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El rey de los océanos busca comprador
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El rey de los océanos busca comprador

La creatividad parece correr en dirección contraria al ritmo de la economía. Mientras en eventos como la Millionaire Fair celebrada en Moscú el último fin de

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El rey de los océanos busca comprador

La creatividad parece correr en dirección contraria al ritmo de la economía. Mientras en eventos como la Millionaire Fair celebrada en Moscú el último fin de semana de noviembre los fabricantes de yates colgaban junto a sus naves el cartel de dos por uno, como en los supermercados, para intentar sin éxito mantener a flote sus ventas, el diseño de naves con formas rabiosamente nuevas no para de deparar bellas sorpresas. La última se llama Oculus, un yate cuyas líneas naturales recuerdan directamente a cualquier gran habitante de los océanos. Ahora sólo le falte alguien que lo compre.

 

Oculus es la niña bonita de Schöpfler Yatchs, una empresa fundada este mismo año en Estados Unidos por Kevin Schöpfler, autor también de la nave. Su primera apuesta es un canto a la simetría y la naturaleza.

 

Su forma exterior recuerda a las mandíbulas y el ojo de algún gran animal oceánico (una ballena, quizas), que en los renders promocionales generados por ordenador parece incluso estar a punto de engullir a su propio Jonás. Pero la primera impresión se ve refrendada por unas características realmente sorprendentes.

 

Setenta y seis metros de eslora a ocupar por 12 invitados “en un extraordinario confort y estilo”, como asegura Schopfler: con más de seis metros de eslora por cabeza, aquí hay espacio de sobra para colocar la toalla o la caña de pescar sin molestar a nadie. En el interior los espacios son amplios: los techos del salón, por ejemplo, superan los tres metros; el comedor tiene dos alturas y la suite-dormitorio cuenta con varios espacios separados. ¿Parece demasiado caro como para incluirlo en la carta a los Reyes Magos? Sin duda alguna, pero soñar es gratis.

La creatividad parece correr en dirección contraria al ritmo de la economía. Mientras en eventos como la Millionaire Fair celebrada en Moscú el último fin de semana de noviembre los fabricantes de yates colgaban junto a sus naves el cartel de dos por uno, como en los supermercados, para intentar sin éxito mantener a flote sus ventas, el diseño de naves con formas rabiosamente nuevas no para de deparar bellas sorpresas. La última se llama Oculus, un yate cuyas líneas naturales recuerdan directamente a cualquier gran habitante de los océanos. Ahora sólo le falte alguien que lo compre.

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