'Imitación a la vida': 65 años de la película de Lana Turner marcada por un asesinato y una hija homicida

Cuando el madrileño Antonio Drove entrevistó al director Douglas Sirk en su casa de Suiza, 'Imitación a la vida' ocupó una parte importante de la conversación. Lo pueden comprobar en esa joya de libro que habla de la extensa entrevista (emitida en TVE en los 80) llamado 'Tiempo de vivir, tiempo de revivir'. La película, que estos días cumple 65 años, fue la última de la carrera hollywoodiense de Sirk, el llamado maestro del melodrama. También la más taquillera de Universal de toda la década de los 50. Una cinta que se miró cara a cara con 'Ben-Hur', 'Con faldas y a lo loco' y otros exitos 'made in Hollywood' de aquel lejano 1959. La historia de dos madres y dos hijas, una blanca y otra negra, con ribetes de racismo (la hija de la segunda no acepta que su madre sea de una raza discriminada) y críticas a la superficialidad del 'show bussiness' (la primera mamá es una actriz que busca la fama a toda costa a expensas de la relación con su hija) caló hondo en el público.

La protagonista, una Lana Turner en esa etapa de su carrera en la que interpretaba a matronas ricas a infelices con una especie de peinado repollo en la cabeza, hizo aquí una de sus mejores interpretaciones. Un año antes, la estrella había vivido un escándalo que marcaría el devenir de su carrera.

Retrocedamos en el tiempo a 1958, doce meses antes del estreno de esta segunda adaptación de la novela de Fannie Hurst (la anterior data de los años 30 y la protagonizó otra grande de Hollywood: Claudette Colbert). Por entonces, Lana tenía 38 años, se había casado unas cuantas veces y el vodka era su compañero más estable. El gángster Johnny Stompanato comenzó a salir con ella y aprovechó esa situación: no solo la utilizó para limpiar su imagen, sino que la maltrataba sistemáticamente delante de su hija Cheryl.

El 4 de abril de 1958, la joven presenció una acalorada discusión entre su madre y el amante. "Si me dejas, te rajo", le espetó Stompanato a la actriz. Presa del pánico, Cheryl acabó asestándole una puñalada al gángster. El juicio posterior fue un auténtico calvario para madre e hija. La prensa sensacionalista se cebó con la historia y aseguró que la realidad tenía que más que ver con la hija enamorada del gángster y loca de celos por la relación que este tenía con Turner. Sin embargo, ella nunca lo confirmó y acabó siendo absuelta de todos los cargos.

Se podría ver 'Imitación a la vida', en la que Lana encarnaba a una actriz que ve cómo su hija se enamora, inesperadamente, de su compañero vital, como una reacción a la noticia que paralizó Estados Unidos y llenó los periódicos de titulares amarillistas. A nadie le extraña tampoco que fuese una película taquillera. Al fin y al cabo, el público ansiaba comprobar si tenía algo que ver con el morbo que rodeaba la historia real de la estrella.

Lana fue bastante inteligente a la hora de elaborar su contrato. Cobró una cantidad bastante inferior a los 25.000 dólares por semana de otras películas. A cambio, exigió el 50% de la taquilla que obtuviese la película. Eso la llevó a ganar 2 millones de dólares. Durante el rodaje, Turner tuvo días mejores y otros peores. El momento álgido del film, el clímax lacrimógeno, es el del funeral por Juanita Moore, la pobre criada negra que se pasa la vida luchando por una hija que parece no quererla. Durante la misa por su fallecimiento, la mismísima reina del gospel, Mahalia Jackson, interpreta una canción. Ante esos cantos ('Trouble of the world' se llama la canción) y no se sabe muy bien por qué, la protagonista del film comenzó a llorar y tuvo que irse a su camerino. Cuenta la leyenda que solo volvió al plató cuando la representante le dio una bofetada. Quien sabe si la anécdota es real o no se trata solo de otra rocambolesca historia sobre el Hollywood clásico.

Volviendo a ver el film, para el que el productor Ross Hunter usó joyas reales y exigió opulencia en cada uno de los decorados, es justo reivindicar el papel de la mencionada Juanita Moore. Para los estudiosos del melodrama, ella era el alma de la película, la verdadera protagonista con ese conflicto maternofilial con el que se criticaba el racismo de la época. Que la elegida para encarnar a su hija, Susan Kohner, fuese una actriz blanca, es algo que los revisionistas históricos también han criticado hasta la saciedad.

Ya en su día, algunos medios sureños cargaron contra el trato que se le daba a los personajes de color en la película. "Imitación de la vida' es una difamación contra la raza negra. Calumnia a nuestros hijos y a la madre negra. Debería prohibirse en aras de la unidad nacional, la armonía, la paz, la decencia y el respeto interracial. 'The Tribune' rechaza toda publicidad al respecto y hará un piquete en el área de Los Ángeles y pedirá a la NAACP (Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color) que lo condene, se oponga y ponga piquetes", dijeron en un comunicado.

Como buen melodrama sirkiano, abundan las composiciones anguladas, los espejos que reflejan partes recónditas de la vida de los personajes, los claroscuros en la fotografía o la acerada crítica social a la conformista América de los 50. 'Imitación a la vida' incluye secuencias que aún hoy son perturbadoras. La del bofetón del chico a la chica por los prejuicios racistas o el multitudinario entierro con caballos blancos y música celestial de fondo son algunas de ellas. Son imágenes que se han quedado grabadas en el imaginario colectivo de esos cinéfilos que, visionarios ellos, nunca consideraron el melodrama como un género menor. Tendrían que pasar años y varios Antonios Drove para que se considerase a Sirk el enorme artista que era, para encontrar la ironía de sus 'happy endings' o mirar más allá de los folletines que parecía rodar con un estilo inconfundible.

Para Lana Turner, la película fue una catarsis con respecto a su tragedia personal; un ensayo cuasibiográfico que batió récords de taquilla y fue uno de los retratos más duros de un Estados Unidos que estaba a punto de cambiar para siempre.