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Lisístrata, la juerga flamenca de Estrella Morente
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Lisístrata, la juerga flamenca de Estrella Morente

La cantaora debuta en Mérida, junto a Antonio Canales y Aida Gómez, con una ópera flamenca que eleva la huelga sexual de esta guerrera pacifista ateniense

Foto: Estrella Morente protagoniza 'Lisístrata' en Merida (Jero Morales)
Estrella Morente protagoniza 'Lisístrata' en Merida (Jero Morales)

Lisístrata tiene las entrañas gitanas y el alma flamenca. Esto podría chirriar a cualquiera pero cuando quien la posee es Estrella Morente acompañada por un cajón y el punteo de una guitarra, en medio de un silencio sepulcral o arropada por una orquesta tiene todo su sentido. Su emocionante voz y su quejío casan a la perfección con el espíritu revolucionario de 'la Lisi', esa heroína que consiguió poner de su lado a todas las mujeres para conseguir la paz chantajeando a los hombres de Atenas con una huelga de sexo.

El Festival de Teatro Clásico de Mérida alcanzó anoche el ecuador de esta edición con el estreno de 'La guerra de las mujeres (Lisístrata)' (hasta el 14 de agosto y en gira con su primera parada en Sagunto), una auténtica ópera flamenca repleta de Morentes, Carmonas, Carbonelles, Seguras o Bautistas. A la cabeza, Estrella Morente en su debut teatral a lo grande, Antonio Canales y Aida Gómez, pero también Juan Carmona al frente de una orquesta estupenda que hizo que las piedras centenarias del teatro emeritense respirasen flamenco como si llevasen haciéndolo toda la vida.

José Carlos Plaza, con la dramaturgia que dejó inédita el siempre admirado y recordado Miguel Narros a partir del original de Aristófanes, dirige esta juerga flamenca que pasa de los bombardeos y los helicópteros al cante más desgarrador de la procesión de la muerte, a la comedia pseudopicante de los "huertos floridos" y los ardores de los bajos, y a la bacanal de arte de un tablao.

Morente convierte en sentimiento y piel todo lo que toca. Demuestra carisma, devoción y un amor y un respeto por su trabajo que son difíciles de ver en estos tiempos de egos hinchados y vacíos. "Lisístrata tiene mucha parte flamenca. No me imagino a esta Lisístrata contada desde otro género musical", aseguraba emocionada el día antes del estreno a El Confidencial hablando de un personaje del que habla con devoción y del que asegura que le ha regalado la consciencia de que "me queda todo por aprender, por hacer y por lucha en la vida por los demás".

Su Lisístrata es audaz, visceral, racial, obstinada y, sobre todo, creíble. Otra cosa es el desajuste con el resto de un elenco en ocasiones falto de coherencia y un tanto desacompasado. El todo funciona y empasta bien pero por encima siempre está ella. Y el público lo sabe y reparte olés, al igual que sus compañeros a pesar de que Plaza había dejado claro que no quería morcillas, de forma espontánea. Y eso que el texto que le tocaba recitar y cantar a Morente en ocasiones pecaba de plano y facilón, pero su voz es capaz de levantar y convertir en arte cualquier cosa, sobre todo cuando llama a las mujeres a declararle la guerra la guerra o canta a pleno corazón que "los otros son diferentes pero jamás enemigos".

"Lisístrata es un personaje de pueblo que alza la voz contra la sumisión", afirma destacando la enorme contemporaneidad de esta obra escrita en el 411 a.C. pero que sigue sonando novedosa y necesaria en esa apología de la paz y de la fuerza de las mujeres. Tanto es así que, confiensa, Plaza ha tenido que quitar cosas del libreto de Narros por "la actualidad tan rabiosa que tiene". Por ejemplo, en la obra había un personaje que se inmolaba que no está en la función. "Es muy fuerte pero Plaza ha tenido que restarle actualidad, pero sobre todo este proyecto tiene una gran fuerza que es parar la guerra: declararle la guerra a un mundo en guerra".

"Me siento muy identificada con Lisístrata porque no solo proyecta y engrandece los derechos humanos y de la mujer sino que también mira por los derechos del hombre, por la auténtica igualdad y porque denuncia la mediocridad y el papel sumiso de la mujer en la historia. Aristófanes, como los buenos griegos, se adelantó a los tiempos como autor y ser humano. Pasa lo mismo con Lorca, que mi padre le llamaba el poeta de la premonición. Él en el teatro es el autor de la premonición", añade.

placeholder Antonio Canales y Aida Gómez (Efe)
Antonio Canales y Aida Gómez (Efe)

La cantaora está acompañada por su hermana Soleá Morente, en el papel de 'La Cleo', por su madre Aurora Carbonell en el coro o la impresionante voz (con el desgarro a flor de piel de esa saeta inicial) de Antonio Carbonell. Junto a ellos, destaca sobremanera la plasticidad sensual de Aida Gómez que tuvo con Mariano Bernal, bailarín cedido por el Ballet Nacional que da vida a la masculinidad ardiente de Ciresias, uno de los mejores momentos de la noche, con permiso del inconmensurable cuarterto de bailaores. Remata la faena un Canales que conquistó al público con su histriónico y bufonesco papel de travesti, más a caballo entre Marujita Díaz y una pepona de feria que otra cosa, pero que se coronó de verdad con ese comisario que derrocha arte por sus pies.

La 'Lisístrata' de Morente respira flamenco y arte por los cuatro costados. Era una apuesta arriesgada y, a pesar de los desajustes, gustó, y mucho, en su estreno. Las 3.000 personas que abarrotaron (se colgó el 'no hay entradas' y apenas quedan para este fin de semana) el Teatro Romano recibieron en pie aplaudiendo y vitoreando la juerga flamenca de colores flúor (gracias a la escenografía "a lo Gila" de Paco Leal) de esta guerrera pacifista que no podía haber encontrado más verdad que en la piel de Estrella Morente.

Lisístrata tiene las entrañas gitanas y el alma flamenca. Esto podría chirriar a cualquiera pero cuando quien la posee es Estrella Morente acompañada por un cajón y el punteo de una guitarra, en medio de un silencio sepulcral o arropada por una orquesta tiene todo su sentido. Su emocionante voz y su quejío casan a la perfección con el espíritu revolucionario de 'la Lisi', esa heroína que consiguió poner de su lado a todas las mujeres para conseguir la paz chantajeando a los hombres de Atenas con una huelga de sexo.

Flamenco Antonio Canales
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