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La naturaleza gaditana conquista a las aves migratorias
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VIAJE

La naturaleza gaditana conquista a las aves migratorias

Mientras los hombres tratan de superar las fronteras territoriales que nosotros mismos nos hemos puesto, los animales se desplazan de una punta a otra del globo

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La naturaleza gaditana conquista a las aves migratorias

Mientras los hombres tratan de superar las fronteras territoriales que nosotros mismos nos hemos puesto, los animales se desplazan de una punta a otra del globo en diferentes épocas del año buscando, casualmente, un porvenir mejor, más cálido y abundante en comidas, donde poder pasar resguardados los rigores del invierno. La península Ibérica cuenta en toda su geografía con las mayores reservas naturales de Europa occidental, y es durante el otoño cuando el espectáculo de los animales migratorios (sobre todo las aves) se despliega sobre nuestros cielos.

 

Las costas del sur de España viven esta temporada con un intenso ajetreo. Unos llegan, pero sobre todos otros muchos se van. Tan sólo 15 kilómetros separan los puntos más septentrionales la península del norte de África, un camino no exento de riesgos que significa para las aves una expedición de supervivencia y para los hombres, un asombroso espectáculo natural. Tras pasar el año volando por las sierras del Parque Natural de los Alcornocales o las costas de Tarifa, esperan que los vientos les sean propicios para emprender su viaje.

El viajero se encuentra en esta zona con toda la exuberancia de la flora y la fauna andaluzas. Algunos de los mayores bosques de alcornoque de España están aquí, y también en esta zona anida la más majestuosa de las rapaces ibéricas, el águila imperial. El espectáculo natural de la zona llega hasta la Prehistoria, o al menos hasta uno de los tipos de bosque más característicos de esta época: la laurisilva. El microclima que conforman las sierras de la zona ha permitido que tantas eras después estos auténticos fósiles vivientes sigan teniendo su rincón único en la geografía continental española. Laureles, rododentros, acebos, helechos y el resto de especies vegetales que conforman este ecosistema agradecen la humedad que les regalan los vientos procedentes del Atlántico.

Pero el parque de los Alcornocales no es sólo una gran reserva natural: en él la tierra también nos regala formaciones asombrosas, rocas deformadas que adoptan singulares formas como la Montera del Torero, conocida también como el Chocolatero. Como si fuera una metáfora del destino que esperaba al lugar, está enclavada en plena ruta turística del toro.

Las aves buscan refugio en muchos lugares de la zona. Cerca de Tarifa, junto a la playa de Los Lances, especies como el águila, el milano o el halcón toman respiro aquí antes de emprender la larga marcha a través del estrecho de Gibraltar hacia África. Las primeras en dar el salto son las cigüeñas, que desee agosto comienzan a dejarse ver. Luego llega el momento de las rapaces, que utilizan como pocas las corrientes de aire para casi deslizarse hasta el continente vecino. El que se acerque al faro de punta Carnero, junto a Algeciras, o al puerto de El Bujeo podrán ver el espectáculo en vivo.

Mientras los hombres tratan de superar las fronteras territoriales que nosotros mismos nos hemos puesto, los animales se desplazan de una punta a otra del globo en diferentes épocas del año buscando, casualmente, un porvenir mejor, más cálido y abundante en comidas, donde poder pasar resguardados los rigores del invierno. La península Ibérica cuenta en toda su geografía con las mayores reservas naturales de Europa occidental, y es durante el otoño cuando el espectáculo de los animales migratorios (sobre todo las aves) se despliega sobre nuestros cielos.