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Reminiscencias del 'flower power'
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Reminiscencias del 'flower power'

Suele Ang Lee situar a algunos de sus personajes en conflicto con la libertad. Quién no recuerda la contradicción permanente en la que vivía sumido Ennis

Suele Ang Lee situar a algunos de sus personajes en conflicto con la libertad. Quién no recuerda la contradicción permanente en la que vivía sumido Ennis del Mar (genial Heath Leger) en aquella historia de amor entre dos vaqueros gays del estado de Wyoming (Brokeback Mountain). O el camino hacia la liberación sexual que recorren Sigourney Weaver, familia y amigos en La tormenta de hielo, un impresionante, narrativamente cuasiperfecto, retrato de la América de los setenta.

Regresa Ang Lee con Destino: Woodstock a esa época. Pero apenas hay en esta película referencias históricas o políticas. Ni si quiera una intención real de homenajear a aquel festival musical del 69 que da título a la película y que representa, al mismo tiempo, la cúspide del flower power y el inicio de su decrepitud.

El escenario del festival es terreno vedado para Lee, que sabía de ante mano que esa parcela ya había sido ocupada por el documental de Michael Wadleigh (Woodstock), al que el propio Lee homenajea en ciertas secuencias, al subdividir la pantalla en el montaje.

Destino: Woodstock es sobre todo la narración, a ratos trivial, de lo ocurrido en los días previos al festival. De cómo aquellos jóvenes melenudos cambiaron la forma de pensar de algunos de los habitantes de la pequeña villa que les acogió y, sobre todo, de cómo influyeron esos acontecimientos en Elliot Tiber, organizador local (y ocasional) del certamen, que después escribiría una novela sobre el tema, y protagonista omnipresente del film.

Avanza la narración entre lo descriptivo y lo cómico, explotando en todo momento las facultades interpretativas de una a ratos excesiva Imelda Staunton, que interpreta a la madre de Elliot. Hay en esta cinta secuencias de gran ingenio y lucidez, algo de rock and roll y mucha nostalgia, pero el conjunto no sobrepasa lo anecdótico. El proceso de liberación sexual que vive Elliot a lo largo del festival se muestra incapaz de acercarnos del todo al verdadero espíritu que impregnó aquellos días. 'Espíritu' que el director idealiza con cierta candidez.

LO MEJOR: la comicidad de ciertos lances.

LO PEOR: lo anecdótico del conjunto.

 

Suele Ang Lee situar a algunos de sus personajes en conflicto con la libertad. Quién no recuerda la contradicción permanente en la que vivía sumido Ennis del Mar (genial Heath Leger) en aquella historia de amor entre dos vaqueros gays del estado de Wyoming (Brokeback Mountain). O el camino hacia la liberación sexual que recorren Sigourney Weaver, familia y amigos en La tormenta de hielo, un impresionante, narrativamente cuasiperfecto, retrato de la América de los setenta.