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Tras la pista de Jack el destripador por las calles de Londres
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Tras la pista de Jack el destripador por las calles de Londres

El 27 de septiembre de 1888, la Agencia Central de Noticias británica recibió la carta de alguien que se jactaba de ser el autor del asesinato

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Tras la pista de Jack el destripador por las calles de Londres

El 27 de septiembre de 1888, la Agencia Central de Noticias británica recibió la carta de alguien que se jactaba de ser el autor del asesinato de varias prostitutas en el barrio londinense de Whitechapel y advertía de que seguiría matando. Firmada por "Jack el destripador", la misiva dio origen a la leyenda.

Ciento veinte años después, el Museo de los Docklands de Londres permite desde este viernes seguirle la pista al que es considerado por muchos "el primer asesino en serie moderno" a través, precisamente, de esa carta, documentos policiales originales y recortes de prensa.

Entre abril de 1888 y febrero de 1891, once mujeres fueron brutalmente asesinadas en el East End londinense. Aunque todos los crímenes quedaron sin resolver, la policía sólo atribuyó a Jack el destripador los asesinatos de cinco de ellas, Mary Ann Nichols, Annie Chapman, Elizabeth Stride, Catherine Eddowes y Mary Jane Kelly, perpetrados en poco más de dos meses, entre el 31 de agosto y el 9 de noviembre de 1888.

Las víctimas, que fueron horriblemente mutiladas, compartían una vida marcada por la miseria y la prostitución en un barrio que, a finales del periodo victoriano, era de los más pobres de la ciudad. La exposición, que puede visitarse hasta noviembre próximo, recorre la historia humana que se esconde detrás de cada crimen y muestra cómo se desarrolló una de las "cazas del asesino" más ambiciosas de la historia criminal británica que no permitió, sin embargo, atrapar al culpable.

Documentos confidenciales

Así, pueden verse por primera vez documentos policiales originales, algunos de ellos confidenciales, referidos a los crímenes; declaraciones de testigos y el cuchillo que supuestamente usó el asesino en sus crímenes.

También se muestran al público algunas cartas de ciudadanos tratando de ayudar a encontrar al culpable y otras del presunto asesino, incluida aquélla que dio origen al famoso pseudónimo. "Querido jefe", arranca la misiva, escrita con tinta rojo sangre y que, pese a que ya habían aparecido varios cadáveres mutilados, fue considerada en principio una broma.

En ella, el presunto asesino advierte que seguirá "rajando" prostitutas: "Mi cuchillo es tan bueno y afilado que quiero ponerlo a trabajar sin parar si tengo una oportunidad". El autor, que firma su misiva como "Jack the Ripper", pide al periodista que guarde la carta hasta que él haga "algún trabajo más" y entonces la divulgue, pero la agencia de noticias la remitió el 29 de septiembre a la Policía. Al día siguiente eran asesinadas dos mujeres más.

Convencidos de que "nada vende mejor que un buen crimen", los periódicos de la época se lanzaron a una competición "feroz" para lograr "las historias más sensacionalistas" y "las descripciones más gráficas de los cuerpos mutilados", como destacó la comisaría de la exposición, Julia Hoffbrand, en la presentación a la prensa.

Los rotativos trataron de lograr declaraciones de testigos y apuntaron sus sospechas hacia numerosas personas, obstaculizando en algunas ocasiones el trabajo policial. Entre unos y otros nombraron a cientos de sospechosos, en un intento por desvelar la identidad del asesino que ha seguido hasta nuestros días.

A los nombres de la época, entre los que cobraban más fuerza el doctor Francis Tumblety, conocido por su misoginia, o el abogado Montague John Druitt, considerado un "trastornado sexual", se han sumado con los años un nieto de la Reina Victoria, el médico personal de la soberana y el pintor Walter Sicker.

La última teoría, presentada el año pasado, apunta a un oficial de policía, Melville Macnaghten, que visitó las escenas del crimen y que se guardó fotos post-morten de las víctimas y que habría cometido los asesinatos para forzar a su superior a dimitir.

Si la identidad del asesino sigue en la sombra, las que sí se conocen, como destacó la comisaría, son las de las víctimas. Y por ello los organizadores de la exposición han decidido mostrar por primera vez al público, aunque advirtiendo de que pueden herir algunas sensibilidades, las fotos policiales de las mujeres tomadas después de cada crimen.

El 27 de septiembre de 1888, la Agencia Central de Noticias británica recibió la carta de alguien que se jactaba de ser el autor del asesinato de varias prostitutas en el barrio londinense de Whitechapel y advertía de que seguiría matando. Firmada por "Jack el destripador", la misiva dio origen a la leyenda.