La Roja irá a Brasil tras cuarenta años sin desgracias y con una estrella en el pecho

Muchos aficionados al fútbol en España les recuerdan a los más pequeños de la casa la suerte que tienen de estar viviendo los mejores años de la Roja. La selección española se sacó en la primera década de siglo XXI todas las decepciones que acumuló durante el XX, que fueron muchas.

Las que más vacío dejaron, quizá aquellas que impidieron siquiera acudir a la fase final de un gran campeonato. En el caso del más importante de todos, la Copa del Mundo, tales fracasos se ven muy lejanos. Anoche en Albacete, más tarde de lo esperado, la selección española certificó la que será su décima participación consecutiva en un Mundial. Las dificultades para clasificarse no son ajenas a ninguna potencia, como demuestran este año Portugal o Francia. Y por ello en este país se celebrósiempre con gran júbilo la consecución de un objetivo que ahora todos dan por hecho desde el inicio de la fase.

Mundial de Alemania ‘74 fue el último al que no fue el equipo nacional, entonces más conocido como la ‘Furia Española’ que como la ‘Roja’, tras ser eliminado por un gol fatídico del yugoslavo Katalisnki que los más mayores seguro siempre recordarán. Tampoco había estado en el anterior, México ’70. Por eso, el triunfo en Belgrado en 1977 donde Rubén Cano (nacionalizado como Diego Costa, por cierto) marcó una volea histórica y donde Juanito recibió un botellazo lanzado por el público fue celebrado por la España futbolera con gran emoción. Y es que el ‘equipo de todos’ volvía a competir con los mejores en Argentina ‘78.

Desde entonces hasta ahora no se ha fallado. Sustos ha habido, como la repesca para el Mundial de Alemania 2006 o el partido de vértigo ante Dinamarca en el Sánchez Pizjuán en 1993 donde Hierro y Cañizares fueron los héroes que llevaron a España a Estados Unidos el verano siguiente. Pero los 40 años que se cumplen ahora desde la última desgracia en una clasificación mundialista son una noticia excepcional para un país que vive el fútbol con tanta pasión.

Bien es cierto que no ha sido hasta los éxitos recientes cuando la afición ha cogido verdadero apego a su Selección. De hecho, sigue existiendo mucho peso de los colores a la hora de analizar la actualidad del combinado nacional, motivado por el peso de las rivalidades que acaparan el fútbol de clubes en la Liga. Así, unido al calendario internacional que dificulta el seguimiento, a la Roja sólo se le ha prestado atención en momentos cumbre. Antes eran las clasificaciones, para vivir con esperanza después la fase final correspondiente hasta caer en cuartos o antes.

España, 14 Mudiales de 20

Pero con los recientes tres títulos consecutivos, obtener el billete a un nuevo Mundial carece de tanto valor para el conjunto del fútbol español. Es una obligación. Antes del gol de Torres en Viena o el de Iniesta en Sudáfrica, las mayores gestas de la Selección eran una Eurocopa en blanco y negro que significaba un auténtico oasis en el desierto, aderezado por el cuarto puesto en el Mundial de 1950. Acompañados de algunos triunfos de relumbrón, como el 12-1 a Malta que, precisamente, sellóuna clasificación, en ese caso a la Euro de 1984.

La última vez que España no estuvo en una gran cita fue en la Eurocopa de Suecia ’92, al ser segunda de un grupo dominado por la Francia de Papin. Con el de Brasil, ha habido 20 Mundiales, y la Roja ha faltado en seis: los dos citados de los 70; el de 1958 y 1954, también al no superar la clasificación, con un desempate por sorteo puro y duro incluido; el de 1938 por la Guerra Civil y el de 1930, el primero, porque la Federación Española no se inscribió.

Ahora es el turno de la cita de Brasil, adonde España acude con el reto más importante de su historia futbolística. Va con una estrella en el pecho, unos galones que toca defender en casa del equipo nacional más laureado. Eso son palabras mayores, y en teoría es entendible que con esos objetivos en el horizonte apenas se celebre hoy una nueva clasificación para la Copa del Mundo.

Por eso toca explicarlea los más jóvenes, que algo parecido a lo que ayer pasó en Albacete fue vivido hace años por muchos con la alegría suprema de las grandes noches del deporte. Aquellas que llegaron a su máximo un 11 de julio de 2010. El día que todo cambió para siempre.