Así llegaron los tróspidos: de pintar con su propia sangre a buscar "putones familiares"

Se esperaba mucho del estreno de la cuarta temporada de ¿Quién quiere casarse con mi hijo?. Y no defraudó. Aunque los tróspidos no fueron los líderes de la noche, se quedaron muy cerca con un 13,7% de share y 1.962.000 espectadores.

Un millonario, un solterón, un Míster Gay, un modelo con doble nombre y un friki del séptimo arte componen el grupo de los solteros de oro de esta edición, quienes, junto a sus madres, tendrán que elegir a la pareja perfecta. No obstante, lo tendrán difícil con pretendientas como Pili, "la reencarnación de Marilyn Monroe".

Los tróspidos tampoco se quedan atrás. Diego es un joven con muchas ambiciones artísticas. Su mayor pasión es el cine, por lo que se dedica a dirigir cortos: “Cuando los ven, me dicen que son una basura y que han perdido muchos minutos de sus vidas en hacer algo más útil. En mi grupo somos como la Generación del 27, pero en subnormal”.

Una de las pretendientas de Rafa le ha dejado con la boca abierta. Con el pelo casi albino, un vestido blanco y unas alas de plumas, se ha plantado delante de ellos y les ha dicho: “Soy la niña de las nieves. Soy un poco friki, pero lo importante es llamar la atención”. María Luisa, la madre de Rafa, ha dicho que “no parece de este mundo”.

Daniel, uno de los protagonistas, se llama Daniel, pero también se llama Markus. Le pusieron este segundo nombre en la agencia de modelos en la que comenzó a trabajar. “Me gustan las mujeres exuberantes, llamativas, que estén operadas y que parezcan travestis, pero que no lo sean, claro. Busco a un putón, pero a un putón que también sea familiar”, afirma.

Sandro y Rosa se han quedado impresionados por el aspecto de Héctor, un fanático de la movida madrileña que se ha presentado a su primer encuentro con el soltero con la cara pálida, un par de tacones y un maquillaje tipo Alaska.

Samuel es un artista muy peculiar que ha llegado a su primera cita con los pantalones manchados de pintura, y a Rosa no le ha hecho ninguna gracia. Pero aún peor ha sido su explicación de las técnicas que utiliza para trazar sus lienzos: “A veces pinto con mi propia sangre”.