Un espíritu multidisciplinar

Lo primero que hice en la vida por mi propio instinto fue esbozar… Dar formas en gestos… Con las manos en el barro del jardín de mi casa de Esparreguera… o en la arena de la playa en Barcelona. Más tarde, los lápices fueron mis mejores amigos. Instintivamente desarrollé una creatividad impulsiva y personal a cada época de mi vida mientras el destino me conducía por oficios y negocios. Diseñar fue para mí una necesidad imprescindible. La fotografía se convirtió en otro aliado que pulió mi visión estética.

Más tarde, buscando un hobby para huir de la vida rodeada de presiones de un empresario con la responsabilidad de centenares de colaboradores, el taller de escultura de La Massana me acogió -cuando cumplía los 45 años- entre artistas jóvenes del mundo. Fue allí donde descubrí que los veinticinco años precedentes, al crear formas de cabello en torno a la cara y el cráneo de miles de humanos, me había graduado en el relieve y los volúmenes que la pintura y el dibujo no me daban. Descubrí que me había convertido en un escultor sin saberlo.

Desde entonces, en estos 24 años, mi pasión más intensa -sin dejar de dibujar, escribir, editar libros de fotografía, de poesía, de escultura, o pintar- ha sido recorrer un camino digno, sin respiro; por la premura del tiempo perdido. Primero para crear obras figurativas para dominar el oficio…. Más tarde buscando una vía propia, evolucionando con la máxima originalidad el arte figurativo, y haciendo incursiones en formas imaginativas y creativas acercándome a las abstracciones.

Como una cincuentena de piezas en bronces (Rauxes) creadas en los pocos días de una Semana Santa, al descubrir un procedimiento más novedoso al fundir el bronce evitando la “cera perdida” y los moldes. Una colección que forma una exposición completa, ya bien conocida por el público y los críticos. Cosas de tener una mentalidad dual propia de los artistas géminis…

En los últimos años, volviendo a los estudios geométricos en torno a la esfera, admirando e inspirándome en creadores originales como Gaudí, Twombly, Gherry y Oteiza y sus estudios incompletos sobre el espacio que la esfera ocupa; tema que sigo estudiando cara al futuro. Transformando nuevas materias; buscando con esfuerzo y tenacidad que mi arte no sea repetición… ni copia… ni el beber en ningún estilo conocido. Mis esculturas serán más o menos apreciadas, pero serán mías. Por eso madurar y crear vías y formas nuevas es el impulso que me mueve hacia uno de los preciados objetivos de mi vida. Diga lo que diga la sociedad en la que vivo, una vida de artista creativo y original; como Francesc Miralles diría, con un ‘NO-ESTILO’ propio.

Lluís Llongueras es estilista y peluquero