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Las flores de la vida en el valle del Jerte
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VIAJE

Las flores de la vida en el valle del Jerte

Atrás ha quedado ya la sierra de Gredos. En las alturas del puerto de Tornavacas el viajero dice adiós a la ancha Castilla para adentrarse en

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Las flores de la vida en el valle del Jerte

Atrás ha quedado ya la sierra de Gredos. En las alturas del puerto de Tornavacas el viajero dice adiós a la ancha Castilla para adentrarse en tierras extremeñas en busca del lugar que a comienzos de la primavera ve sus tierras cubiertas de un blanco manto vegetal. La flor del cerezo acaba de disfrutar de su corta existencia en el valle del Jerte, que durante unos días ha vivido su particular sakura (étimo japonés para designar a la floración de este árbol) y ahora espera con ansias la época de la recolección, un momento perfecto para cumplir con una inexcusable visita.

El Jerte, afluente del Tajo, regala a los hombres en esta zona las bondades de sus aguas. Dicen que el nombre proviene del árabe ‘Xerit’, que puede significar angosto o cristalino. Cualquiera de los dos adjetivos sirve para definir algún aspecto de este lugar. Limpias, las aguas del río nacen en los altos de Tornavacas a casi 1.000 metros de altura sobre el nivel del mar, y desde allí emprenden una desenfrenada bajada que hace que al llegar a Plasencia, a sólo 50 kilómetros de distancia, ya hayan afrontado un desnivel de casi 600 metros.

Entre toda la flora que el río se encarga de regar predominan los cerezos, implantados en el valle a lo largo del siglo XX. Más de un millón de ejemplares ocupan laderas y bancales en las montañas y durante la primavera alcanzan todo su esplendor. Con la de este año terminado los pueblos de la comarca, como Valdastillas, Piornal, Barardo o Casas del Castañar, aguardan el comienzo de la recolección a principios de mayo. Desde entonces y hasta finales de julio el visitante puede participar como un autóctono más en la recolección del fruto encarnado.

Poco a poco, a lo largo de los primeros meses del año, el sol logra ir ganando terreno en las esquinas más angostas del valle. Primero cerca del embalse de Plasencia o en la Vega de Navaconcejo florecen los narcisos y las violetas, los castaños y los avellanos. La naturaleza avisa, como el director de una orquesta que prepara a los músicos para el arranque de la sinfonía: el espectáculo está a punto de comenzar y suenan las primeras notas.

De cara al puente de mayo es posible realizar alguna de las eco-rutas que ofertan diversas empresas turísticas de la zona. Las de la compañía Valle Aventura, por ejemplo, ofertan la posibilidad de visitar las espectaculares cascadas de agua que deja la orografía, y de recoger las primeras cerezas que deslumbran por su brillo.

HOJA DE RUTA

Cómo llegar: En coche desde Madrid hay que tomar la A6 hasta Villacastín y tomar el desvío a Ávila. Desde allí, por la N-110 se llega al valle del Jerte desde el norte. Hay dos posibilidades para visitar el valle: recorriendo en coche la sierra de un modo circular, por Valdastillas, Piornal, Barrado, Cabrero, Casas del Castañar, El Torno y Rebollar, o bien siguiendo la trayectoria de la N-110 por Navaconcejo, Cabezuela del Valle, Jerte, Tornavacas y Puerto de Tornavacas.

Dónde dormir: Parador de Plasencia (Plasencia - 927 425 870), Antigua Posada (Tornavacas – 927 177 019), Finca El Carpintero (Tornavacas – 927177089).

Más información: Turismo Valle del Jerte, Mancomunidad Valle del Jerte, Página web de la asociación de turismo rural.

Atrás ha quedado ya la sierra de Gredos. En las alturas del puerto de Tornavacas el viajero dice adiós a la ancha Castilla para adentrarse en tierras extremeñas en busca del lugar que a comienzos de la primavera ve sus tierras cubiertas de un blanco manto vegetal. La flor del cerezo acaba de disfrutar de su corta existencia en el valle del Jerte, que durante unos días ha vivido su particular sakura (étimo japonés para designar a la floración de este árbol) y ahora espera con ansias la época de la recolección, un momento perfecto para cumplir con una inexcusable visita.