Es noticia
Menú
La última víctima de Alberto de Mónaco
  1. Celebrities
  2. Malas Lenguas

La última víctima de Alberto de Mónaco

Resulta llamativo que en un Principado de opereta llamado Mónaco, que se colocó en el mapa gracias a la gracia de Gracia, cuyas princesas poco se

Foto: El príncipe Alberto, junto a su esposa Charlene en el Día Nacional de Mónaco (Gtres)
El príncipe Alberto, junto a su esposa Charlene en el Día Nacional de Mónaco (Gtres)

Resulta llamativo que en un Principado de opereta llamado Mónaco, que se colocó en el mapa gracias a la gracia de Gracia, cuyas princesas poco se parecen a las de Disney, sino más bien a cualquier diva trasnochada del pop que, tras piruetas circenses y escándalos de cama, acaban en una cuneta esperando a que alguien las saque a danzar en el Baile de Rosa, todavía existan leyes arcaicas y retrógradas que sitúen a la nueva cachorrra de esta estirpe de sangre azul en el papel de segundona. Y todo por el simple hecho de ser hembra. En el Principado aún no han caído en la cuenta de que si a estas alturas se sigue hablando en el mundo de ellos, es por ellas.

Fue necesaria la llegada de Gracia Patricia para que el pequeño territorio adquiriese glamour y relieve social. El aburrido Rainiero tiró de guión de cine y de belleza de celuloide, con el fin de que la nueva Alteza Serenísima le diese empaque a su paraíso particular en la Costa Azul. El Principado siempre será recordado por ella y por sus hijas, porque, a pesar de que el heredero fuese Alberto y ahora lo sea su hijo, en Mónaco siempre han reinado ellas.

placeholder Alberto inaugurando una exposición dedicada a su madre (Gtres)
Alberto inaugurando una exposición dedicada a su madre (Gtres)

Lo mejor y lo peor del Principado lo han protagonizado las mujeres. Con la trágica muerte de Gracia llegó la leyenda, con los amores de Carolina vinieron los quebraderos de cabeza, la viudedad hecha hembra en las revistas y los paraguazos de un tercer marido que, de tanto empinar el codo, le borró la sonrisa de por vida. La rebelde Estefanía significó el advenimiento del escándalo, el sexo explícito, el circo del siglo XXI y el acoso de una diva que nunca lo fue.

En mitad de este caos, creció un Alberto algo insulso, sobre el que algunas escribían halagos de sus dotes viriles mientras que otros dudaban de su tendencia sexual. Costó casar al heredero, pero para cuando lo hizo, él ya llevaba dos hijos de relaciones extramatrimoniales, a los cuales le costó reconocer y que no tienen ningún derecho en la línea sucesoria, a pesar de que uno de ellos sea varón.

placeholder Estefanía, otra de las féminas del Principado (Gtres)
Estefanía, otra de las féminas del Principado (Gtres)

Porque en Mónaco se permite todo. Los paraísos fiscales, los circuitos de blanqueo a los ojos de cualquiera o los numerosos grupos mafiosos en un territorio de apenas dos kilómetros cuadrados. Todo menos que una mujer se convierta en heredera, si existe un hombre que lo pueda hacer.

Se estima que la fortuna de la familia Grimaldi es superior a los 2.500 millones de euros, que en la actualidad son gestionados por Alberto y en el futuro por su hijo. Ante este agravio para su hija, la única expectativa es convertirse en una nueva reina. Eso sí, de revista.

Resulta llamativo que en un Principado de opereta llamado Mónaco, que se colocó en el mapa gracias a la gracia de Gracia, cuyas princesas poco se parecen a las de Disney, sino más bien a cualquier diva trasnochada del pop que, tras piruetas circenses y escándalos de cama, acaban en una cuneta esperando a que alguien las saque a danzar en el Baile de Rosa, todavía existan leyes arcaicas y retrógradas que sitúen a la nueva cachorrra de esta estirpe de sangre azul en el papel de segundona. Y todo por el simple hecho de ser hembra. En el Principado aún no han caído en la cuenta de que si a estas alturas se sigue hablando en el mundo de ellos, es por ellas.

El redactor recomienda