Las botas de goma toman la calle: ¡Al agua patos!
¡Horror! ¿Un charco de agua a la vista? A partir de ahora esto ya no será un obstáculo en las andanzas por la ciudad. Y es
¡Horror! ¿Un charco de agua a la vista? A partir de ahora esto ya no será un obstáculo en las andanzas por la ciudad. Y es que regresan las famosas botas de agua, aquellas que nos ponían nuestras madres junto a un chubasquero en los días más lluviosos del invierno y del otoño. Aunque ahora las lluvias se prodigan poco en nuestro país debido al tan comentado cambio climático, la falta de agua ya no será un impedimento para lucirlas con unos vaqueros pitillo o con un vestido babydoll tipo años 60.
La encargada de volverlas a subir al podium de los más cotizados no ha sido otra que la visionaria Kate Moss, tan adorada por unos pero tan odiada por otros por sus continuas incursiones en el mundo de las drogas. Hace un par de años se adelantó al resto y decidió rescatarlas de un modo impecable. Simplemente las lució como el resto de personas que disfrutaban del Festival de Glastonbury, donde el uniforme oficial son los vaqueros desgastados, camiseta negra, sudadera gris con capucha, chaqueta azul marino masculina y, como no, unas botas de agua Hunter. Lo que pasa es que todo lo que se pone le queda tan bien y parece tan cool que claro... había que probarlo. El resultado, la verdad, no parece tan malo ni desentona con el asfalto de nuestras ciudades.
Una historia muy inglesa
A principios del siglo XIX Arthur Wellesley, primer Duque de Wellington, general en las guerras contra Napoleón y dos veces primer ministro de Inglaterra, encargó a su zapatero de toda la vida unas botas de diseño similar a un modelo de la caballería alemana del siglo XVIII conocido como bota de Hesse. El zapatero, residente en el elegante barrio londinense de St. James’s, diseñó unas botas de piel que causaron tal sensación que, de la noche a la mañana, se pusieron de moda entre aristocracia y las familias terranientes de la Inglaterra de la época. Posteriormente se empezaron a fabricar en goma cuando un socio de Charles Goodyear abandonó el mundo de los neumáticos para centrase en las wellies (nombre con el que se designan en el país anglosajón).
En España, las féminas no comenzaron a usarlas como complemento del vestuario de calle hasta que, en la década de los 40, se pusieron de moda gracias a Greta Garbo en su película Ninotchka (1939), donde las calzaba con una gabardina. En nuestro país eran conocidas como katiuscas por la zarzuela de Pablo Sorozábal Katiuska. Durante los años 50 fueron el complemento perfecto para los días de lluvia.
Para todos los gustos
Actualmente las wellies se venden en infinidad de colores y diseños. Que si verdes, que si con cuadros, con aspecto de calzado cowboy,... Vamos que en la variedad está el gusto. Las mejores son las Hunter, sí, esas que lució Kate Moss es el festival más sucio de Reino Unido. Su precio, en la mayoría de los casos, supera los 100 euros, Aunque bien lo valen porque son realmente cómodas. Tanto es así que para muchos son como los Manolos de las botas.
Si no te llega el presupuesto siempre puedes probar las nuevas Converse Rubber, una renovada versión similar a las zapatillas de toda la vida pero totalmente de plástico. También están las de Tamara Henriques, que son realmente originales.
¡Horror! ¿Un charco de agua a la vista? A partir de ahora esto ya no será un obstáculo en las andanzas por la ciudad. Y es que regresan las famosas botas de agua, aquellas que nos ponían nuestras madres junto a un chubasquero en los días más lluviosos del invierno y del otoño. Aunque ahora las lluvias se prodigan poco en nuestro país debido al tan comentado cambio climático, la falta de agua ya no será un impedimento para lucirlas con unos vaqueros pitillo o con un vestido babydoll tipo años 60.