Calatrava demanda 11 millones a los promotores de su torre en Chicago

No sólo las monarquías de rancio abolengo tienen ‘annus horribilis’. También los ingenieros/arquitectos de fama internacional, y el que en este 2008 se lleva la palma es sin duda el valenciano Santiago Calatrava. Tras el frenazo de la autoridad portuaria de Nueva York a su proyecto de estación para la Zona Cero y la polémica veneciana por su puente sin acceso para personas con discapacidad física, llega el inevitable frenazo de la crisis. La Chicago Spire, destinada a convertirse en el nuevo hito del skyline de la ‘Ciudad del Viento’, está paralizada y no se sabe ni cuándo continuará ni siquiera si algún día lo hará.

 

Lo cierto es que la Chicago Spire ya tiene más del 30% de las viviendas vendidas, entre ellas su ático (por cuya propiedad el empresario de juguetes Ty Warner ha pagado una cifra estimada en 40 millones de dólares) pero los trabajos de cimentación de la zona han tenido que ralentizarse debido a los problemas de liquidez derivados de la situación actual de los mercados inmobiliarios.

Por si todo esto fuera poco, el autor de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia presentó en octubre una solicitud de embargo contra Shelbourne Development Group, empresa promotora del proyecto tras la que se encuentra el empresario irlandés Garrett Kelleher. Calatrava alega que Shelbourne le debe más de 11 millones de dólares, aunque la compañía lo niega y asegura que lucharán en los tribunales de arbitraje para defender su posición. La pelea legal es a su juicio un simple asunto de disputa contractual y no afecta a la solvencia financiera del edificio.

La demanda de Calatrava es sólo un capítulo más de la historia de este rascacielos que parece estar gafado desde el comienzo. El proyecto fue anunciado en 2005 por la empresa inmobiliaria Fordham Company, aunque con ciertas diferencias con respecto al diseño final, como sus 115 plantas frente a las 150 del último boceto y la antena que debía rematarlo. Su ubicación, en la desembocadura del río Chicago en el lago Michigan, le aseguraba todos los boletos para convertirse en el nuevo símbolo del ya de por sí emblemático skyline de la ciudad.

La oposición no llegó de los vecinos (aunque había quien rechazaba la construcción), sino del magnate Donald Trump, que creía ver en el edificio de Calatrava un blanco perfecto para los terroristas. Esa fue su justificación, aunque resulta cuando menos sospechoso que él mismo sea casualmente el promotor de la Trump International Hotel And Tower, que se construye en la actualidad cerca de la Chicago Spire. De todos modos, la inversión de los primeros propietarios no fue suficiente y meses después Kelleher se hizo con la propiedad. Cambió el uso del inmueble, borrando del mapa el proyecto de hotel y convirtiendo todas las plantas en viviendas.

Por ahora la Chicago Spire sigue siendo un proyecto, y lo único que indica que algún día podría convertirse en realidad es el inmenso agujero de veinte metros de profundidad y más de treinta de diámetro excavado por los obreros hace semanas para preparar la cimentación. Kim Metcalfe, portavoz de Shelbourne, ha declarado a la revista Business Week que están “esperando a que los bancos vuelvan a actuar como bancos otra vez [para poder continuar con la construcción]”. Seguro que Calatrava piensa lo mismo... para poder cobrar.