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Los Oscar de la modernidad y emoción 'made in Hollywood': 'Todo a la vez en todas partes'
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CRÓNICA

Los Oscar de la modernidad y emoción 'made in Hollywood': 'Todo a la vez en todas partes'

La ceremonia de este año será recordada por su agilidad y por el riesgo que supone premiar una película como la de los Daniels

Foto: Jamie Lee Curtis. (EFE/EPA/Etienne Laurent)
Jamie Lee Curtis. (EFE/EPA/Etienne Laurent)

Los Oscar se apuntan al futuro. Aunque el multiverso, tan moderno y tan actual, también tiene sus detractores. La noche de 'Todo a la vez en todas partes', la loca mezcla de géneros (con un multiverso que pone del revés la vida de la dueña de una lavandería) de los Daniels que se ama o se odia, se caracterizará por ser menos militante, menos política y reivindicativa que la de otros años. Pero sí la de unos premios que miran hacia adelante. No hubo bofetadas de Will Smith ni anécdotas de esas que hacen estallar Twitter. De hecho, si hubiese que reseñar una historieta en la alfombra roja, llena de modelitos que iban de lo esperpéntico a lo glorioso (Ana de Armas), habría que decir que esa fue la que protagonizó Lady Gaga.

La 'Poker Face' se quedó así, con cara de póker, cuando un fotógrafo se estampó contra la alfombra tras un mal tropiezo. La estrella corrió a ayudarle y protagonizó el chascarrillo previo a una noche cargada de emociones. Aunque James Cameron y Tom Cruise, 'salvadores' del cine gracias a sus taquillazos nominados, se lo perdiesen. Así lo resaltaba Jimmy Kimmel nada más comenzar la gala, recordando que los señores tras 'Avatar 2' y 'Top Gun: Maverick', los blockbusters que han devuelto al público a las salas tras la pandemia, se habían quedado en casa. Pero no hizo falta que estuviesen allí sentados, porque esta gala tuvo de todo un poco. Y sobre todo, lágrimas y discursos de esos que encogen el corazón.

"Muchísimas gracias por darme esta nueva bienvenida", dijo Ke Huy Quan, receptor del Oscar al mejor actor de reparto. Durante estos meses, ya lo vimos protagonizar momentos lacrimógenos en los Globos de Oro. Este domingo ganó la estatuilla en frente de 'papá Spielberg', el señor que le dio sus primeras oportunidades como integrante de 'Los Goonies', una de sus icónicas producciones de los 80, y en 'Indiana Jones y el templo maldito'. Efectivamente, este Oscar era una nueva bienvenida para él: de niño gracioso a señor de 51 años que ganó el premio llorando a moco tendido. "Estuve en un campamento de refugiados y ahora aquí. Esto es Hollywood", dijo.

placeholder Ke Huy Quan, con su Oscar. (EFE/Etienne Laurent)
Ke Huy Quan, con su Oscar. (EFE/Etienne Laurent)

Lo mismo ocurrió con Jamie Lee Curtis. Que una leyenda como ella ('reina del grito' gracias a 'Halloween' y de la comedia ochentera gracias a maravillas como 'Un pez llamado Wanda') dedicase su Oscar a la mejor actriz de reparto a otras dos leyendas ("Papá, mamá, he ganado un Oscar", refiriéndose a sus padres, Janet Leigh y Tony Curtis) supuso uno de esos momentos que justifican por sí solos galas como la de los Oscar. Esos son los instantes que conectan con la emoción primigenia de los amantes del cine. Los mismos que recuerdan que Antonio Banderas y Salma Hayek fueron los protagonistas de 'El mariachi', la película lanzadera de Robert Rodriguez, y sonríen al verlos entregar un premio juntos. O los mismos que se mueren de gusto al ver a Hugh Grant y Andie MacDowell, iconos de 'Cuatro bodas y un funeral', entregar otro. Fue muy buena, por cierto, la broma de Grant sobre su estado físico en comparación con el de su compañera. El guion estaba tan bien medido que hasta las parejas que salían al escenario eran guiños impagables para el espectador de una gala discreta pero muy ágil.

Tras su aparición estelar en la SuperBowl, Rihanna también puso su granito de emotividad y, de paso, a la platea en pie. Lo hizo cantando la balada de 'Wakanda Forever', dedicada al desaparecido Chadwick Boseman. Más emoción musical: Chandrabose se marcó un cover del 'Top of the World' de los Carpenters cuando recogió el premio a la mejor canción por el pegadizo 'Nattu Nattu' de 'XXX'. La Academia, ávida de contentar al cinéfilo joven y al de toda la vida, también tocó los corazones del público al elegir a John Travolta como presentador del In Memoriam. Adivinen quién fue la primera homenajeada entre todos aquellos que se fueron el año pasado: pues sí, Olivia Newton-John, la eterna Sandy que bailó y cantó junto a él en la icónica 'Grease'. Tampoco faltó en las diapositivas Kirstie Alley, con la que Travolta compartió plató en 'Mira quién habla'.

placeholder John Travolta, presentador del In Memoriam. (EFE)
John Travolta, presentador del In Memoriam. (EFE)

¿Dónde estaban los discursos comprometidos de otros años? Quizá uno de los que más se acercó a lo combativo fue el de Sarah Polley al recoger el premio al mejor guion adaptado por 'Ellas hablan'. Pero si lo comparamos con las furias anti-Trump de otros años, resultó algo tibio teniendo en cuenta el contenido de su distopía feminista. Las palabras de agradecimiento de los premiados apelaron más a las familias y a los seres queridos que a lo político o reivindicativo, como si Hollywood ya hubiese asumido, desde hace unos años, la inclusión y la diversidad. "Todos somos parte de nuestro contexto. Todos somos descendientes de algo o de alguien. Mi padre se enamoró de las películas y me lo inculcó", dijo uno de los Daniels (Kwan) al recoger el premio a la mejor dirección por la película que ha revolucionado a todo el mundo en todas partes. Spielberg, favorito desde hacía meses, se fue de vacío y sus 'Fabelman' (como 'Almas en pena de Inisherin' o la inquietante y genial 'Tár') también.

placeholder Rihanna, durante la gala. (EFE)
Rihanna, durante la gala. (EFE)

Si hablamos de lloros y emoción, mucho se esperaba del discurso de Brendan Fraser tras una campaña que ha tenido en su renacimiento profesional un importante leitmotiv. Y no hay nada que le guste más a Hollywood que un buen renacer de un actor en decadencia. "Empecé en este negocio hace más de 30 años y las cosas no siempre han sido fáciles", dijo de manera más taimada que en otras entregas de premios anteriores. Esta vez eran sus hijos los que moqueaban desde la platea. Después de él le llegó el turno a Michelle Yeoh, que hizo historia al convertirse en la primera mujer asiática en ganar el Oscar a la mejor actriz. Cuando lanzó un expresivo "que nadie os diga que se os ha pasado el arroz", en referencia a su edad y a las largas décadas que la han llevado hasta aquí, hizo que las mujeres del público se pusiesen en pie. Y no es para menos.

Como colofón final, Harrison Ford, emblema del Hollywood de siempre, ese en el que todavía existían las estrellas, entregó el premio gordo, el de mejor película, a 'Todo a la vez...'. No faltarán, este lunes, editoriales sobre la 'modernez' que supone darle un premio así a la película de los Daniels, pero lo que queda claro es que la Academia de Hollywood no quiere que, dentro de varias décadas, la tachen de conservadora (y de ciega) por no haber sabido ver una película que hace de lo extravagante y lo original su principal seña de identidad. Que nadie diga que, a sus 95 años, los Oscar se han quedado rancios. Aunque sigan apelando al sentimiento (que nos encanta) para conquistarnos. Lo viejo y lo nuevo. Como decían en 'El gatopardo', que todo cambie para que todo siga igual.

Los Oscar se apuntan al futuro. Aunque el multiverso, tan moderno y tan actual, también tiene sus detractores. La noche de 'Todo a la vez en todas partes', la loca mezcla de géneros (con un multiverso que pone del revés la vida de la dueña de una lavandería) de los Daniels que se ama o se odia, se caracterizará por ser menos militante, menos política y reivindicativa que la de otros años. Pero sí la de unos premios que miran hacia adelante. No hubo bofetadas de Will Smith ni anécdotas de esas que hacen estallar Twitter. De hecho, si hubiese que reseñar una historieta en la alfombra roja, llena de modelitos que iban de lo esperpéntico a lo glorioso (Ana de Armas), habría que decir que esa fue la que protagonizó Lady Gaga.

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