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Meterse en un probador baja el nivel de autoestima
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Meterse en un probador baja el nivel de autoestima

Si es usted de los que alguna vez se ha metido en un probador y ha visto de repente cómo todos sus defectos parecían ampliarse por

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Meterse en un probador baja el nivel de autoestima

Si es usted de los que alguna vez se ha metido en un probador y ha visto de repente cómo todos sus defectos parecían ampliarse por segundos para después caerle encima como una losa, no se asuste, es algo más habitual de lo que parece. El hecho de verse bajo los focos, a solas frente a un espejo hace que, en muchos casos, nos fijemos sólo en nuestros defectos.

Según una encuesta realizada por Fitness Magazine y ampliada por el diario estadounidense USA Today a más de mil mujeres, el 88% afirmaba que al entrar al probador tenían una opinión peor de su cuerpo. Ese 88% de las encuestadas afirmaba que cambiaría, como si fuera por arte de magia, alguna parte de su cuerpo. Un 42% se estrecharía la cintura, un 23% las caderas y los muslos, un 10% el trasero, un 10% el pecho y un 4% los brazos.

De las comparaciones, mejor ni hablar. Y es que un 59% afirma que no se probaría nunca la ropa en un cambiador público -algo similar a los de las instalaciones deportivas-. Por su parte, un porcentaje muy cercano al 64% afirma que no hay ninguna duda de que ir de tiendas en busca de nuevos modelitos es malo para la autoestima, en tanto que un 80% pensaba después de salir del probador que les sobraban 15 kilogramos de peso e incluso, una de cada diez confesó que había llorado alguna vez en un probador.

Un 21% confesó haber mentido alguna vez sobre sus medidas. Además, la encuesta reveló que al menos un 14% había rechazado la ayuda de un agente de ventas para no tener que revelar su talla, que normalmente no suele ser la que acaban comprando. De hecho, un 39% había adquirido alguna vez algo demasiado pequeño con la intención de ponérselo una vez que hubieran adelgazado y un 15% reconoció haber sufrido algún pequeño percance como rasgones o apertura de las costuras por haber elegido una talla menor de la que les correspondía.

¿Cuál es la forma de perderle el miedo al probador? Para algunas, no pasar por él y elegir la talla que les parece la más aproximada a la suya; para otras, respirar hondo y pasar el trago lo antes posible. Aunque ese no es el camino. Lo recomendable es buscar los puntos positivos y ver si es la talla adecuada. Todo ello acompañado, en la medida de lo posible, de una actitud positiva y de hacer el esfuerzo de olvidarse por unos segundos de la autocrítica.

Si es usted de los que alguna vez se ha metido en un probador y ha visto de repente cómo todos sus defectos parecían ampliarse por segundos para después caerle encima como una losa, no se asuste, es algo más habitual de lo que parece. El hecho de verse bajo los focos, a solas frente a un espejo hace que, en muchos casos, nos fijemos sólo en nuestros defectos.