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El gato negro de Darwin o por qué las supersticiones ayudan a la evolución
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El gato negro de Darwin o por qué las supersticiones ayudan a la evolución

No pasar debajo de una escalera, levantarse con el pie derecho por las mañanas o evitar a los gatos negros son creencias culturales que parecen tener

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El gato negro de Darwin o por qué las supersticiones ayudan a la evolución

No pasar debajo de una escalera, levantarse con el pie derecho por las mañanas o evitar a los gatos negros son creencias culturales que parecen tener poca conexión con la realidad, pero a pesar de su mala fama las supersticiones podrían haber desempeñado un papel fundamental en nuestra evolución como especie. Tanto las que se comparten con el resto de los humanos como aquellas más personales tienen en común la tendencia a vincular falsamente una causa con un efecto, y esto puede ser beneficioso en determinadas ocasiones. Eso piensa el biólogo evolucionista Kevin Foster, de la Universidad de Harvard, que junto a su colega Hanna Kokko, de la Universidad de Helsinki, ha llegado a la conclusión, publicada en la revista científica Proceedings of The Royal Society B, de que las supersticiones pueden ser adaptativas si el coste de su creencia es menor que el coste de perder la asociación real.

Un ejemplo: un individuo prehistórico que estuviera pasando el rato en un bosque y oyera el susurro de las hojas podría asociar este sonido con un depredador y huir. En la mayoría de las ocasiones no habrá un felino hambriento al otro lado, tan sólo el viento que juega moviendo, levantando y bajando las hojas, pero “si un grupo de leones se acerca, hay un gran beneficio en no estar cerca”, asegura Foster en la revista New Scientist.

En general los animales hacen un balance sobre los el coste del acierto y del fallo. Sólo hay que calcular las posibilidades de que el sonido de las hojas sea causado por un león real y no por el viento para predecir una creencia supersticiosa, afirma Foster. Estas asociaciones se vuelven más complicadas cuando en un evento se incluyen diferentes causas potenciales, inclinándose en estos casos la balanza de la superstición aún más.

Un ejemplo actual sobre las creencias supersticiosas se encuentra en las terapias alternativas y homeopáticas. “La mayoría de ellas no hace nada, pero algunas sí”, afirma Foster.  Sin embargo, las supersticiones actuales pueden no tener ningún beneficio evolutivo: “Cuando uno se preocupa de cosas como evitar las escaleras o a los gatos cruzando la carretera, está claro que la cultura y la vida moderna han tenido una influencia en muchas de esas cosas”, remata el científico, que opina que la tendencia general a creer en cosas sin evidencia científica es menos beneficioso de lo que solía ser.

No pasar debajo de una escalera, levantarse con el pie derecho por las mañanas o evitar a los gatos negros son creencias culturales que parecen tener poca conexión con la realidad, pero a pesar de su mala fama las supersticiones podrían haber desempeñado un papel fundamental en nuestra evolución como especie. Tanto las que se comparten con el resto de los humanos como aquellas más personales tienen en común la tendencia a vincular falsamente una causa con un efecto, y esto puede ser beneficioso en determinadas ocasiones. Eso piensa el biólogo evolucionista Kevin Foster, de la Universidad de Harvard, que junto a su colega Hanna Kokko, de la Universidad de Helsinki, ha llegado a la conclusión, publicada en la revista científica Proceedings of The Royal Society B, de que las supersticiones pueden ser adaptativas si el coste de su creencia es menor que el coste de perder la asociación real.