Susanna Griso entrevista a Olena Zelenska: "Llevamos un año sin vivir juntos"

Hace un año que estalló la guerra en Ucrania y, desde aquel primer momento, el matrimonio Zelenski vive separado por cuestiones de seguridad. Se lo ha contado la primera dama, Olena Zelenska, a Susanna Griso en la primera entrevista que la ucraniana concede a un medio español.

Para encontrarse con ‘Espejo público’, las condiciones han sido intensas, tal como contaba la propia periodista, quien se reunió con la primera dama en un palacio presidencial a oscuras, con las cortinas corridas, custodiadas por militares, bajo una medidas de seguridad extremas y con poco tiempo. Un tiempo que ha servido, no obstante, para conocer cuestiones que hasta ahora la pareja no había relatado.

Para lograr que Zelenska hablara de su propia vida y de cómo ha afectado la guerra a su familia, Griso tuvo que mantener largas conversaciones con su equipo de comunicación, que finalmente entendió que los espectadores quieren saber también el alcance de la invasión en la pareja presidencial. Y nos contó Zelenska que casi no ve a su marido, con quien no convive desde el 24 de febrero de 2022.

"Los niños le echan de menos"

“Esto nos agota -confiesa-. Llevamos casi un año ya sin vivir juntos. Puedo comunicarme con él por teléfono o verlo en el despacho, pero los niños no han tenido tanta suerte y le echan de menos. Cuando se ven son encuentros cortos y siempre estamos pendientes del reloj”. Una situación en la que no quiere incidir: “No voy a quejarme, esto no es lo peor que puede sucederle a alguien en tiempos de guerra”, ha dicho.

El matrimonio tiene dos hijos pequeños, que viven con su madre desde el inicio de la invasión. Mientras, Volodímir Zelenski vive en un punto desconocido del país: “Nunca se sabe en qué búnker duerme el presidente y tampoco la primera dama con sus hijos”, nos ha informado Griso, quien se ha desplazado hasta Kiev para pulsar el ritmo de Ucrania tras un año de guerra.

Nos ha contado que la población trata de hacer vida normal y hasta han visitado una escuela en la que una clase de niños de seis años le cantaba canciones en español, una imagen tierna pero dura a la vez, por la crudeza del momento. Porque esos niños llegaban de estar dos horas escondidos en el refugio del colegio por las sirenas de guerra.

Salud mental

Y es a eso a lo que se ha referido la primera dama en su entrevista, a la salud mental de las mujeres y los niños. El Gobierno ha impulsado programas de apoyo psicológico a las escuelas para proteger la salud mental porque, según ha declarado la misma Zelenska en la citada entrevista, “uno de los dolores más insoportables que sentimos es la influencia de la guerra sobre la salud mental de los niños. Da miedo decir que más de 400 niños han muerto y casi el doble han resultado gravemente heridos o lesionados. Pero hay un impacto invisible en esta guerra: el impacto en el estado psicológico en los niños”.

Unas palabras a las que ha añadido una frase digna de titular: “Nuestro mayor deseo es que la generación de nuestros niños no se convierta en la generación de la guerra, sino que sea la generación de la victoria. Debemos devolver a los niños la fe en la vida”.

"Cóctel muy difícil"

Cuando Griso le pregunta por el impacto de la invasión en su propia vida, a Zelenska le cuesta contestar porque nunca lo hace ya que para ella “es todo demasiado traumático”. La primera dama señala que “es difícil describir este estado en pocas palabras, es una tensión constante, es una mezcla de emociones lo que ahora sentimos todos los ucranianos, es un cóctel muy difícil, no sabes qué emoción esperar cada minuto”.

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Su marido y toda su familia se han convertido en poco tiempo en uno de los principales objetivos militares de los agresores, algo en lo que Olena Zelenska dice que prefiere no pensar: “Creo que en Ucrania todo el mundo está en riesgo. Yo intento no pensar en los peligros, tenemos que tener esperanza en algo mejor, prefiero pensar sobre el futuro que ahora estamos construyendo”.

Y en ese futuro sin guerra, se ve en libertad, haciendo una tarea tan simple y anodina que sorprende: “Lo pienso muchas veces, qué haría el primer día que no haya guerra, y me gustaría ponerme al volante y conducir libre, sin pensar en los peligros ni en cuánto tiempo estoy usando”. Y termina su entrevista con un halo de esperanza: “Quizás mi sueño se haga realidad”.