Muere Shinzo Abe: Akie, una ex primera dama inusual que acaba de quedarse viuda
El que fuera primer ministro japonés hasta 2020 era disparado en plena calle, cuando se encontraba en un acto de la campaña electoral
La muerte de Shinzo Abe ha sido el acontecimiento internacional que ha conmocionado a todo el planeta. Primero, por la importancia de su figura y su relevancia a nivel mundial. Segundo, por el hecho en sí. El ex primer ministro de Japón ha fallecido tras recibir varios disparos. Ha sido este mismo viernes, cuando se encontraba ofreciendo un discurso como parte de la campaña electoral en la ciudad de Nara. El asaltante, un miembro del ejército, le ha tiroteado por la espalda con el resultado de una parada cardiorrespiratoria y el traslado urgente al hospital, donde finalmente no ha podido sobrevivir.
En el país oriental era una figura política icónica, ya que con su carrera marcó dos importantes hitos. A los 52 años fue el hombre más joven en ocupar el cargo de primer ministro, además de convertirse en la persona que ha durado más tiempo al frente del gobierno. Una época que ha tenido luces y sombras -estas más difíciles de olvidar- y de la que hay muchas curiosidades, desde un recordado momento Super Mario hasta fantasmas en su casa, pasando por una esposa rebelde y que llevó su personalidad a su puesto como primera dama, absolutamente inusual.
Precisamente su mujer, Akie Abe, se convirtió en uno de los puntos por los que se considera que la llegada del político al poder supuso toda una revolución, especialmente teniendo en cuenta las tradiciones tan arraigadas de Japón. Ella asumió su papel como primera dama al estilo occidental. Nada de estar callada o caminar dos pasos por detrás de su marido, como se esperaba de cualquiera de sus homólogas. Más bien todo lo contrario: se mostraba como una persona independiente, con opiniones propias y normalmente, contrarias a las de su propio marido, al menos en el plano político.
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Trabajó en una agencia de publicidad, como DJ en una radio y abrió su propia izakaya, típica taberna japonesa. De sus años acompañando a Shinzo Abe en el cargo, se recuerdan varios detalles que demostraban que Akie Matsuzaki -su apellido de soltera- era de todo menos convencional. Acudía a citas públicas conduciendo su propio coche o cogía de la mano a su marido. Gestos absolutamente normales en Occidente, pero que no son nada habituales al hablar de las tradiciones de japonesas. Pero aún sorprendía más que apoyase abiertamente a minorías, como el colectivo LGTBIQ+, o defendiese el uso terapéutico de la marihuana.
Aunque, sin duda, uno de los momentos que más se recuerdan de su época como primera dama es una cena con Donald Trump, en la que no le dirigió en absoluto la palabra. Entonces se pensó que podría ser por las diferencias idiomáticas, pero no tardó en quedar descartado cuando los medios de comunicación se ocuparon de rescatar varios momentos de años anteriores en los que se la podía escuchar a la esposa del entonces primer ministro hablando en perfecto inglés.
Akie Abe era primera dama cuando su marido presentó su dimisión en 2020 por los problemas que le estaba produciendo la colitis ulcerosa que padece desde hace años y que le impedía, según alegó, ejercer su cargo al 100%. Desde hace dos años, se ha sabido muy poco de la pareja, más allá de algunos rumores que apuntaban a una posible separación después de 35 años de matrimonio, algo que nunca se llegó a confirmar por vías oficiales y que finalmente se quedó en una simple especulación.
En la etapa que vivió como primer ministro encontramos otra curiosidad, uno de esos gestos que se pueden considerar un tanto rebeldes, aunque en esta ocasión en cierta parte relacionados con fantasmas. Unos meses después de ocupar el cargo, Shinzo Abe seguía viviendo junto a su esposa en su residencia privada, algo nada común, ya que la costumbre es que nada más llegar al poder el elegido se traslade al Koutei, la residencia oficial en Tokio de los mandatarios japoneses. La decisión sorprendió hasta el punto de que el Gobierno tuvo que emitir un comunicado, aunque sin explicar los motivos y, por supuesto, no dando pábulo a las razones que se especulaban.
Y es que al Koutei siempre le ha acompañado la sombra de los fantasmas. Algunos de sus ocupantes han hablado de pasos en la oscuridad, de puertas que se abrían sin razón, de sombras moviéndose y hasta de sonidos de botas desfilando. Cierto es que en esta mansión construida en 1929 y con 11 habituaciones ha sido el escenario de varios asesinatos en el último siglo. Así que las historias de fantasmas no se han separado de ella, por lo que incluso la oposición llegó a preguntar si este era el motivo de que Shinzo Abe no se hubiera trasladado a esta casa, como se esperaba.
Otro de los momentos más icónicos de su vida política fue el que quizá menos ha tenido que ver con su carrera, paradójicamente. Y probablemente no es uno de los que más orgulloso se sentía, si nos atenemos a las declaraciones que realizó después. Como mandatario del siguiente país anfitrión de las olimpiadas, apareció en los Juegos de Río de Janeiro con un disfraz de Super Mario y simulando que llegaba a través de una de las emblemáticas tuberías del videojuego. Era una forma de parecer más cercano a la ciudadanía y eliminar cualquier cariz político de una cita que tenía que ser puramente deportiva.
Su nombre ahora se liga para siempre a la historia más negra de Japón.
La muerte de Shinzo Abe ha sido el acontecimiento internacional que ha conmocionado a todo el planeta. Primero, por la importancia de su figura y su relevancia a nivel mundial. Segundo, por el hecho en sí. El ex primer ministro de Japón ha fallecido tras recibir varios disparos. Ha sido este mismo viernes, cuando se encontraba ofreciendo un discurso como parte de la campaña electoral en la ciudad de Nara. El asaltante, un miembro del ejército, le ha tiroteado por la espalda con el resultado de una parada cardiorrespiratoria y el traslado urgente al hospital, donde finalmente no ha podido sobrevivir.