Caso Diana Quer: efectivos analizan miles de teléfonos para encontrar a su acompañante

El análisis de los movimientos de los teléfonos móviles es el punto que centra el trabajo de los responsables de investigar la desaparición de Diana Quer López-Pinel el pasado 22 de agosto en A Pobra do Caramiñal. Desde hace unos días, los miembros de la Comandancia de la Guardia Civil de A Coruña, apoyados por los especialistas en delitos informáticos de la Unidad Central Operativa y de la Unidad Técnica de Policía Judicial, estudian minuciosamente el rastro de miles de terminales que utilizaron la señal de los repetidores a los que se conectó la joven madrileña la madrugada en la que se le perdió la pista.

[Fotogalería: Los protagonistas del caso Diana Quer​]

Se trata de teléfonos que entre las dos y las cuatro de la mañana del 22 de agosto se engancharon a los citados repetidores en los mismos momentos en los que lo hizo el de Diana Quer durante su trayecto de vuelta a casa, cuando regresaba de estar con sus amigas en las fiestas del pueblo. Para llevar a cabo este análisis, los investigadores van descartando móviles poco a poco. En un primer momento, por ejemplo, desechan los que de ningún modo pudieron tener que ver porque corresponden a gente que vive en los alrededores y mantiene su terminal en un punto concreto durante todo el tiempo.

Así van eliminando posibilidades hasta que vayan quedando pocos dispositivos, cosa aún lejana, dado que los agentes están siendo enormemente cuidadosos y tienen en cuenta que los repetidores a veces reciben la señal de terminales que no están en su zona porque otros están saturados, o que siempre existe el riesgo de que el móvil que se está buscando se dejara en un coche pero la chica no estuviera en el vehículo, o que el teléfono se arrojara fuera del automóvil, o decenas de teorías más que los responsables de las pesquisas no pueden descartar.

Estas casuísticas abren líneas de investigación que los guardias civiles no tienen más remedio que mantener ahí hasta que haya algún dato que obligue a cerrarlas o a continuarlas. A través del análisis del rastro telefónico, los agentes tienen la esperanza de encontrar al acompañante de Diana, a la persona que podría haberla invitado a subir a un coche en algún momento entre las dos y las cuatro de la madrugada. La teoría de que subiera a un vehículo no está totalmente contrastada, pero sí es una posibilidad que los funcionarios consideran, dado que el móvil de Diana comienza a apoyarse en diferentes repetidores de forma más rápida en un determinado momento.

No existe, sin embargo, ningún testimonio "fiable" que apoye esta posibilidad y la que apunta a la existencia de un acompañante. Hay una persona que sí contó a la Guardia Civil haber visto a Diana en un coche, pero los investigadores valoran esta declaración de un testigo en su justa medida, ya que están recibiendo miles de testimonios desde que el caso comenzó a tener un cariz mediático. Ciudadanos que no tienen otra intención que la de colaborar aseguran haber visto a la chica en casi todas las provincias de España, extremo del todo imposible. Los agentes comprueban todas las llamadas que llegan al instituto armado, pero lógicamente descartan la mayoría.

En paralelo al análisis del rastro de los terminales telefónicos, la Guardia Civil continúa tomando declaración al entorno de Diana, tanto a sus familiares como a sus amigos, vecinos y conocidos. Se trata de entrevistas pausadas, que buscan contar con testimonios largos, con el fin de someter las entrevistas a un análisis minucioso que permita a los responsables ir detectando información de calidad que ayude a avanzar en la investigación.

Diana desapareció el 22 de agosto tras estar con sus amigas en las fiestas del pueblo. Regresó sola a la casa de veraneo donde vivía con su madre, Diana López-Pinel, se cambió de ropa y volvió a la calle, extremo que la Guardia Civil ha contrastado tras comprobar que los pantalones rosas cortos con los que salió la noche anterior fueron encontrados en la casa y, sin embargo, faltaban unos vaqueros largos. En la reconstrucción de las horas previas a la desaparición se centra gran parte del trabajo policial.

La investigación del caso se ha visto salpicada por la decisión del Juzgado número 2 de Ribeira —que no es el que instruye la causa de la búsqueda— de retirar temporalmente la custodia de la hermana de Diana, Valeria, a la madre de ambas, que se había separado de su marido, Juan Carlos Quer, hace cuatro años. La hija menor del matrimonio había acudido a un centro de salud con un ataque de ansiedad poco antes de la decisión judicial. El ambiente en la casa no era del todo bueno, ya que los investigadores han constatado diversos episodios de violencia entre las hijas y la madre.

Diana, de hecho, había confesado a sus amigos días antes de su desaparición que estaba harta del pueblo y que quería irse. No era una simple amenaza, ya que tanto ella como su hermana pequeña habían abandonado en otras ocasiones el domicilio familiar durante unos días tras discutir entre ellas o con la madre de ambas. El padre, que ahora tiene la custodia de la hija menor, aseguró que la decisión judicial había llegado "demasiado tarde" e insinuó que si se hubiera tomado antes, se podría haber evitado la desaparición de Diana.