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Londres resucita la Guerra Fría
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Londres resucita la Guerra Fría

Atención, todo el mundo: las alarmas antiaéreas ya han empezado a atronar, el fin del mundo puede estar cerca. ¿Acaso parecemos alarmistas? No hay que tener

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Londres resucita la Guerra Fría

Atención, todo el mundo: las alarmas antiaéreas ya han empezado a atronar, el fin del mundo puede estar cerca. ¿Acaso parecemos alarmistas? No hay que tener dudas al respecto, la respuesta es que sí lo estamos siendo, pero con este mismo miedo vivió la humanidad durante cuarenta años, pensando que cualquier día la destrucción total podría caer sobre la faz del planeta, como una espada de Damocles, en forma de guerra nuclear.

 

Que Francis Fukuyama anunció el fin de la historia demasiado rápido es algo que cualquiera pudo confirmar después de los ataques terroristas en Nueva York del 11 de septiembre de 2001. Además, todos sabemos que la historia, con más o menos coincidencias, se puede volver a repetir. Pero de lo que no estábamos seguros es de que la re-guerra fría tenía un origen, y este no es otro que Londres.   

 

¿Piensa Gordon Brown apuntar con sus cabezas nucleares a la pérfida Rusia? ¿Acaso los trasuntos reales de Daniel Craig están luchando contra los agentes rojos infiltrados? Parece que, casos Litvinenko aparte, nada de nada por el momento. Pero el interés por la  época que con más intensidad marcó la cultura del siglo XX sigue presente y es en la capital británica donde con más fuerza se siente este resurgir.

 

Lo sentimos, pero ya resulta tarde para visitar The Nightwatchman, la inquietante exposición que el grupo British Atomic Nuclear Group instaló durante noviembre en un local de aspecto abandonado en pleno centro de la capital británica; una muestra en la que los artistas Simon Hollington y Kypros Kyprianou recrearon el más terrible interior de una planta nuclear en pleno centro de Londres.

 

Aun así el Victoria & Albert Museum, siempre atento a los fenómenos emergentes, dedica el primer fin de semana de diciembre a profundizar en los aspectos más pop de la retórica de las dos grandes potencias del XX, una dialéctica en la que la fisión atómica desempeñó un papel central de represalia inapelable.

 

La lucha entre cosmonautas y astronautas para llegar a la órbita terrestre o la Luna antes que nadie, el progreso de la energía nuclear y sus diversas aplicaciones, el papel de los espías que cruzaban de izquierda a derecha y de arriba abajo el Checkpoint Charlie y el telón de acero... estos y otos temas sirven como base a talleres, instalaciones artísticas o conferencias de ex-visitantes del espacio con los que los interesados podrán hacer sus propios filmes propagandísticos, como si fueran aprendices de Walt Disney, o conocer el pasado, presente y futuro de ciudades que, como Berlín, quedaron marcadas –estigmatizadas– para siempre tras la experiencia de la división.

 

El pabellón checo de la Expo’58 de Bruselas (la misma que regaló al mundo el Atomium) o la retórica sobre la alineación presente en el clásico de Don Siegel La invasión de los ladrones de cuerpos (Invasión of the Body Snatchers) forman también parte de un fin de semana perfecto para aprovechar el tiempo de ocio reflexionando sobre nuestra actitud y la capacidad que tenemos para cambiarla. Y todo por el módico precio de un billete de avión a cualquiera de los cuatro aeropuertos londinenses, porque la entrada a la mayoría de las actividades es gratuita.

 

Atención, todo el mundo: las alarmas antiaéreas ya han empezado a atronar, el fin del mundo puede estar cerca. ¿Acaso parecemos alarmistas? No hay que tener dudas al respecto, la respuesta es que sí lo estamos siendo, pero con este mismo miedo vivió la humanidad durante cuarenta años, pensando que cualquier día la destrucción total podría caer sobre la faz del planeta, como una espada de Damocles, en forma de guerra nuclear.