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Peggy Lee, la 'fiebre' de una infancia dura y las noches de alcohol de una voz de leyenda
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SE CUMPLEN 20 AÑOS DE SU MUERTE

Peggy Lee, la 'fiebre' de una infancia dura y las noches de alcohol de una voz de leyenda

Cada vez que escuchamos 'Fever', con ese ritmo inconfundible y esa sensualidad elegante, poco explícita, nos preguntamos qué estaría pensando Peggy Lee el día que la grabó

Foto: Peggy Lee, en el remake de 'El cantor de jazz', en 1952.(CP)
Peggy Lee, en el remake de 'El cantor de jazz', en 1952.(CP)

Cada vez que escuchamos 'Fever', con ese ritmo inconfundible y una sensualidad elegante, poco explícita y de otros tiempos, nos preguntamos qué estaría pensando Peggy Lee el día que la grabó; el día que se hizo leyenda para siempre con un tema que es parte de la memoria sentimental de todos. No fue el único, ya que el cine la inmortalizó para siempre a través de las canciones de 'La dama y el vagabundo' (esa can de la musical perrera a la que va a parar Reina, la protagonista, es la vida imagen de la artista) o la canónica 'Johnny Guitar'. La vida de Lee, fallecida un 21 de enero de 2002, fue una especie de cuento de la Cenicienta en el que no faltó una malvada madrastra, pero tampoco diabetes, alcohol y algunas drogas.

Pese a su ascendencia noruega, Peggy nació en una aldea de Dakota en 1920, en unos locos años en los que América bailaba jazz y gastaba muchos dólares. No era su caso, siendo la menor de siete hermanos. En aquella década era una niña que vio morir a su madre a los 4 y derrumbarse a su padre, un ferroviario alcohólico. Fue su madrastra, que la maltrató sin piedad, la que hizo que hallase refugio en la música.

Los abusos de la susodicha hicieron que cogiese una maleta camino de Los Ángeles para huir de aquella villana de cuento. En la ciudad de las estrellas se encontró a Benny Goodman, que quiso contar con ella para su orquesta. A principios de los años 40 ya cosechaba números 1 e incluso se enamoraba de otro integrante de la banda, el guitarrista Dave Barbour, con el que acabó pasando por el altar. De voz negra y sin estridencias, Peggy era temperamental, iracunda a veces, y de gustos dionisíacos y excesivos. Pese a todo, medio Hollywood la idolatraba y cantaba sus canciones y Capitol Records la contaba como uno de sus grandes tesoros desde el mismo día en que la contrataron. A su vida hiperbólica contribuía que Barbour, genio de la composición con el que formó un tándem perfecto en lo profesional, tuviese problemas con el alcohol y le diese mala vida. Cuando se divorciaron, en 1951, a Lee le quedaban algunos de sus años más gloriosos en solitario.

placeholder Peggy Lee, en 1953.(Cordon Press)
Peggy Lee, en 1953.(Cordon Press)

A mediados de los años 50 cantó, susurrante, la inolvidable balada de 'Johnny Guitar', esa elegía en forma de western en la que Joan Crawford era una mujer empoderada que llevaba el timón de un 'saloon' y suspiraba por el personaje homónimo del título, encarnado por un estoico Sterling Hayden. También puso voz a la mencionada perrita de 'La dama y el vagabundo', trabajo por el cual denunciaría a Disney décadas más tarde, cuando la productora se negó a pagarle los royalties de las ventas del VHS. Lee era una institución, una mujer con una vida tan tumultuosa como cualquier otra estrella norteamericana.

Se casó en dos ocasiones más, con Brad Dexter y Dewey Martin, pero aunque parezca mentira, tras el fracaso de esos dos matrimonios, volvió a los brazos de Dave Barbour, al que siempre consideró el amor de su vida; la tortuosa relación que la llevaba hacia la gloria pero también hacia el infierno más absoluto. A principios de los 60, el músico había dejado el aocohol y le hizo la firme promesa de amarla con respeto y mesura. Pero una hemorragia digestiva se lo llevó a la tumba en 1965, cuando Lee y él estaban a punto de contraer matrimonio por segunda vez.

placeholder Peggy Lee y Dave Barbour, en 1943, cuando se enamoraron.(CP)
Peggy Lee y Dave Barbour, en 1943, cuando se enamoraron.(CP)

Durante años, Peggy Lee se fue adaptando a las nuevas tendencias, haciendo dúos con artistas cuyo estilo nada tenía que ver con el de ella, y recordando, para las nuevas generaciones, que su estilo suave era producto de los inicios de su carrera: cuando el público hablaba demasiado fuerte en los locales en los que actuaba, ella bajaba la voz para llamar su atención. Así fue como hizo de esos susurros cantados, tan admirados fueron por sus fans, una seña de identidad.

El público jamás le dio la espalda, incluso cuando su salud, machacada por la diabetes y los excesos, empezó a resquebrajarse en la última década de su vida. Un infarto de miocardio se la llevó para siempre hace ahora veinte años. Su 'Fever', sin embargo, sigue formando parte de los karaokes de todo el mundo y de programas como 'Tu Cara Me Suena'. La machacada niña que una vez fue Peggy Lee habría estado encantada de saberlo.

Cada vez que escuchamos 'Fever', con ese ritmo inconfundible y una sensualidad elegante, poco explícita y de otros tiempos, nos preguntamos qué estaría pensando Peggy Lee el día que la grabó; el día que se hizo leyenda para siempre con un tema que es parte de la memoria sentimental de todos. No fue el único, ya que el cine la inmortalizó para siempre a través de las canciones de 'La dama y el vagabundo' (esa can de la musical perrera a la que va a parar Reina, la protagonista, es la vida imagen de la artista) o la canónica 'Johnny Guitar'. La vida de Lee, fallecida un 21 de enero de 2002, fue una especie de cuento de la Cenicienta en el que no faltó una malvada madrastra, pero tampoco diabetes, alcohol y algunas drogas.

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