David Cronenberg: del distanciamiento de su hija a sus dos matrimonios rotos

Maestro del horror biológico, de las atmósferas turbadoras y de un universo tan personal como intransferible. Así definen desde el Festival de Cine de San Sebastián a este prolífico y autodidacta director, calificándolo además como "uno de los más singulares del último medio siglo". A punto de cumplir los 80 años, David Cronenberg recibirá la mayor distinción honorífica del certamen en el teatro Victoria Eugenia junto a la otra homenajeada, la actriz francesa Juliette Binoche.

El canadiense, también guionista y actor, se suma así al listado de directoras y directores que han recibido el Premio Donostia, entre ellos Francis Ford Coppola, Woody Allen, Oliver Stone o Agnès Varda. Cronenberg regresa a la ciudad vasca con su último trabajo, 'Crimes of the Future', protagonizado por Viggo Mortensen, Léa Seydoux y Kristen Stewart.

Nacido en Toronto, hijo de una pianista y de un escritor, y con abuelos judíos procedentes de Lituania, el joven David creció entre libros y cómics que cimentaron su interés por la cultura y el cine. De una temprana fascinación por la ciencia ficción y la entomología, en concreto por el estudio de las mariposas, terminó decantándose por el séptimo arte.

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Desde sus primeros trabajos, Cronenberg ha dirigido una veintena de largometrajes, entre los que destacan obras convertidas en clásicos de géneros como la ciencia ficción, el terror, el drama psicológico o el thriller. Una obra marcada por temas como la enfermedad, la violencia, el sexo o la experimentación científica. Entre su filmografía destacan cintas como 'Crash' o 'Promesas del Este', que precisamente llegó a inaugurar la Sección Oficial del festival donostiarra.

En lo personal, el canadiense ha tenido una vida sentimental marcada por dos matrimonios, fruto de los cuales han nacido sus tres hijos. Se casó con su primera esposa, Margaret Hindson, en 1972: su matrimonio de siete años terminó en 1979 por culpa de diferencias tanto personales como profesionales. Tuvieron una hija, Cassandra. Su segunda esposa fue la cineasta Carolyn Zeifman, con la que estuvo casado hasta su muerte en 2017. La pareja se conoció en el set de su película 'Rabid' mientras ella trabajaba como asistente de producción. Tuvieron dos hijos, Caitlin y Brandon.

En el libro 'Cronenberg on Cronenberg' de 1992, el director reveló que su película 'The Brood' se inspiró en los acontecimientos ocurridos durante la ruptura de su primer matrimonio y el posterior distanciamiento de su primogénita.

Siempre peculiar, en una entrevista de 2013 con 'Variety', Cronenberg reveló que el legendario Martin Scorsese le había confesado que estaba intrigado por sus primeros trabajos, pero que le "aterraba" conocerle en persona. El canadiense cuenta que le dijo a su colega de profesión: "¿Eres el tipo que hizo 'Taxi Driver' y tienes miedo de conocerme?". En la misma entrevista, Cronenberg se identificó como ateo, asegurando que "cada vez que he tratado de imaginarme metido en la caja de alguna religión en particular, lo encuentro claustrofóbico y opresivo".

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En una de sus visitas al Festival de Venecia se refirió de nuevo a la religión hablando de que "Almodóvar entiende el cine como algo sagrado. Creo que tienes que ser católico para creer eso", provocando las risas de los periodistas que abarrotaban la sala en la que se celebró el encuentro con el cineasta.

Durante esa rueda de prensa, el veterano cineasta se refirió al debate sobre si hacer o no cine para ver en televisión o incluso en teléfonos, mostrándose totalmente favorable a la comodidad del hogar de cada uno. "Hace muchos, muchos años, que no voy a una sala", confesó. "No me importaría ver de nuevo 'Lawrence de Arabia' en un iPhone o un Apple Watch. Puede ser una película diferente, pero seguro que interesante", añadió de forma sorprendente.

Concienciado activista, no teme alzar la voz sobre los temas que considera importantes, aunque sus opiniones levanten polémica. En la última edición del Festival de Cannes por ejemplo, arremetió contra Estados Unidos por su ilegalización del aborto en algunos estados. "Siempre hay un Gobierno en alguna parte del mundo que quiere controlar a su población", señaló entonces.

"En Canadá pensamos que Estados Unidos está completamente loco, a juzgar por lo que dicen algunos funcionarios, no solo por el caso Roe-Wade, sino por todo lo demás. Hablamos de Rusia y Ucrania, pero siento vibraciones similares en nuestra frontera del sur", se lamentaba el director.