Las claves para escoger un gimnasio

Se acercan las fiestas navideñas, las comidas copiosas y, cómo no, los buenos propósitos. Apuntarse a un gimnasio y hacer más ejercicio es una promesa que la mayoría no suele cumplir. Los centros de fitness están llenos de ‘afiliados-fantasma’, o lo que es lo mismo, de gente que deja de ir después de un par de semanas. Hacer una elección correcta a la hora de escoger un gimnasio puede hacer que no malgastemos nuestro dinero.

Pero, ¿qué hemos de tener en cuenta? Lo primero, la localización. Si el gimnasio está situado a más de 10 minutos caminando o en coche de casa o de la oficina lo más probable es que se deje de ir. No importa cuánto nos guste el local, todos los estudios señalan que si el tiempo que empleamos en desplazarnos hasta el gimnasio es superior al cuarto de hora, la pereza nos vencerá y habremos pagado en vano.

El dinero es, evidentemente, uno de los principales puntos a tener en cuenta al contratar un servicio de cualquier tipo, y un gimnasio no es una excepción. No hay que dejarse deslumbrar por la cantidad de clases que se ofrecen, los bonitos baños o el aparcamiento. Es importante preguntar qué está incluido en la cuota y qué servicios hay que pagar aparte, ya que en muchos centros deportivos la taquilla, la piscina e incluso alguna clase pueden conllevar un coste suplementario.

El horario del gimnasio es un factor destacado. Debemos tener en cuenta nuestra jornada laboral, tiempo de desplazamiento y aproximadamente dos horas de ejercicio y aseo, es decir, si terminamos a las ocho de trabajar, tardamos diez minutos en llegar, nos cambiamos de ropa lo más rápido posible y el gimnasio escogido cierra a las 10, probablemente no podamos disfrutar de una relajante sesión de deporte. Es recomendable que el centro escogido abra los fines de semana, ya que es cuando mayor tiempo libre se dispone para practicar ejercicio.

Por supuesto, la limpieza de las instalaciones y de los equipos es importante, así como que todo se encuentre en perfecto estado de conservación. Un equipo viejo o en malas condiciones puede ser una fuente de infecciones y de lesiones. Si se tiene problemas con las articulaciones es recomendable fijarse en que existan elementos aeróbicos que no produzcan impacto en las rodillas, por ejemplo, una bicicleta elíptica.

El personal del centro va a ser el que se encargue de asesorarnos y enseñarnos qué es lo más adecuado para nuestra situación particular. Es importante que sean profesionales de la educación física y que antes de empezar nos ofrezcan una entrevista para elaborar una tabla de ejercicios personal. De esta manera evitaremos realizar un ejercicio de manera equivocada. Ellos van a convertirse en nuestros profesores, por lo que deben ser cordiales y atentos. Además serán los encargados de explicarnos en qué consisten las clases y cuáles nos convienen. Debemos asegurarnos de que las clases que se ofrecen son de nuestro agrado y de que se imparten durante el horario en el que estamos dispuestos a asistir.

El ambiente es fundamental y, sin embargo, es una de las cosas que menos se tienen en cuenta. Si estar rodeados de cuerpos esbeltos y forjados en el gimnasio nos hace sentir incómodos no es recomendable optar por el centro más ‘in’ del barrio y deberíamos dirigirnos a un gimnasio más familiar. Algunas mujeres, además, se sienten incómodas practicando ejercicio delante de hombres. Para esos casos existen gimnasios exclusivamente femeninos. Pero lo que realmente va a marcar la diferencia son los pequeños detalles, la música, la televisión o las vistas: si logran hacernos sentir cómodos el gimnasio se convertirá en nuestro paraíso particular.