Jack Lemmon, el hombre corriente de Hollywood que nació en un ascensor y venció al alcoholismo
Hace pocos días se cumplían cien años del nacimiento del actor de 'El apartamento'. Un nuevo libro repasa su vida y sus películas
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Como todo en nuestros días, los centenarios de las estrellas de Hollywood, incluso de las más importantes, ya no son lo que eran. El de Jack Lemmon, puntal imprescindible para entender el cine de la segunda mitad del siglo XX, quizá haya pasado algo desapercibido. El actor predilecto de Billy Wilder ("él era mi hombre de la calle, todo lo que hacía tenía un rasgo de genialidad", dijo una vez sobre él), el jovenzuelo que en el agonizante apogeo del glamour (mediados de los 50) se hizo famoso por encarnar al tipo corriente, al que verías paseando cualquier día en cualquier calle, hubiese cumplido 100 años el pasado 8 de febrero. Un nuevo libro ('El universo de Jack Lemmon', de la editorial Notorious) celebra el aniversario con un amplio repaso a su filmografía y un glosario de términos sobre su vida y milagros que nos sorprende con datos inesperados.
¿Sabían, por ejemplo, que Jack Lemmon superó una malísima relación con la botella y el alcohol? ¿O que nació en un ascensor? Esto último ocurrió el 8 de febrero de 1925 en Newton, Massachusetts. Dicho ascensor era uno de los tres que había en el Newton-Wellesley Hospital de su ciudad. A su madre, que acudió allí en mitad de dolores insoportables, no le dio tiempo a llegar al paritorio y lo pasó tan mal que tuvo claro lo que tenía que comunicarle a su marido desde aquel día en el que tuvo a su recién nacido en brazos. "Lo único que le dije a tu padre es, ya está, nunca más". Efectivamente, Jack fue hijo único.
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Vástago del dueño de una empresa de bollería, fue uno de esos jóvenes que se fueron a estudiar a Harvard y que, de repente, se quedaron hipnotizados por el teatro de la universidad. El joven Jack, como todos le llamaban, también era un gran aficionado al piano y, de hecho, sus primeros trabajos fueron como pianista. “Solía tocar en el Old Knick Music Hall, en la Segunda Avenida de Nueva York, allá por los años 40 cuando empecé. Algunas semanas, no nos pagaban, porque no había suficientes personas allí para darnos nada. A veces, tal vez recibías cinco dólares. Dividíamos lo que quedaba el sábado por la noche. Pero obtuvimos un trozo de pollo y patatas fritas todas las noches", dijo en una entrevista.
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La carrera de aquel chico que se instaló en Broadway y que, en 1954, consiguió un contrato con Columbia Pictures fue meteórica. Y es que desde su debut en 'La rubia fenómeno', dirigida por George Cukor y al lado de Judy Holliday, Lemmon tenía un timing cómico, una mirada y una forma de aparecer ante la cámara que resultaban bastante insólitos en aquel Hollywood de galanes y héroes de una pieza. En aquella primera película, el también director de 'Historias de Filadelfia' le dio uno de los mejores consejos de su vida interpretativa: "Menos es más". Así fue como Lemmon mantuvo a raya, unas veces con máyor éxito que otras, cierta tendencia a la sobreactuación.
En 1955, las revistas Motion Picture Herald y Fame lo incluyeron en la lista de los diez actores más prometedores y, apenas unos meses después, recibió su primer Oscar al Mejor Actor Secundario por 'Escala en Hawai'. Pese a todo, parecía que Harry Cohn, el tiránico jefe del estudio, no acababa de aprovechar sus posibilidades del todo. Al actor no le gustó, por ejemplo, que lo colocasen como loco bonguero en la fascinante 'Me enamoré de una bruja'. Afortunadamente para el mundo, en 1959 llegó al rescate el gran Billy Wilder, que lo travistió para 'Con faldas y a lo loco'. El resto es historia. Lemmon compartía cartel con dos estrellas de sobra consagradas: Tony Curtis y Marilyn Monroe. Y, en muchos aspectos, se puede decir que les hizo sombra y llegó a brillar más que ambas.
La cara de Jack Lemmon al escuchar aquello de ‘Nadie es perfecto’ de boca de Joe E. Brown al final de la que muchos consideran la mejor comedia de la historia es patrimonio de la humanidad.
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Nadie que lo haya visto en 'El apartamento', donde encarnaba a ese pobre diablo que presta las llaves de su hogar a jefes de medio pelo que llevan allí a sus amantes, podrá olvidarlo jamás. Su rostro al ver el espejo roto en manos de Shirley Maclaine, un símbolo de esas decepciones amorosas que se clavan en el alma como puñales, demostró que también estaba hecho para el drama. Y además en una obra maestra de esas que se siguen estudiando en todas las escuelas de cine. Por su interpretación fue nominado al Oscar de la Academia de Hollywood y pasó a la historia del cine.
En el 62 repitió con Wilder y con Maclaine en 'Irma la dulce' y después de 'En bandeja de plata' (1966), 'Avanti' (1972) que se estrenó aquí con el título '¿Qué pasó entre tu padre y mi madre?' y 'Primera Plana', demostró ser el intérprete más destacado entre aquellos que trabajaron para el vienés. “Cuando cualquier actor entra en una habitación, no tienes nada, y cuando el que entra es Jack, inmediatamente tienes una situación: es casi inexplicable lo que es capaz de provocar él solo, con su veloz verborrea y sus rápidos movimientos”, decía el director de 'El crepúsculo de los dioses'.
En 1971, Lemmon creó su propia productora, dirigiendo 'Jotch', en la que intervino Walter Matthau, amigo con el que también formó tándem irrepetible, y en 1973, ganó un segundo Oscar por 'Salvad al tigre'.
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Unos años antes de aquella época, cuando seguía en la cresta de la ola y otros de sus coetáneos languidecían, tuvo los problemas con el alcohol de los que hablábamos antes. La rehabilitación de Lemmon fue dura, tal y como él mismo reveló años después. Muchos supieron entonces por qué había tenido la capacidad de transmitir tanta veracidad en la emblemática 'Días de vino y rosas' de Blake Edwards. Aquella pareja de inadaptados que viven por y para la botella que interpretaron él y una magnífica Lee Remick todavía resuenan en la memoria de los espectadores de varias generaciones. Para él mismo, aquella cinta supuso una enorme catarsis.
La semilla de su desdicha estuvo en el desamor. Casado en 1950 con la actriz Cynthia Stone, se divorció de ella en 1956. Fue aquella ruptura la que contribuyó a que el alcohol fuese su amigo más querido. En 1962 se casó con Felicia Farr y fue ella la que lo ayudó a dejarlo. Tuvieron dos hijos y estuvieron juntos hasta el mismo día de su muerte.
Con los años y la veteranía, Lemmon se hizo adepto al cine de cariz más militante que encajaba con su ideario político. En 1982, por ejemplo, fue el padre desesperado por la desaparición de su hijo durante la dictadura militar de Pinochet en 'Missing (Desaparecido), modélica cinta Costa Gavras. Por aquel trabajo ganó premios como el del Festival de Cannes. El compromiso político también se tradujo en un premio de honor de manos del mismísimo Gabriel García Márquez en el festival de cine de La Habana en 1985.
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En la década de los 90, tras un sinfín de películas, Lemmon ya era una especie de institución pero también ese amigo que querrías tener, del que nadie habla mal y al que todo el mundo quiere. La razón de ese éxito va más allá de la mitología del viejo Hollywood o de los peliculones en los que estuvo: Jack Lemmon era la encarnación del hombre corriente, el perdedor tragicómico que todos somos en muchos de los días de nuestra vida. Y por eso lo querremos siempre.
Como todo en nuestros días, los centenarios de las estrellas de Hollywood, incluso de las más importantes, ya no son lo que eran. El de Jack Lemmon, puntal imprescindible para entender el cine de la segunda mitad del siglo XX, quizá haya pasado algo desapercibido. El actor predilecto de Billy Wilder ("él era mi hombre de la calle, todo lo que hacía tenía un rasgo de genialidad", dijo una vez sobre él), el jovenzuelo que en el agonizante apogeo del glamour (mediados de los 50) se hizo famoso por encarnar al tipo corriente, al que verías paseando cualquier día en cualquier calle, hubiese cumplido 100 años el pasado 8 de febrero. Un nuevo libro ('El universo de Jack Lemmon', de la editorial Notorious) celebra el aniversario con un amplio repaso a su filmografía y un glosario de términos sobre su vida y milagros que nos sorprende con datos inesperados.