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¿Quién mancilló a la hija de la Pantoja?
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Gema López

Malas Lenguas

Por
Gema López

¿Quién mancilló a la hija de la Pantoja?

A pesar  de las críticas que por mi parte ha recibido Isabel Pantoja durante los últimos años, basadas  en su mayoría en los comportamientos ilegales que

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A pesar de las críticas que por mi parte ha recibido Isabel Pantoja durante los últimos años, basadas en su mayoría en los comportamientos ilegales que le han valido una pena de cárcel, hoy siento lástima por esa madre que sufre una pena mayor que la que le otorga la justicia. Ni los algodones, ni el palacio de cristal llamado Cantora ( aunque allí hace tiempo que nadie canta de alegría) en el que ha intentado mantener a salvo a su hija, le han servido para evitar que la niña se haya convertido en una joven díscola que a sus dieciocho años quiere volar a otro nido, construido a golpe de exclusiva.

Isabel anda estos días desesperada porque su hija ya no oye sus consejos, sino los de un novio que, sabiendo que su imagen cotiza a la baja, ha decidido implantar sus normas bajo el as en la manga de una paternidad mediática. A falta de trabajo y recursos, la salida es un posado navideño a bombo y platillo, en este caso más bombo que platillo, con el que ganarse un techo en el que cobijarse, a la espera de la llegada del retoño.

Entre la espada y la pared o entre un amor de juventud y una madre que intenta medir los tiempos, Chabelita ha decidido hacer las cosas a su manera, plantándole cara a la mismísima Pantoja como nadie lo había hecho hasta el momento. Isabel, como buena gallina, disculpa al polluelo y echa balones fuera: “A mi hija me la han estropeado en un año y medio”, comentaba el pasado viernes a María Patiño, en clara referencia al episodio televisado en el que su hija había tenido un encuentro amoroso con otro novio anterior a Alberto, en casa de una amiga de la cantante. Y ahí es donde la Pantoja vuelve a errar.

Culpabilizar a terceros por un hecho puntual, cuando con el tiempo y alejada de esa “mala influencia” (que un día cometió el error de dejar solos a dos adolescentes) su hija ha cambiado de novio, se ha quedado embarazada y ha decidido contra viento y marea contravenir la órdenes de la matriarca, es no querer asumir que cuando una adolescente decide ciertas cosas en la vida, no hay Pantoja que pueda evitarlo.

Tras los disgustos con su hijo, la cantante había depositado todas las esperanzas en Chabelita sin imaginarse que, un día, la niña seguiría los pasos de una parentela que para salir de baches vende y posa, posa y vende, con la misma facilidad que las plañideras lloran en un funeral. Si la última bronca ha venido porque Isabelita y su novio han decidido dar una exclusiva, siguiendo la estela de su madre y su hermano, habrá que preguntarse qué se hizo mal en una casa en la que, cada vez que faltaban recursos, se desempolvaba el retrato del desaparecido Paquirri para colocarlo en portada. Tendrá que revisar Pantoja si el caldo de cultivo en el que la niña se hizo mujer y donde los flashes y los focos se manejaban talón en mano, no han deslumbrado a una joven dispuesta a dar la campanada.

Una reflexión que Pantoja no está dispuesta a hacer, puesto que eso implicaría un examen interior y la soberbia ha vuelto a dejar ciega a una madre que, aunque doliente, siempre ha necesitado a alguien a quien culpabilizar.

A pesar de las críticas que por mi parte ha recibido Isabel Pantoja durante los últimos años, basadas en su mayoría en los comportamientos ilegales que le han valido una pena de cárcel, hoy siento lástima por esa madre que sufre una pena mayor que la que le otorga la justicia. Ni los algodones, ni el palacio de cristal llamado Cantora ( aunque allí hace tiempo que nadie canta de alegría) en el que ha intentado mantener a salvo a su hija, le han servido para evitar que la niña se haya convertido en una joven díscola que a sus dieciocho años quiere volar a otro nido, construido a golpe de exclusiva.

Chabelita Isabel Pantoja