Cómo lograr un bronceado adecuado sin correr riesgos

Con la llegada del buen tiempo aparece de nuevo la llamada ‘operación bikini’. Todo el mundo quiere estar a punto para lucir de la mejor forma posible el atavío veraniego. Dentro de esa búsqueda del aspecto perfecto se ha incluido el lucir una piel morena. Si hace unos cuantos siglos el canon de belleza exigía que la piel fuese lo más blanca y fina posible, hoy en día es el bronceado el indicador del estilo de vida y de la belleza de cada cual.

Sin embargo, no todos los hábitos para lograr un moreno favorecedor son de lo más adecuado para evitar el cáncer, una enfermedad que afecta cada vez a más personas. Para fomentar las buenas costumbres a la hora de ponerse bajo el sol y para recordar que si no se tiene cuidado puede ser peligroso, la sociedad Americana contra el Cáncer ha convertido el mes de mayo en el mes de concienciación sobre el cáncer de piel.

La iniciativa esta basada, según los datos aportados por la organización norteamericana, en el hecho de que una de cada cinco personas podrían desarrollar un tumor de este tipo a lo largo de sus vidas, y en que, según la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), siete de cada diez tumores podrían haberse evitado.

En el caso del cáncer de piel no melanoma, del que sólo en Estados Unidos se detectan más de un millón de casos cada año, la prevención es el principal aliado para evitar padecerlo. Para ello, el primer paso es ser consciente de que las radiaciones solares, los rayos UVA -responsables del envejecimiento de la piel- y los UVB –que pueden provocar las quemaduras- son el principal factor de riesgo para padecer esta enfermedad. Por ello, es importante tener cuidado en las exposiciones solares prolongadas y utilizar todos los medios que estén a nuestro alcance para evitar sufrir quemaduras por pasar demasiado tiempo tomando el sol.

Para lograr proteger nuestra piel de las quemaduras –especialmente aquellos con ojos claros, de cabellos rubios o pelirrojos, de piel blanca y/o pecosa- se recomienda el uso de sobreros, gafas de sol y ropa que proteja las zonas más sensibles de la luz solar, y, por supuesto, utilizar protectores solares. Se consideran de alta protección aquellos que superan el factor quince para evitar las radiaciones UVB, y a partir de ocho contra los rayos UVA. La AECC recomienda además ponerse el fotoprotector media hora antes de la exposición.

Advierten también desde la asociación que el protector solar debe aplicarse sobre la piel seca, ya que las gotas de agua crean un efecto ‘lupa’ que hace que aumente el riesgo de quemaduras. Otra de las recomendaciones es utilizar productos resistentes al agua y reponerlos después de baños prolongados –superior a 20 minutos- o cada dos horas.

Para mantener nuestra piel en óptimas condiciones, es importante evitar tomar el sol entre las doce del mediodía y las cuatro de la tarde, ya que, como las radiaciones solares llegan de forma vertical a la tierra hay un riesgo mayor de sufrir problemas dérmicos. También se recomienda la utilización de gafas de sol que evitan las cataratas –la primera causa de ceguera en el mundo-, cuyo principal causante también son las radiaciones solares. Las gafas solares deben estar homologadas por la normativa comunitaria 89/686/CEE que obliga a los fabricantes a dotar a sus productos de filtros contra las radiaciones UV.

Siguiendo las recomendaciones de la AECC podremos lograr el bronceado deseado sin riesgos para la salud y obtener además un beneficio añadido, ya que si activamos de la forma adecuada –de manera lenta y progresiva- el componente de la piel que la dota de color, la melanina, obtendremos un bronceado más duradero y que además nos ayudará proteger nuestra piel de futuras quemaduras, el envejecimiento prematuro y el riesgo de sufrir la tan temida enfermedad dentro de unos años.