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Un día en la trinchera de Wyoming
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'El intermedio' alcanza récord de espectadores

Un día en la trinchera de Wyoming

El público demanda información y Wyoming ironiza uno de los momentos más candentes para la ciudadanía en 'El intermedio'

21:30 horas de la noche. El Gran Wyoming da la bienvenida a los espectadores de El intermedio. “Ya conocen las noticias. Ahora, les contaremos la verdad”. La misma frase de todos los días. El presentador tiene un taco de folios azules sobre la mesa y un guión atado hasta la última coma. Esas comas, esos puntos, esos gags, se han trabajado desde primera hora de la mañana, pero para contar esa historia hay que retroceder en el tiempo.

El intermedio abre sus puertas a las 10 de la mañana. La primera en llegar es Carmen Aguilera, la subdirectora del programa. Las sillas de la sede de Globomedia van llenándose poco a poco. El líder es Miguel Sánchez Romero, su director, al que todos llaman Maikol. El equipo forma filas y la maquinaria del programa se pone en marcha. La primera reunión tiene lugar a las 10:30 horas con los guionistas. “¿Alguien vio ayer El cascabel?”, dice Maikol nada más entrar por la puerta. En esa sala no hay mordazas.

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Uno por uno, los temas que terminarán en el guión se van desmenuzando. 12 personas alrededor de una mesa que tiene como única conexión con el exterior un ordenador en el centro. Los folios comienzan a llenarse de apuntes. “Yo prefería tener un país mejor y peores datos de audiencia”, declara el director del programa a Vanitatis. “La gente demanda más información para saber cómo va a vivir el presente y el futuro. Bárcenas sacudió los cimientos políticos del país, no sólo los nuestros. La gente quería saber qué pasaba mientras nos pedían que nos abrochásemos el cinturón”.

La segunda reunión tiene lugar una hora después, con los redactores y documentalistas del espacio. Ellos serán los encargados de recopilar toda la información posible sobre los temas de actualidad para que los guionistas ironicen. El reparto de temas es función de Aguilera, la subdirectora. Cada uno ofrece su punto de vista, su background y su hemeroteca personal. Los redactores formarán pareja con los guionistas. Cada oveja con su pareja.

A partir de ese momento quedan ocho horas por delante para crear un programa de televisión. “Lo que algunos llaman telebasura no coincide con mi criterio de lo que es telebasura. Me parecen peor algunas tertulias políticas. Que España se divida entre detractores y seguidores de la Pantoja me da exactamente igual”, relata Maikol. Y todo este trabajo quedará reducido a los folios azules que terminarán en la mesa de Wyoming.

Los rostros aparecen en escena

No es hasta las 18:00 horas de la tarde cuando los que pasan por maquillaje y peluquería llegan a la escena del crimen. Son los principales nombres de la cabecera. La cara del programa. A los que el público para por la calle. Los que firman autógrafos. Ellos ponen la voz a la obra literaria que cada día escriben los que están un piso más arriba.

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Mientras el colorete recorre el rostro de Sandra Sabatés, una primera versión del guión llega a sus manos. “Normalmente lo recibimos en peluquería y maquillaje. Hacemos una primera lectura rápida y después nos metemos cada uno en nuestro camerino a estudiar. Luego hacemos un ensayo general justo antes del directo. Como últimamente hay mucha más actualidad, a veces la última versión del guión no llega hasta que comenzamos porque hay que actualizarlo. A veces no llegamos ni a practicar un tema”, cuenta Sabatés, la mano derecha de Wyoming.

Y, de pronto, Chechu. ¿Y quién es Chechu? ¡Chechu es Wyoming! Entre bambalinas, todo el mundo le llama así. “Amigos, dice él”. Aparece en escena con una bolsa de Risketos en una mano y un refresco (light) en la otra. Esa es su cena. Los espectadores le ven mientras ponen la mesa para la suya. Él tiene otro tipo de comandas en laSexta. Un menú que se ha cocinado a fuego lento durante todo el día. Sin él. Folios azules para que en ellos no se refleje la luz de los focos.

¡Un minuto! Son las 21:29 horas y Wyoming y Sandra Sabatés todavía están ensayando el guión con Maikol, el regidor y los guionistas de guardia. El piloto de la cámara se enciende en rojo y eso quiere decir que Wyoming ya es uno más en el salón de sus espectadores.

Una línea editorial marcada

“Nosotros no tenemos seguidores, tenemos una puta legión”, comenta Gonzo a Vanitatis justo antes de salir a realizar su próximo reportaje. “En El intermedio se hace un periodismo con una línea editorial clara. Yo no soy socialista y no les he votado en la puta vida. Si ves todos los reportajes que hacemos, lo que hacemos es defender el interés de la sociedad. Cuando el PSOE estaba en el poder les dimos mucha caña con Couso y el tema de WikiLeaks”, responde el reportero. “Este es un programa totalmente normal en el resto del mundo. En otros países hay programas bastante más cañeros y no pasa nada”, añade el propio Wyoming.

Su línea les ha llevado a encontrarse con varios opositores por el camino. Dentro de la caja tonta se han quitado de encima a Intereconomía y se han topado con 13tv, su primera diana actualmente. “Nosotros no estamos en guerra con nadie”, señala Wyoming. “Lo que pasa es que nos reímos de determinadas cosas. Un día contaron que en España no había desahucios. Esto es terrible. No puedes decir eso por mucho que te paguen”, comenta el presentador del programa. “Nuestra relación con 13tv me preocupa menos que la información que transmiten a la ciudadanía. Creo que es absolutamente sesgada y nada rigurosa. Este programa es una revista de medios y tenemos que hablar de ellos. Yo sería más feliz si se hiciese otro tipo de periodismo”, añade el director Maikol.

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El otro enemigo es el propio Gobierno, y ya van dos dianas. ¿Molesta al poder? “Sí. Les molesta que la gente hable por su cuenta. Al Gobierno le molesta que se cuente la verdad”, contesta Wyoming. “Yo nunca he recibido una llamada”, comenta Maikol sobre el asunto.

Su tercer dardo está dentro de su propia empresa. Atresmedia está participada por el Grupo Pleneta, dueños de La Razón, el periódico de cabecera de El intermedio. En esta guerra de vecinas entre Wyoming y Marhuenda, director del medio escrito, parece no haber repercusiones empresariales. “La Razón cuenta las historias como ellos quieren y nosotros, que somos una revista de medios enseñamos lo que ellos dicen”, declara Maikol. “No hay llamadas de advertencia”, señala.

Tres millones de espectadores, su nuevo techo

Lo más importante para ellos es que, lo que hacen, funciona. El pasado 24 de febrero, el programa rompió todos sus récords superando los tres millones de espectadores y enrolando en su caravana a más público que un programa de prime time. “Tuvimos la suerte de empezar con la cadena”, dice Wyoming sobre su éxito. Y es que El intermedio es el único programa que se mantiene desde el nacimiento de laSexta. “En nuestro primer programa hicimos un 0,1%”, comenta el presentador. “Ojalá supiera cuál es su secreto porque podría reproducir la estrategia en otro formato”, dice Maikol, su director.

Sin embargo, todos coinciden en la misma teoría cuando se les pregunta el porqué. “Hay una demanda de información”, dice Maikol. “Hemos tenido que contar cosas que otros medios no hacían”, añade Wyoming. “La gente busca programas que te expliquen lo que está pasando”, señala Gonzo. “Había una necesidad por parte del espectador de recibir información y que se analicen los temas en profundidad”, cierra Sandra Sabatés.

La RAE señala que el intermedio es “el espacio que hay de un tiempo a otro”. ‘El intermedio’ de laSexta ha dejado su papel secundario para tomar el control de la obra y cerrar la que está siendo su mejor temporada de audiencia. ¿Mienten los medios, Wyoming? “Cada vez más. Se fabrican noticias, y eso antes no ocurría. Esto pertenecía a la prensa amarilla”. Y para eso está esta particular revista de medios. Cuestión de trincheras.

21:30 horas de la noche. El Gran Wyoming da la bienvenida a los espectadores de El intermedio. “Ya conocen las noticias. Ahora, les contaremos la verdad”. La misma frase de todos los días. El presentador tiene un taco de folios azules sobre la mesa y un guión atado hasta la última coma. Esas comas, esos puntos, esos gags, se han trabajado desde primera hora de la mañana, pero para contar esa historia hay que retroceder en el tiempo.

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