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La vuelta al mundo en 105 recetas
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GASTRONOMÍA

La vuelta al mundo en 105 recetas

Llevamos tantos milenios encontrándonos como enfrentándonos. Parece que nos apasiona encontrar y exaltar nuestras diferencias, cuando los puntos que nos unen son más y más fuertes.

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La vuelta al mundo en 105 recetas

Llevamos tantos milenios encontrándonos como enfrentándonos. Parece que nos apasiona encontrar y exaltar nuestras diferencias, cuando los puntos que nos unen son más y más fuertes. Si compartimos los genes responsables de graves enfermedades con animales tan aparentemente alejados de nosotros como la mosca de la fruta, ¿qué no tendremos en común con nuestros vecinos más o menos cercanos, a los que en tantas ocasiones miramos con recelo? Sólo hace falta que busquemos lo que nos une en vez de lo que nos separa.

El secreto no está en la masa, o al menos no sólo en ella, sino en la cocina en general. Las diferentes gastronomías locales son, como afirma la periodista gastronómica Graciela Bardaj, “parte de la cultura”, y acercarlas a todos los públicos “es una manera de fomentar vínculos de amistad entre los hombres a través de un mejor y más vivo conocimiento mutuo”. Por eso se ha puesto manos a la obra y acaba de publicar Las 105 recetas más famosas del mundo (Alba Editorial), un libro en el que repasa platos de las gastronomías de todo el globo con recetas detalladas.

 

Israelíes y palestinos, enfrentados históricamente en una y mil batallas, bien podrían fijarse en su gastronomía y comprobar cómo sus culturas han recorrido un camino común que termina en el mismo lugar de la casa: la cocina. La influencia del falafel, por ejemplo, va desde Islamabad a Tel Aviv sin apenas alteraciones en su elaboración e ingredientes.

La globalización no empezó en la economía, sino en la cocina. Los españoles con la patata americana, los italianos con la pasta china, los británicos con el té indio... e incluso cada país deja su huella particular. Así, por ejemplo, el chop suey no es un invento chino, como muchos podrían pensar, sino estadounidense: los cocineros orientales con locales en EE.UU. decidieron hacer una ‘mezcla de restos’ (eso y no otra cosa significa la palabreja) que como dice Bardaj sólo tiene de chino “el corte en trocitos pequeños de todos sus ingredientes y el empleo de salsa de soja y jengibre como condimentos”.

De esta receta fruto del eclecticismo estadounidense al tradicional goulash húngaro, el pollo tandoori indio o las muchas variedades para cocinar la lubina que hay en los países de la cuenca mediterránea: las posibilidades de dar la vuelta al mundo una y mil veces sin salir de la cocina está al alcance de la mano de cualquiera: sólo se necesitan las ganas de descubrir nuevas experiencias. 

Llevamos tantos milenios encontrándonos como enfrentándonos. Parece que nos apasiona encontrar y exaltar nuestras diferencias, cuando los puntos que nos unen son más y más fuertes. Si compartimos los genes responsables de graves enfermedades con animales tan aparentemente alejados de nosotros como la mosca de la fruta, ¿qué no tendremos en común con nuestros vecinos más o menos cercanos, a los que en tantas ocasiones miramos con recelo? Sólo hace falta que busquemos lo que nos une en vez de lo que nos separa.