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El Príncipe pide honradez, integridad y "no caer en los mismos errores inadmisibles"
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El Príncipe pide honradez, integridad y "no caer en los mismos errores inadmisibles"

La foto de familia de los Príncipes de Asturias homenajea a la cultura, la ciencia y la solidaridad. El Teatro Campoamor se llena de personalidades

Foto:  Don Felipe y doña Letizia posan con los galardonados con los Premios Príncipe de Asturias. (EFE)
Don Felipe y doña Letizia posan con los galardonados con los Premios Príncipe de Asturias. (EFE)

La foto de familia de los Premios Príncipe de Asturias homenajea a la cultura, la ciencia y la solidaridad. En la ceremonia de entrega de los galardones (vea las imágenes del acto), en un solemne rito en el Teatro Campoamor de Oviedo a la que también asiste la Reina, fue Antonio Muñoz Molina, Premio de Las Letras, el responsable del primer discurso (léalo aquí): “Escribir empieza siendo casi siempre un sueño, un deseo y un capricho, que no son casi nada si no se convierten en un oficio”. Todo el que se dedica a un oficio sabe que hay una distancia entre las mejores posibilidades y su realización, aseguró. Un oficio es una tarea práctica, pero no lo hace para sí mismo por mucho que esa tarea la haga a solas y tenga una satisfacción privada, porque pasa a integrarse en la vida de sus destinatarios. Desde la música, una pintura, un hallazgo científico, un paso de danza, un prodigio deportivo, una película, una fotografía, una novela, destacó el autor de Todo lo que era sólido.

“Dar una forma inteligible al mundo mediante las palabras”, resumió el académico su oficio. Nuestra variedad moderna del mito es la ficción, según Muñoz Molina, desde la telenovela a un cuento de Alice Munro. “Es un oficio más antiguo y útil de lo que parece. También un oficio incierto, porque la experiencia no ofrece ninguna garantía”. Así es el escritor, un ser entregado tampoco es fianza de nada, porque la experiencia y la dedicación pueden conducirlo a la parodia de uno mismo.

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“Es difícil hablar de la perseverancia del trabajo en un país en el que tantos no lo tienen”; “Los más pudientes aumentan obscenamente sus ingresos”; “Un país donde la formas más contemporáneas de demagogia han reverdecido las viejas críticas por la cultura”. Así que pidió escribir sin concederse indulgencia, hacerlo en soledad y poniendo los cinco sentidos, para el oficio más solitario y más colectivo al mismo tiempo. “Agradeciendo el oficio más placentero del mundo, que es el del lector”. “La escritura es como cualquier oficio un acto de afirmación: escribir porque sí”.

El poeta José Hierro aludió con alegría y con conciencia de peligro el aire de libertad, recordó Muñoz Molina la primera entrega de los premios. “Ahora cuando parece que vuelve la tentación tan española de hacer tabla rasa todo lo que ha costado tanto levantar”. Las vidas de las nuevas generaciones son más difíciles, aseguró al tratar la libertad. “Nos hemos acostumbrado tanto a esa respiración que ya no sabemos diferenciarla”. Pidió reflexión sobre los errores que necesitamos corregir los españoles. “En esa tarea colectiva los oficios de las palabras podrán ser más útiles que nunca”, cerró el escritor en su intervención.

Leibovitz y Sassen, las mujeres toman el escenario

Annie Leibovitz, Premio de Comunicación y Humanidades, tomó la palabra en segundo lugar para ensalzar las virtudes de la fotografía. “Ha tenido el poder de retener el presente y el pasado. Y, sin embargo, el valor de la fotografía se ha puesto en duda desde la invención de las cámaras. Ahora la pregunta es si la fotografía ha muerto o no. Otros se preguntan si la imagen fija podrá sobrevivir ante la mayor influencia de la imagen audiovisual”, ha dicho.

placeholder Leibovitz pasa ante  los físicos Peter Higgs (d) y François Englert (2d), y el presidente del (CERN), Rolf Heuer (2i)

La fotografía se inventó para que cualquier persona pudiera tener una imagen de sí mismo o de sus familiares o de las cosas importantes para esa persona. El poder de la fotografía es poder compartir con otras personas. “Pero ser fotógrafo es una elección”. La fotógrafa hizo un repaso de su currículo y experiencia. “No tengo las habilidades que tienen muchos retratistas, pero amo la fotografía”. La imagen es más importante que nunca, añadió para finalizar la fotógrafa que arrancó su discurso con un recuerdo a su pareja Susan Sontag.

Tras la entrega de los premios, con Olazabal presumiendo de 'swing' y con la presencia en el acto de un animal (el perro de la ONCE, su dueña y la niña Liv), por primera vez en la historia de los Premios, la palabra volvió al púlpito. Esta vez en la ganadora del de Ciencias Sociales, Saskia Sassen, que lanzó un discurso sobre la amenaza de las universidades y la libertad de pensamiento. En este momento en el que se debe reconocer la autonomía de la investigación y de la pasión por descubrir, dijo la científica, es amenazada por ataques visibles y por miles de agresiones “liliputienses”. Este premio es un apoyo activo al saber y por la lucha por la autonomía académica, cerró Sassen.

Michael Haneke, Premio de las Artes, se preguntó en su discurso (léalo aquí) qué ha hecho él por España y por Asturias. “Nada de nada”, reconoció. Explicó que las Pinturas de Negras de Goya en El Prado le hicieron temblar y volvía cada vez que los ensayos de Cosi fan tutte, en el Teatro Real, se lo permitían. “El mercado del cine se encuentra en una situación especial. El primer objetivo es conseguir el mayor número de público. Los medios de comunicación trivializan sus contenidos y no representan una escuela propia para el espectador". Al terminar su comparecencia quedó claro que lo mejor que ha hecho Hanecke por este país es este discurso. Con eso basta.

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El Príncipe de Asturias cerró la tanda de discursos (léalo aquí) con un alegato sobre el ejemplo de los premiados para trabajar en nuestras responsabilidades con sentido del deber. "El futuro de este país depende de ello", aclaró. “La diversidad del mundo es una oportunidad para el diálogo y la cooperación, nunca una dificultad o un obstáculo”. El Príncipe mostró su deseo de que "todos, especialmente los jóvenes, se deje guiar por nuestros premiados”.

Al término de su discurso tuvo un recuerdo a las víctimas del accidente del AVE en Angrois y a la ayuda de los vecinos. Este pequeño pueblo debe ser el estímulo y el ejemplo contra la desesperanza, “debemos reaccionar”, dijo. “Todos debemos ayudar para superar ese estado de ánimo para recuperar la ilusión y la confianza que fundamenta cualquier logro. Reconocer las capacidades y fortalezas para potenciar nuestras virtudes y afrontar las dificultades. El activo de mayor valor con el que contamos y a veces se nos olvida es la sociedad española y así lo están demostrando en estos últimos años”.

"Es justo reconocer el esfuerzo de la ciudadanía, porque no estamos en la España que entristeció a Unamuno", quiso señalar. “Tampoco vivimos en una sociedad en la que esté instalado un pesimismo insuperable, como hubo en otros tiempos en nuestra Historia”. El príncipe aseguró que la sociedad española está firmemente instalada en la democracia y la libertad y rechaza la violencia y la intransigencia. “Somos una sociedad fiel a nuestra vocación europea y orgullosa de nuestra dimensión iberoamericana”, por eso vivimos en un deseo profundo de adaptarnos a los tiempos.

“No podemos volver a caer en errores inadmisibles” y destacó la honradez como fin y como medio, en una sociedad en la que la integridad sea el motivo de inspiración. “Esta nación nunca ha renunciado a ningún sueño”, concluyó. “Hacer las cosas bien es el camino para hacer un mundo y una España mejor”.

La foto de familia de los Premios Príncipe de Asturias homenajea a la cultura, la ciencia y la solidaridad. En la ceremonia de entrega de los galardones (vea las imágenes del acto), en un solemne rito en el Teatro Campoamor de Oviedo a la que también asiste la Reina, fue Antonio Muñoz Molina, Premio de Las Letras, el responsable del primer discurso (léalo aquí): “Escribir empieza siendo casi siempre un sueño, un deseo y un capricho, que no son casi nada si no se convierten en un oficio”. Todo el que se dedica a un oficio sabe que hay una distancia entre las mejores posibilidades y su realización, aseguró. Un oficio es una tarea práctica, pero no lo hace para sí mismo por mucho que esa tarea la haga a solas y tenga una satisfacción privada, porque pasa a integrarse en la vida de sus destinatarios. Desde la música, una pintura, un hallazgo científico, un paso de danza, un prodigio deportivo, una película, una fotografía, una novela, destacó el autor de Todo lo que era sólido.

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