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Una comedia fuera de onda
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Una comedia fuera de onda

Estamos sin duda ante una de las comedias más desaliñadas de la temporada, y lo curioso es que quien la firma, Richard Curtis, es el mismo

Estamos sin duda ante una de las comedias más desaliñadas de la temporada, y lo curioso es que quien la firma, Richard Curtis, es el mismo capaz de mantener el tipo en películas como Cuatro bodas y un funeral o El diario de Bridget Jones –aunque no tanto en Love Actually-.

 

Curtis, que se inspira para esta historia en sus vivencias juveniles, comete unas cuantas meteduras de pata en el guión, verdadera fuente de todos los males de esta cinta llena de personajes estrambóticos, algo incomprensibles y con poca gracia. Casi todos ellos son locutores de una de las radios pirata que emitían rock en el Reino Unido de los 60, una época en la que la BBC se empeñaba en emitir sólo música clásica y jazz. Estos corsarios de las ondas que tenían millones de seguidores no podían estar alojados en sitio más apropiado: barcos. De esta manera evitaban ser fácilmente localizables por las autoridades.

 

Nuestro guía en ese ambiente es –como suele ser habitual- un neófito en la materia, un joven -Tom Sturridge- con el que de golpe y porrazo conocemos las miserias de estos personajes adorados por sus oyentes. El problema estriba en que Curtis abusa del chiste fácil y no sabe desarrollar con efectividad escenas contundentemente humorísticas, de manera que momentos como aquel en el que el joven intenta perder la virginidad resultan un tanto manidos.

 

Curtis tiene en su manos una serie de elementos más que sobrados para hacer una gran comedia. Pero no lo logra. Desaprovecha la rivalidad entre los personajes de los muy talentosos Philip Seymour Hoffman y Rhys Ifans; no le saca suficiente punta al personaje de Kenneth Branagh, por otra parte lo más gracioso de la cinta; y tampoco aprovecha la cantidad de chistes que podían darse a costa de los gustos musicales de cada uno –que nadie se piense que esto es Alta fidelidad, porque, tristemente, no lo es-.

 

Radio encubierta es, por tanto una película que falla en el que se supone que es el fuerte de Curtis, el humor, y esto la hace doblemente decepcionante. Ni sus actores ni la estupenda banda sonora repleta de temazos de los 60 –imaginamos que la mayor parte del presupuesto se ha ido en derechos- pueden enmendar la plana a un relato tan irregular y con un final tan forzado. No se puede estar más fuera de onda.

 

LO MEJOR: El aire hitleriano absurdo de Kenneth Branagh.

 

LO PEOR: Que es una comedia y… no es graciosa.

 

'Radio encubierta', foto a foto 

 

Criterio de valoración:
Obra maestra.
Muy buena.
Buena.
Interesante.
Regular.
Mala.

Estamos sin duda ante una de las comedias más desaliñadas de la temporada, y lo curioso es que quien la firma, Richard Curtis, es el mismo capaz de mantener el tipo en películas como Cuatro bodas y un funeral o El diario de Bridget Jones –aunque no tanto en Love Actually-.