Empoderamiento y pantalones: Katharine Hepburn, la actriz con más Oscar (que nunca recogió)
Recordamos la vida y milagros de una actriz indomable y única, la que todavía hoy sigue siendo la mayor ganadora de premios de Hollywood
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Ganó 4 Oscar y no fue a recoger ni uno solo. Katharine Hepburn fue, durante décadas, la actriz favorita de la Academia de Hollywood, que la recompensó con el mayor número de estatuillas de toda su historia. En 1933, cuando lo ganó por primera vez gracias a ‘Gloria de un día’, fue por un personaje que prácticamente era su ‘alter ego’. Interpretaba a una aspirante a actriz con hambre de éxito, circunstancia que ella conocía muy bien. Por aquella época de penurias y Depresión, Kate se consolidaba en Hollywood y era uno de los granos en el culo de la RKO. El estudio no sabía cómo encajar a aquella joven yanqui, distinguida, que odiaba las faldas, amaba llevar pantalones y se negaba a hacer fotos promocionales.
Pasaron muchos años y muchos títulos míticos antes de que la indomable Kate ganase su segunda estatuilla. Y no por falta de calidad en su longeva y ecléctica carrera. Repasemos: muchos aún se preguntan por qué en 1941 Ginger Rogers le birló el premio estando ella nominada por ‘Historias de Filadelfia’, obra que la había devuelto a Broadway y selló su contrato con Metro-Goldwyn-Mayer. También extraña que su peleona abogada de ‘La costilla de Adán’ (1949) o su desequilibrado personaje de ‘Larga jornada hacia la noche’ (1962) no obtuvieran premio alguno. El segundo Oscar le llegó en la edad madura, con una película que tenía mucho de personal.
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Retrocedamos en el tiempo: durante años, Hepburn mantuvo un romance con Spencer Tracy pese a que este estaba casado con otra señora. Padre de un hijo sordo y marido de una mujer católica, Spencer se vio obligado a sostener un matrimonio que estaba muerto desde hacía mucho tiempo. Y Hepburn, que lo conoció cuando los presentó Joseph Leo Mankiewicz en el ‘backlot’ de la Metro, fue el gran amor y el gran apoyo de su vida. El día que se conocieron, a principios de los 40, la actriz, tan espontánea y brava como de costumbre, dijo que le parecía más bajito de lo que pensaba. "No te preocupes, Kate, él te pondrá a su altura", le respondió Mankiewicz.
Durante años, la Hepburn lo salvaguardó de los demonios de su alcoholismo e incluso accedió a que su nombre fuese por debajo del de él en las películas que compartieron. ‘Adivina quién viene esta noche' no solo fue la última cinta que Tracy y Hepburn rodaron juntos, sino que también supuso el regreso de la actriz después de haber cuidado del actor. La Academia los acabó premiando a los dos con sendos Oscar. El lado triste de esta historia es que él falleció de cáncer sin ver terminada ‘Adivina quién viene esta noche’, un 10 de junio de 1967, a los 67 años. El dolor de Hepburn fue tan insoportable que jamás fue capaz de ver la película en los 35 años que le sobrevivió. En la década de los 80, cuando por fin se permitió hablar abiertamente de su relación con él, siempre tuvo claro que reivindicaría aquella pasión hasta su muerte. "He tenido suerte, he amado y he sido amada, ¿verdad, Spencer?", asegura delante de un busto suyo en un documental.
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Una vez repuesta del golpe, Kate rodó otra película que la llevaría a ganar su tercer Oscar: ‘El león en invierno’. Su personaje de Leonor de Aquitania supuso una especie de terapia ante la pérdida amorosa. También la demostración de que, al contrario que compañeras como Joan Crawford o Bette Davis, ella no necesitaba recurrir al terror o la serie B para seguir teniendo trabajo. Por aquella época incluso se atrevió a desgañitarse cantando (sin poseer nada parecido a una buena voz) en un musical basado en la vida de Coco Chanel. Las nuevas generaciones la veneraban como a una de las grandes e incluso aquellos que, tras fracasos como el de ‘La fiera de mi niña’ a finales de los años 30, la llamaron ‘veneno para la taquilla’ ahora la respetaban.
A mediados de los 70, Kate dio una sorpresa al público que veía los Oscar. La actriz apareció sobre el escenario para entregarle un premio al productor Lawrence Weingarten. Consciente de la expectación creada y de su histórica negativa a recoger cualquier galardón, dijo: “Soy la prueba viviente de que se pueden tardar 41 años en ser generosa”. Lejos de molestarse, los presentes aumentaron el nivel de sus aplausos. Por ese ‘acto de generosidad’’ se podría pensar que la actriz habría acudido a recoger su siguiente Oscar, pero tampoco fue así.
En 1982, la Academia los premió a ella y a Henry Fonda por sus interpretaciones en ‘En el estanque dorado’. Ella volvió a hacer mutis por el foro y el actor estaba tan enfermo que el Oscar lo recogió su hija Jane. Con premio o sin premio, Kate siguió trabajando hasta bien avanzada la década de los 90.
Cuando en 1999 el American Film Institute la eligió la actriz más importante de la historia, ella apenas se enteró. Su actividad había mermado y ella, deportista nata durante años que daba lecciones de vitalidad, apenas podía moverse de su silla. Sin embargo, había cosas de las que sí se enteraba. Un día, a raíz de los asesinatos de Columbine, su familia charlaba en el salón de su casa acerca del suicidio del hermano de Kate cuando este tenía 14 años (la actriz fue la que se lo encontró ahorcado). Pensaron que Hepburn ya no escuchaba nada, pero, de repente y para sorpresa de todos, aparecieron dos lágrimas sobre las avejentadas mejillas de la actriz.
En junio de 2003, la Hepburn se fue para siempre a los 96 años y, a día de hoy, ni siquiera Meryl Streep (a la que ella no soportaba, por cierto) la ha superado en número de estatuillas. La Academia, institución rencorosa con aquellos que sacan los pies del tiesto, celebró su larga vida mediante un vídeo que presentó Julia Roberts, actriz que ella pronosticó que sería una estrella tras verla en ‘Mystic Pizza’. La sentida frase de Roberts dio paso a una grabación con la música de ‘El ocaso de los dioses’ de Wagner. Una despedida digna de una reina por parte de una organización que, recogiese o no sus premios, siempre estuvo enamorada de ella: “Este año perdimos a una leyenda (…). Original, un clásico, irreemplazable, siempre recordada... Katharine Hepburn”.
Ganó 4 Oscar y no fue a recoger ni uno solo. Katharine Hepburn fue, durante décadas, la actriz favorita de la Academia de Hollywood, que la recompensó con el mayor número de estatuillas de toda su historia. En 1933, cuando lo ganó por primera vez gracias a ‘Gloria de un día’, fue por un personaje que prácticamente era su ‘alter ego’. Interpretaba a una aspirante a actriz con hambre de éxito, circunstancia que ella conocía muy bien. Por aquella época de penurias y Depresión, Kate se consolidaba en Hollywood y era uno de los granos en el culo de la RKO. El estudio no sabía cómo encajar a aquella joven yanqui, distinguida, que odiaba las faldas, amaba llevar pantalones y se negaba a hacer fotos promocionales.