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Sofisticación y atrevimiento en Cibeles
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Sofisticación y atrevimiento en Cibeles

La sofisticación y elegancia de Juanjo Oliva se mezclaron hoy en Cibeles Madrid Fashion Week con el atrevimiento de la "mujer fatal" propuesta por Andrés Sardá,

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Sofisticación y atrevimiento en Cibeles

La sofisticación y elegancia de Juanjo Oliva se mezclaron hoy en Cibeles Madrid Fashion Week con el atrevimiento de la "mujer fatal" propuesta por Andrés Sardá, en una jornada matinal que concluyó con la austeridad de Duyos envuelta en aires moriscos (Ver albúm). El madrileño Juanjo Oliva presentó, en la penúltima jornada de la semana de la moda española, una colección para el próximo otoño-invierno muy elaborada, en la que propone vestidos de cóctel o de fiesta con ricas telas y originales diseños.

A pesar de lo temprano de la hora de su desfile, Oliva vistió de lujo a las modelos y, en un guiño al continente asiático, las hizo partir desde detrás de un gran biombo en el que se transparentaba su silueta, al estilo de las sombras chinescas, marcada por un tocado redondeado y un peinado que recuerda al de las geishas.

 

Ante un público entregado, en el que se encontraba la ministra de Administraciones Públicas, Elena Salgado, el diseñador mostró su colección casi exclusiva de vestidos, los cortos fundamentalmente en negro, muy marcados en la cintura y algunos de ellos con una original línea arquitectónica lograda a base de tablas cilíndricas superpuestas. Para la noche, Oliva propone vestidos vaporosos de gasa y seda con largas colas en colores brillantes como el rojo, fresa, azul galáctico o verde fuerte, con un polivalente adorno de grandes flores doradas que sirven tanto para ajustar el talle, como collar o en las mangas.

En poco más de una hora, la elegancia de Oliva se transformó en atrevimiento con la "mujer fatal" de Andrés Sardá sobre la pasarela de la Sala Neptuno, ambientada como si de un Olimpo griego se tratara, vestida con encajes leavers combinados con raso de seda, corsés y seductores ligueros para una noche especial. Sardá y su hija Nuria se decantan para la próxima temporada por los colores negro, rojo y verde en atrevidas prendas como tops de encaje entallados en seda y asimétricos, anudados a un hombro o abullonados con manga japonesa.

No obstante, el diseñador no abandona, fiel a su línea, los vestidos de muselina y encaje, detalles que combina magistralmente con lencería bordada sobre tul de alta costura, camisones flocados, bustiers y corsés que visten a una mujer nocturna, sensual y seductora. Los sujetadores aparecen adornados con detalles de perlas, terciopelo o cristal de swarovski, elementos que también inspiran sus tops y bodys, y que complementa con tocados animales para el pelo, con orejitas de swarovski, gorras de plato, de estilo marinero y grandes pamelas que aportan sofisticación a una noche de crucero.

Duyos lanza en su colección para el frío una mirada nostálgica a la época disco, apostando por una silueta andrógina aunque rotunda que refiere a los años cuarenta y acerca al mundo árabe con prendas moriscas en forma de pantalones bombachos, turbantes para el pelo y mucho brillo dorado. El madrileño utiliza las plumas de faisán para confeccionar estudiados vestidos, tops, faldas y como adorno de turbantes y bolsos, en una colección basada en el oro, la organza, las lentejuelas y las gafas-joya, culpables -junto con la oscuridad de la sala- de que dos modelos se saliesen de la pasarela en uno de los desfiles en los que más cómodas de calzado iban: mocasín dorado plano.

 

La sofisticación y elegancia de Juanjo Oliva se mezclaron hoy en Cibeles Madrid Fashion Week con el atrevimiento de la "mujer fatal" propuesta por Andrés Sardá, en una jornada matinal que concluyó con la austeridad de Duyos envuelta en aires moriscos (Ver albúm). El madrileño Juanjo Oliva presentó, en la penúltima jornada de la semana de la moda española, una colección para el próximo otoño-invierno muy elaborada, en la que propone vestidos de cóctel o de fiesta con ricas telas y originales diseños.

A pesar de lo temprano de la hora de su desfile, Oliva vistió de lujo a las modelos y, en un guiño al continente asiático, las hizo partir desde detrás de un gran biombo en el que se transparentaba su silueta, al estilo de las sombras chinescas, marcada por un tocado redondeado y un peinado que recuerda al de las geishas.

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