes cercanos al futbolista. Luego piensan que es mejor alguien de más confianza. Un anónimo es un clásico pero siempre retrasa el proceso y este mes con tanta lluvia las chicas trabajaron menos. Hay cierta prisa. Después de valorar opciones renuncian a la estrategia y eligen el tiro directo: será el encargado de la tienda cuando le entregue su móvil el que le expondrá la amenaza y el que le hará las cuentas.

Valbuena toma conciencia prácticamente de inmediato. Es tan obvio su descuido que quiere apretar aún más ese nudo aparecido en el estómago y dejar de respirar. Levanta la vista del móvil y ve brillar unos ojos flanqueados por matones. Se ha quedado sin palabras, sin los vídeos, sin el móvil. Sin futuro si no paga, piensa a continuación.

placeholder Mathieu Valbuena atendiendo a la prensa por el caso de extorsión. (EFE/EPA IAN LANGSDON)
Mathieu Valbuena atendiendo a la prensa por el caso de extorsión. (EFE/EPA IAN LANGSDON)

Sale aturdido de la tienda sin retirar la mirada de esos ojos con pupilas con perfecta forma de dólar. Dos días después, sin ir a entrenar siquiera, se acumulan los mensajes en el puñetero móvil que nunca debió cambiar. Al principio recomendaban, más tarde exhortación, los últimos ya hablan de sangre. De sangre en forma de tinta que enrojezcan titulares. De apertura de noticias con amantes pixelados, pero con el nombre escrito y hábilmente destacado.

La desesperación le puede y tarda en reaccionar. Finalmente Valbuena, buen vino y de origen noble, decide no rendirse a una extorsión a la que por más que lo piensa no alcanza a verle el final.

No existe delito en el material acumulado y eso es lo que le da fuerzas para acudir a la Gendarmería. Se inicia el plan de los buenos para cazar a los malos. Intervención de teléfonos, seguimiento camuflado, apoyo moral y técnico. En dos semanas están listos para acusar a la banda. Una coacción de libro, un ratón que caza gatos.

Valbuena, de vuelta a su vida, concentrado en su trabajo, con la selección para más señas. Y entonces pasa lo inesperado. Se le acerca Benzema en plan amigo desinteresado para pedirle que pague y que no haga más el tonto. Que los malos son muy malos y cumplen sus dos palabras. La de borrarlo todo cuando lo tengan cobrado y la de publicarlo pronto si no llega lo pactado. Valbuena se queda blanco. ¿Benzema extorsionando? Quiere pensar que Karim solo le está aconsejando. Que tiene más experiencia en esos líos de chicas, de mafiosos y de barrios. De hecho salió casi indemne de un juicio con Ribéry por contratar los servicios de una adolescente anormalmente desarrollada. Dieciséis años bien puestos alrededor de dos tetas no le dan a un futbolista para pedir un carnet ni para conservar la calma a los pies de cualquier cama. Pero, si es solo buena intención, ¿Cómo demonios se ha enterado?

placeholder Mathieu Valbuena y Karim Benzemaen una imagen de archivo. (REUTERS/Foto: Charles Platiau)
Mathieu Valbuena y Karim Benzemaen una imagen de archivo. (REUTERS/Foto: Charles Platiau)

Valbuena da buena cuenta del hecho a la policía. Benzema pasa de colega a móvil interceptado. Y ahí llega la llamada por la que hoy le condenan. Resulta que Benzema tontea con el mafioso, proveedor habitual de admiradoras caras. Está al tanto del esquema que pretende financiar una profunda reforma de un local algo obsoleto que es la oficina principal de la empresa de extorsiones. No sólo presiona a diario sino que da claras instrucciones a “Chantajes S.A.” para que tengan paciencia, que en un par más de partidos conseguirá lo acordado. Valbuena no da pie con bola mientras aguanta la presión de que salgan esos vídeos, le asalten en una esquina o detengan a su amigo a cuenta de la traición.

Igual que si hubiera pagado, la ruina comienza a cernirse y se difumina el futuro al salir todo a la luz. Valbuena que es un vicioso, ahí no veo yo noticia analizando su gremio. Mafiosos interrogados en posesión de los videos y Benzema declarando por intento de matón. Es lo que da crecer por extrarradios donde se admira mucho menos a un policía que a un hampón. Se derrumba la negativa del lumbreras delantero por las evidencias de llamadas, la abundancia de mensajes, lo simplón del personaje y lo burdo de la actuación. Un año que no cumplirá y setenta mil euros menos me parecen, como máster, un precio más que asequible. No sé si le durará de verdad el aprendizaje. Un par de meses entre rejas quitan mejor la tontería y borran de golpe cualquier vocación de saltarse otras líneas donde quedar en fuera de juego o peor.

placeholder Valbuena y Benzema en una imagen de archivo. (REUTERS7Foto: Charles Platiau)
Valbuena y Benzema en una imagen de archivo. (REUTERS7Foto: Charles Platiau)

Lo sorprendente del caso no es que un niñato cuya única habilidad está en los pies salga de los embrollos con tanta facilidad y tan poco coste. Lo increíble es que la noticia de la condena se pierde entre los artículos y crónicas de deportivos reconocimientos. Que ahora es el mejor del mundo, el más caro, el que más quieren, el salvador de aficiones, el motor de ligas y copas. Un personaje, un icono, con tantos admiradores a los que yo preguntaría. ¿Por qué eso de meter muchos goles te hace cambiar el rasero? ¿Cuánta gente de más mérito hemos dejado en el camino por mucho menos que esto? ¿Tanto limpia un resultado? ¿Tan poco importa lo honesto? Fue una llamada de necio. Y esto que está pasando es otra llamada de atención. Una llamada a los necios que no ven tras un balón.

El móvil del crimen sufrió un duplicado. El pobre Valbuena decide cambiar de teléfono y en su futbolera inconsciencia se acerca por el primer cibercafé que encuentra en el barrio de Marsella que más visitaban de noche. El traspaso de datos, vídeos y contactos le suena al encargado a negocio garantizado. El sexo explícito almacenado, a pelotazo.

Karim Benzema
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