El encanto de dormir sobre un museo de arte parisino
Inaugurar el 2009 en una exclusiva habitación de hotel con vistas a la Torre Eiffel creada por dos diseñadores suizos y concebida como un único módulo
Inaugurar el 2009 en una exclusiva habitación de hotel con vistas a la Torre Eiffel creada por dos diseñadores suizos y concebida como un único módulo que yace sobre el tejado del museo de arte contemporáneo ‘Palacio de Tokio’ de París, es posible con un poco de suerte y dinero. Se trata del Hôtel Everland, un enclave privado en el espacio público del arte ideado por Sabina Lang y Daniel Baumann (L/B) para la Exposición Nacional Suiza de 2002, y que desde noviembre y hasta la próxima primavera estará instalado en el techo de uno de los centros de arte contemporáneo más interesantes de París.
Consiste en una suerte de juego entre el privilegio y la exclusión, según lo define el director del Instituto Suizo de Nueva York, Gianni Jetzer, que requiere que el inquilino disponga de entre 333 y 444 euros para pagar el precio por noche del capricho y la fortuna de conseguir una reserva en esta habitación única. A una hora diferente cada día, y en base a un principio aleatorio, en la página web del proyecto (www.everland.ch/fr) se ofrece la posibilidad de pernoctar en la extravagante estancia.
Con magníficas vistas a la Torre Eiffel, esta cápsula de 35 metros cuadrados y diez toneladas y media de peso equipada con una cama doble (aunque se pueden pedir otros dos lechos suplementarios), se convierte en un vistoso acento en el paisaje urbano de París, un chocante matiz de todos los verdes y blancos en el lujoso distrito XVI de la capital francesa. La habitación, que se oferta en internet con aproximadamente un mes de antelación, estará disponible a día de hoy a partir de finales del próximo mes de febrero y bajo la condición de que el cliente que se hospede en el módulo de diseño no vuelva a hacerlo jamás.
Los responsables indican también en su pagina web que está prohibido reservar la habitación del Hôtel Everland con el objetivo de revender el derecho de ocupación aunque, debido al "gran éxito del proyecto", la habitación se subastará una vez al mes. La iniciativa pretende reunir el arte con lo cotidiano y convertir al observador en parte activa de la creación, sumergiéndole en un ejercicio lúdico, íntimo y público a partes iguales, para generar una "troika" entre artista, obra y público, explica Jetzer, comisario del concepto Everland el la Expo suiza del 2002.
El insólito habitáculo, de líneas suaves e interiorismo de diseño, descansa sobre el que fue el ‘Palais des Musées d'Art Moderne’ durante la Exposición Universal celebrada en París en 1937, un majestuoso edificio caracterizado por sus esbeltas columnas de inspiración clásica. Sin embargo, fusionarse con el arte requiere también un sacrificio personal, pues los privilegiados que deshagan las sábanas de este extravagante espacio artístico deberán claudicar ante un cierto grado de voyeurismo, ya que el gran ventanal tras la que reposa una vista única de París no dispone ni de cortinas ni de persianas.
Aunque espiar en el interior de la habitación no es tan sencillo, debido a su aislada ubicación, los inquilinos sí que deberán aceptar la presencia de curiosos paseando alrededor del mini-hotel durante las horas de apertura del museo, además de contar con la posibilidad de que alguno no pueda resistirse a pegar su oreja a la puerta. A los que no consigan reserva en el Hôtel Everland ni puedan desplazarse a París para intimar con los muros del recinto, siempre les quedará la opción de dar un paseo virtual por la habitación desde el sitio web de la iniciativa.
Inaugurar el 2009 en una exclusiva habitación de hotel con vistas a la Torre Eiffel creada por dos diseñadores suizos y concebida como un único módulo que yace sobre el tejado del museo de arte contemporáneo ‘Palacio de Tokio’ de París, es posible con un poco de suerte y dinero. Se trata del Hôtel Everland, un enclave privado en el espacio público del arte ideado por Sabina Lang y Daniel Baumann (L/B) para la Exposición Nacional Suiza de 2002, y que desde noviembre y hasta la próxima primavera estará instalado en el techo de uno de los centros de arte contemporáneo más interesantes de París.
Consiste en una suerte de juego entre el privilegio y la exclusión, según lo define el director del Instituto Suizo de Nueva York, Gianni Jetzer, que requiere que el inquilino disponga de entre 333 y 444 euros para pagar el precio por noche del capricho y la fortuna de conseguir una reserva en esta habitación única. A una hora diferente cada día, y en base a un principio aleatorio, en la página web del proyecto (www.everland.ch/fr) se ofrece la posibilidad de pernoctar en la extravagante estancia.
Con magníficas vistas a la Torre Eiffel, esta cápsula de 35 metros cuadrados y diez toneladas y media de peso equipada con una cama doble (aunque se pueden pedir otros dos lechos suplementarios), se convierte en un vistoso acento en el paisaje urbano de París, un chocante matiz de todos los verdes y blancos en el lujoso distrito XVI de la capital francesa. La habitación, que se oferta en internet con aproximadamente un mes de antelación, estará disponible a día de hoy a partir de finales del próximo mes de febrero y bajo la condición de que el cliente que se hospede en el módulo de diseño no vuelva a hacerlo jamás.
Los responsables indican también en su pagina web que está prohibido reservar la habitación del Hôtel Everland con el objetivo de revender el derecho de ocupación aunque, debido al "gran éxito del proyecto", la habitación se subastará una vez al mes. La iniciativa pretende reunir el arte con lo cotidiano y convertir al observador en parte activa de la creación, sumergiéndole en un ejercicio lúdico, íntimo y público a partes iguales, para generar una "troika" entre artista, obra y público, explica Jetzer, comisario del concepto Everland el la Expo suiza del 2002.
El insólito habitáculo, de líneas suaves e interiorismo de diseño, descansa sobre el que fue el ‘Palais des Musées d'Art Moderne’ durante la Exposición Universal celebrada en París en 1937, un majestuoso edificio caracterizado por sus esbeltas columnas de inspiración clásica. Sin embargo, fusionarse con el arte requiere también un sacrificio personal, pues los privilegiados que deshagan las sábanas de este extravagante espacio artístico deberán claudicar ante un cierto grado de voyeurismo, ya que el gran ventanal tras la que reposa una vista única de París no dispone ni de cortinas ni de persianas.
Aunque espiar en el interior de la habitación no es tan sencillo, debido a su aislada ubicación, los inquilinos sí que deberán aceptar la presencia de curiosos paseando alrededor del mini-hotel durante las horas de apertura del museo, además de contar con la posibilidad de que alguno no pueda resistirse a pegar su oreja a la puerta. A los que no consigan reserva en el Hôtel Everland ni puedan desplazarse a París para intimar con los muros del recinto, siempre les quedará la opción de dar un paseo virtual por la habitación desde el sitio web de la iniciativa.