La metamorfosis de Astrid Gil-Casares

De dama del Ibex a guerrera del celuloide

La metamorfosis de Astrid Gil-Casares

Hubo un tiempo en el que fue ejecutiva de JP Morgan. Otro posterior en el que lo dejó todo para estar cerca de su marido, Rafael del Pino. Y ahora, tras un divorcio complicado, llega la catarsis de Astrid Gil-Casares, una mujer que quiere reinventarse y vivir de aquí en adelante a 24 fotogramas por segundo

Reportaje: Paloma Barrientos Fotografía: Daniel Sánchez Alonso Maquillaje: Maite Tusquets para MAC Coordinación: A.S. Juarez Dirección de arte: B. Alcocer

En Madrid está lloviendo y todo sigue como siempre. Bueno, quizá no todo. Cuando llegamos a los estudios de la productora Bowfinger, donde nos hemos citado con Astrid Gil-Casares (45), nos encontramos con una mujer distinta. No es la misma Astrid, desde luego, que pasó alrededor de una década en matrimonio con Rafael del Pino, presidente de Ferrovial y una de las mayores fortunas de España. Aquella economista que se casó con el empresario una mañana de primavera del año 2006 ha cambiado mucho desde entonces. A quienes la frecuentaron durante los años posteriores a aquella cita con la vicaría, hoy sin duda les costaría reconocerla. Los tatuajes pueblan hoy los brazos despejados que aparecen en la fotografía de boda en Chinchón. Donde antes colgaba una larga melena rubia, ahora nace, con más fuerza que nunca, el cabello de una guerrera con los ojos despejados. Y en esos ojos, hoy matizados a lápiz para la sesión fotográfica, reside gran parte de su historia. Sus peores años tras el duro divorcio que dice haber vivido, pero también la esperanza de quien ha encontrado con rapidez un lugar para situar la urna de sus cenizas y renacer de ellas cual ave fénix. Ese lugar, por cierto, es un plató de cine. Ya se está rodando su primer guión, con el título provisional de ‘¿Qué te juegas?’. Y, ojo, porque no es un proyecto pequeño. Más bien todo lo contrario...

P: Sorprende que una mujer como tú, con una biografía tan alejada del mundo del cine, se convierta en guionista de una película en la que participan actores de primera categoría como Amaia Salamanca y Leticia Dolera...

R: Yo trabajaba en la banca de Londres y lo abandoné todo cuando me casé con Rafael del Pino. Dedicarme a ese sector era incompatible con mi situación personal. Después, me quedé embarazada y, aunque no quería abandonar mi vida laboral, tenía claro que siendo mi marido quien era no podía dedicarme a la banca.

P: Lo dejaste todo por amor...

R: Se dieron varias circunstancias para tomar esa decisión. Una de ellas, la que he apuntado antes; otra, la organización de una casa con los tres hijos de Rafael, que era viudo, más los que tuvimos juntos: en total seis niños. A todo esto se añadía la vida social y profesional de mi marido.

P: Pero ¿cómo surgió la idea de hacer cine?

R: Cuando estaba casada, empecé a escribir un guion que finalmente abandoné y, una vez que me divorcié, lo retomé. Tras terminarlo, lo envié a todas las productoras de España.

“No soy un personaje. Eso no lo asumo. He tenido la suerte de conocer a personas muy interesantes y vivir experiencias que no están al alcance de mucha gente. Por supuesto que me considero una privilegiada”

P: Ese guion se titula ‘¿Qué te juegas?’. ¿Qué se juega con todo esto Astrid Gil-Casares?

R: Todo, porque quiero que esto sea mi vida.

P: Dicen que todo primer guion tiene algo de autobiográfico...

R: Este no lo es, pero el siguiente sí.

P: ¿Vas a hacer como Alfred Hitchcock, que siempre salía en sus películas?

R: (risas) Mi siguiente paso no es la interpretación.

P: Porque tu pasión, intuimos, es escribir...

R: Me gusta mucho, pero en realidad mi verdadera pasión es la lectura. Lo que sucede es que nunca me he atrevido a escribir un libro porque hay una responsabilidad literaria. Un guion es más fácil. Lo importante es saber transmitir lo que quieres decir en una escena.

La metamorfosis de Astrid Gil-Casares

Ni el empresario Rafael del Pino (1958), presidente de Ferrovial desde el año 2000, ni su mujer, Astrid Gil-Casares (1972), llenaron con sus desavenencias matrimoniales los mentideros sociales. Sin embargo, su divorcio acaparó portadas. Él es hijo del todopoderoso Rafael del Pino, que murió en 2008, y su tío, el hermano de su madre, era el expresidente Leopoldo Calvo-Sotelo. Ella, hija de Santiago Gil-Casares Armada y su segunda mujer, la francesa Astrid Marie Marlier.

La única vez que la prensa les fotografió juntos (y sonrientes) fue el día de su boda, en Chinchón, el 10 de junio 2006. Nunca se supo mucho de sus dos años de noviazgo ni de lo que vino después. Por la iglesia de la Asunción desfilaron las élites del poder aquel día, mientras que ella les saludaba radiante enfundada en un diseño lápiz de Manuel Mota. Estaba habituada a codearse con los poderosos desde niña; son muchas tardes en el Club Puerta de Hierro con un círculo muy cercano al del rey Felipe VI. De los Albertos al fallecido Miguel Boyer (y su señora, Isabel Preysler)/, sin olvidar a personalidades como Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, Isabel Sartorius o Eugenia Martínez de Irujo.

“Creo que el guion les gustó porque hago una buena descripción de un mundo muy determinado en el que yo me he movido. Por lo tanto, ese podría ser el valor añadido de mi película”

De todo lo que se coció en la finca La Encomienda de Losilla en su boda, propiedad de Joao del Espíritu Santo, nada se supo. Del Pino había enviudado cinco años antes de Cristina Fernández Fontecha y Torres, que con su muerte dejó a sus tres hijos varones solos en plena adolescencia. Rafael, Ignacio y Juan, que ya han entrado en la veintena, encontraron en la mujer que se casaba ese día una segunda madre. Con Astrid tiene tres niñas, que son el verdadero quebradero de cabeza de esta mujer que ha decidido luchar por ellas y por sí misma en un proceso de divorcio feroz. Una dura separación de la que ha nacido una nueva Astrid. Hoy en el dedo anular lleva tatuado el nombre de sus tres hijas: Tadea, Alec y Cleo, justo donde antes llevaba el anillo de casada.

P: Tu vida es un guion en sí misma. Un currículum académico brillante con puesto de responsabilidad importante, amistades internacionales potentes con aviones privados y mansiones en todo el mundo. Para cerrar la historia te casas con el presidente de Ferrovial y el matrimonio acaba con un divorcio complicado...

R: Así descrito parece una serial tipo ‘Falcon Crest’. Yo me quedo con los más importante: ser madre. Es lo más bonito que me ha pasado.

P: Dejas el mundo de la high class, un mundo conservador, para pasarte al ambiente lúdico de los artistas. Algún psicólogo lo definiría como una escapada hacia adelante...

R: A mí lo que siempre me ha gustado es crear historias y antes no podía hacerlo.

P: ¿Cuando te divorciaste no te volvieron a ofrecer trabajo relacionado con tu profesión?

R: Imposible. Había conflicto de intereses. Soy consciente de que doce años sin dedicarme a ese sector lo hacían complicado.

P: Y entonces decidiste que, a pesar de las dificultades, no querías dedicarte solo a la familia...

R: Retomé mis aficiones anteriores. Lo que sí te aseguro es que todas las productoras de España recibieron mi guion.

“Yo era un documento adjunto a Rafael del Pino. Me costó en un principio asumirlo, pero no me quejo. Hubo un periodo en que no era yo y ahora vuelvo a ser Astrid Gil-Casares”

P: Menuda sorpresa cuando te llama María Luisa Gutiérrez, cabeza visible de la productora Bowfinger, de la que también es socio Santiago Segura.

R: No tenía ninguna relación con ellos, ni sabían quién era yo, ni nada de nada. Les gustó la historia y decidieron confiar en mí. Quiero decir con esto que no había ningún tipo de morbo por mi biografía personal.

P: ¿Y por qué crees que les llamó la atención?

R: Es una comedia romántica o, como decimos ahora, una vez que se reestructuró el guion, es una “comedia... romántica”. Creo que les gustó porque hago una buena descripción de un mundo muy determinado en el que yo me he movido. Por lo tanto, ese podría ser el valor añadido.

P: ¿Eres consciente de que puedes recibir críticas?

R: Prefiero arriesgarme a no hacer nada. Lo asumo totalmente.

La metamorfosis de Astrid Gil-Casares

‘¿QUÉ TE JUEGAS?’ (título provisional) es una comedia sobre una idea original de Astrid Gil-Casares escrita junto a Rafa Russo, Breixo Corral y Pablo Alén. Una comedia en la que nada es lo que parece: “amor y lujo”, situaciones inesperadas... y mucho sentido del humor. Amaia Salamanca, Leticia Dolera y Javier Rey protagonizan esta comedia de amor, glamour y sorpresas que será la ópera prima de la realizadora Inés de León.

¿Y de qué va? Roberto (Javier Rey) y Daniela (Amaia Salamanca) son dos hermanos que viven en un mundo de riqueza y glamour gracias a la naviera que heredaron de su padre. Ambos comparten la dirección de la empresa, aunque tienen una actitud totalmente opuesta ante la vida. Daniela es minuciosa y perfeccionista y Roberto, en cambio, es un genio visionario que odia la meticulosidad de su hermana. Sin embargo, ambos encuentran la salida a sus desavenencias cuando se enamoran de la misma mujer: Isabel (Leticia Dolera). Una monologuista a la que Roberto ha contratado para que seduzca a Daniela y vuelva a ser tan divertida como lo era antes de tomar la dirección de la empresa.

P: ¿Te molesta que te consideren un personaje?

R: No lo soy y eso no lo asumo. He tenido la suerte de conocer a personas muy interesantes y vivir experiencias que no están al alcance de mucha gente. Por supuesto que me considero una privilegiada.

P: ¿Qué piensa tu familia, tus padres, tus hijas, tus amigos de este cambio de rumbo?

R: Bueno, digamos que les da miedo que me puedan hacer daño y tienen ese instinto de protección. Y mis hijas, en cambio, están encantadas, me ven bien y feliz.

P: ¿Y tu exmarido Rafael del Pino?

R: Ni a mi marido ni a sus amigos les debe gustar. De hecho, los amigos ya no me hablan.

P: ¿Cómo? ¿Todas las amistades conjuntas se quedaron con él?

R: En mi caso sí. La gente te borra de su vida muy fácilmente.

Playing hairdressers yesterday night... Do you think I might be going through a crisis...?

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P: Tu perfil quedó muy diluido con tu matrimonio...

R: Así fue. Yo era un documento adjunto a Rafael del Pino. Me costó en un principio asumirlo, pero no me quejo. Hubo un periodo en que no era yo y ahora vuelvo a ser Astrid Gil-Casares.

P: Tu imagen con tantos tatuajes sorprende. ¿Son quince?

R: No, más, para gran disgusto de mi familia. A mí me han ayudado mucho. Son marcas protectoras. Cada tatuaje está hecho por una razón específica y me ayudaban en mi proceso de divorcio, que fue muy duro.

P: Llevas un tatuaje con unas palabras de Churchill para declarar al final que solo existe la victoria: “sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”.

R: Con ese discurso lo que yo quiero mostrar es que no hay que dejarse vencer cuando estás en la lucha. Lo que sucede es que yo ya estoy en otro momento. He sobrevivido. A mis hijas les enseño que no hay que conformarse con situaciones que no te hacen feliz.

P: ¿Es cierto que tras el divorcio estuviste un año sin salir de casa?

R: No era capaz. Me subía al coche y tenía que volver a casa porque lloraba y lloraba. Tuve que hacer un periodo de luto.

P: ¿Para qué sirve el poder, ahora que en cierto modo lo has perdido?

R: El poder se resume en tener la capacidad para conseguir que las cosas se hagan. Que lo hagas bien o mal es ya otra cuestión.