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‘Te quiero’, ‘te detesto’... amor y odio se confunden en nuestros cerebros
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‘Te quiero’, ‘te detesto’... amor y odio se confunden en nuestros cerebros

Suele decirse que del amor al odio hay un solo paso, pero el refranero es una cosa y la evidencia otra muy distina. Los científicos, sin

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‘Te quiero’, ‘te detesto’... amor y odio se confunden en nuestros cerebros

Suele decirse que del amor al odio hay un solo paso, pero el refranero es una cosa y la evidencia otra muy distina. Los científicos, sin embargo, parecen confirmar el dicho popular, y además creen haber averiguado la causa. Lo han logrado a través de controles cerebrales en personas, que demostraron que las imágenes de los individuos que odiaban revelaban un patrón de actividad cerebral que se producía en parte en áreas también activadas por el amor romántico. , dijeron el miércoles Semir Zeki y John Paul Romaya, del University College de Londres.

Semir Zeki y John Paul Romava pertenecen al University College de Londres y están al frente de la investigación. Para ellos "este vínculo explicaría por qué el amor y el odio están tan íntimamente relacionados uno con otro en la vida. Nuestros resultados muestran que hay un patrón único de actividad en el cerebro en el contexto del odio", afirman en la revista científica PLoS One.

El procedimiento fue el siguiente: en su estudio, los expertos mostraron a 17 hombres y mujeres fotografías de algunas personas que los voluntarios decían odiar, junto con las de tres rostros familiares y neutrales. Los individuos odiados eran ex parejas o rivales laborales, excepto en un caso en el que se trataba de un político famoso.

Los controles cerebrales identificaron un patrón de actividad en diferentes zonas del cerebro que los investigadores llamaron ‘circuito del odio’, que se activaba cuando las personas veían las fotos de quienes despreciaban. El denominado circuito del odio incluye estructuras en la corteza y la subcorteza cerebral y al parecer representó un patrón distinto al de emociones como el temor, el miedo y el enojo.

Una parte del cerebro que se activó fue una zona considerada crucial a la hora de predecir las acciones de otras personas, algo que resultaría clave cuando uno se enfrenta a alguien odiado. También se produjo actividad cerebral en el putamen y la ínsula, dos áreas que se activan cuando las personas observaban los rostros de una persona amada. Los científicos han relacionado las regiones con la acción agresiva y las situaciones angustiantes, explica Zeki.

Pero hubo, a la vez, diferencias importantes. Una mayor parte de la corteza cerebral, una zona relacionada con el juicio y el razonamiento, se desactiva con el amor, en comparación con el odio. Aunque ambas emociones son pasiones muy demandantes, sucedería que las personas enamoradas suelen ser menos críticas y juiciosas con sus parejas pero necesitan mantener su atención cuando lidian con un rival odiado, explican los científicos. "Es más probable que en el contexto del odio, quien lo siente quiera ejercitar el juicio a la hora de calcular los movimientos para (causar) daño", señala Zeki.

Suele decirse que del amor al odio hay un solo paso, pero el refranero es una cosa y la evidencia otra muy distina. Los científicos, sin embargo, parecen confirmar el dicho popular, y además creen haber averiguado la causa. Lo han logrado a través de controles cerebrales en personas, que demostraron que las imágenes de los individuos que odiaban revelaban un patrón de actividad cerebral que se producía en parte en áreas también activadas por el amor romántico. , dijeron el miércoles Semir Zeki y John Paul Romaya, del University College de Londres.