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El timador que engatusó al FBI
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EL TIPO QUE INSPIRÓ 'LA GRAN ESTAFA AMERICANA'

El timador que engatusó al FBI

La película triunfadora en los Globos de Oro revisa el caso real de un estafador contratado por el FBI en 1979 para timar a unos políticos corruptos

Foto: El reparto de 'La gran estafa americana' triunfó en los Globos de Oro. (REUTERS)
El reparto de 'La gran estafa americana' triunfó en los Globos de Oro. (REUTERS)

Es un truco tan viejo que parece mentira que la gente siga picando. Haga usted la prueba: disfrácese de jeque árabe, súbase a un yate, ponga un acento absurdo y todo el mundo le tomará por un multimillonario oriental dispuesto a gastar/regalar miles de millones de euros. Eso es así. Y el caso real que inspiró La gran estafa americana, triunfadora en los Globos de Oro y favorita al Oscar, vuelve a poner este engaño legendario de actualidad.

Hagamos memoria: la estrategia del turbante de chufla es un clásico, por ejemplo, de los tabloides británicos. Mazher Mahmood, periodista del difunto News of the World, solía disfrazarse de jeque y colocarse un micrófono oculto para tender trampas al establishment británico (víctimas ilustres: Sven Goran Eriksson, extécnico de la selección británica, y la esposa del príncipe Eduardo creyeron estar hablando con un jeque dispuesto a tirar de chequera a lo loco en lugar de con Mahmood). En el lado español, el director Mariano Ozores fue uno de los primeros en comprender la potencia cómica de disfrazar a alguien de jeque árabe para hacer negocios (vean Los energéticos, de 1979, título clave del tridente Pajares, Esteso, Ozores).

Ahora es Hollywood el que lleva al cine el mayor engaño con jeque árabe de todos los tiempos. La gran estafa americana, dirigida por David O. Russell (El lado bueno de las cosas) y protagonizada por Christian Bale, Amy Adams, Bradley Cooper y Jennifer Lawrence, se estrenará en España el próximo 31 de enero.


El turbante de la guasa

La operación del FBI que sirve de base al filme se llamó Abscam, contracción de "estafa árabe". La idea de utilizar el viejo truco del disfraz fue de Mel Weinberg, un timador profesional contratado por el FBI a final de los años setenta para tender una trampa a unos políticos sospechosos de corrupción. El operativo acabó con un senador y seis congresistas enchironados por aceptar sobornos de, entre otros, un presunto jeque de Abu Dabi.

placeholder La tapadera del FBI

En la foto de arriba pueden ver al senador Harrison Williams, uno de los políticos detenidos en la operación, junto al agente del FBI Richard Farhardt, ataviado para la ocasión como un jeque llamado Karim Abdul Rahman (nombre árabe que, visto ahora, suena totalmente de coña). Como se puede deducir de la cara de alegría del senador Williams, cuando aparece un jeque árabe en tu vida con un maletín repleto de petrodólares es difícil resistirse al soborno. Williams fue el primer senador de EEUU condenado por un crimen federal en setenta años.

El maestro del engaño

El FBI ofreció a Mel Weinberg para que montara uno de sus timos callejeros, pero desde el lado de la ley. Weinberg aceptó para evitar una condena por fraude. El FBI, convencido de que acaba de contratar a un crack del engaño, le ofreció un sueldo considerable y carta blanca para inventar tramas disparatadas.

Weinberg, desde luego, era bueno en lo suyo. Toda una vida dedicada al timo en cuerpo y alma. De los callejones urbanos a los lujosos despachos de ejecutivo. Desde vender ropa falsificada en las calles del Bronx hasta hacerse pasar por un banquero que ofrecía créditos irresistibles. Weinberg era, sobre todo, un maestro de las apariencias. El típico timador que te recibe en un (falso) despacho despampanante y logra convencerte de cualquier cosa. El hombre capaz de venderte no uno, sino media docena de coches de segunda mano. El ensayista Robert Greene revisó su vida y su relación con el FBI en el libro The Sting Man.

Weinberg se las apañó para mantener dos familias paralelas durante dos etapas diferentes de su vida sin que nadie se diera cuenta

Lo más alucinante de todo es que Weinberg se metió tanto en el papel que el timo acabó devorando su vida privada. O quizás es que ya era un mentiroso compulsivo antes de convertirse en un mentiroso profesional. El caso es que el muchacho, que era un mujeriego incorregible, se las apañó para mantener dos familias paralelas durante dos etapas diferentes de su vida sin que nadie se diera cuenta. La madre de todas las tapaderas. Un dato: la casa de su mujer y la casa de su amante tenían exactamente la misma decoración. "Soy un hombre de hábitos", explicó Weinberg en The Sting Man. Del hábito de mentir, claro.

Resumiendo: Weinberg tenía una jeta como un piano, unos nervios de acero y una talento para la actuación que ya lo quisiera Robert de Niro.

Luces y sombras del FBI

La operación Abscam fue, al mismo tiempo, un éxito y un fracaso para el FBI. Un éxito porque el cuerpo policial logró dar su mayor golpe contra la corrupción política organizada en mucho tiempo. Un fracaso porque lo hizo recurriendo a un engaño descomunal. Como el FBI no lograba pillar a los políticos con las manos en la masa, creó una ficción delictiva para sacar a los estadistas de sus madrigueras.

La fiscalía de Nueva Jersey se negó entonces a respaldar los engañosos métodos del FBI, que tuvo que llevarse el caso a Brooklyn. Más de tres décadas después, los juristas estadounidenses siguen discutiendo la legalidad de recurrir a los turbantes de coña para detener cacos.

Es un truco tan viejo que parece mentira que la gente siga picando. Haga usted la prueba: disfrácese de jeque árabe, súbase a un yate, ponga un acento absurdo y todo el mundo le tomará por un multimillonario oriental dispuesto a gastar/regalar miles de millones de euros. Eso es así. Y el caso real que inspiró La gran estafa americana, triunfadora en los Globos de Oro y favorita al Oscar, vuelve a poner este engaño legendario de actualidad.

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