Es noticia
Menú
El oro negro de Tahití, perlas para coleccionistas
  1. Estilo
LUJO

El oro negro de Tahití, perlas para coleccionistas

En las paradisíacas aguas de la Polinesia francesa nace el oro negro de Tahití, una perla única en el mundo, codiciada por su belleza y rareza.

Foto: El oro negro de Tahití, perlas para coleccionistas
El oro negro de Tahití, perlas para coleccionistas

En las paradisíacas aguas de la Polinesia francesa nace el oro negro de Tahití, una perla única en el mundo, codiciada por su belleza y rareza. La ostra de labios negros, se ha convertido estos últimos años en uno de los mayores reclamos turísticos de la isla. Gracias a su variedad de colores, dorado, plateado, gris, azul, magenta, cobalto o verdoso, es una de las piezas más buscadas por los amantes de las joyas.

Cuenta la leyenda que Oro, dios de la paz y de la fertilidad, bajó a la Tierra en un arcoiris para regalarle a la princesa de la isla de Bora Bora este presente tan especial. Y es que, la belleza de estas perlas negras ha cautivado siempre al hombre.

Hace cincuenta años Jean-Marie Domard, Jefe del Departamento de Pesca tahitiano, puso en práctica el método de injertos en ostras que aprendió en la granja de perlas del japonés Mikimoto. La experiencia se trasladó a la isla de Bora Bora en 1962 y tres años más tarde se cosechaban más de mil perlas de alta calidad.

En la actualidad, la Polinesia francesa cuenta con  250 granjas dedicadas a la cría y recolección de perlas negras. Una de las últimas ofertas turísticas de la región permite a los visitantes bucear en busca del codiciado tesoro y hacerse con una perla auténtica.

Una perla muy especial

Resulta casi imposible encontrar dos perlas iguales ya que tanto el colorido como los brillos y características distintivas de la gema dependen de diferentes factores: la calidad de la ostra, su alimentación, la luz que recibe durante el período de cría, incluso la habilidad del propio recolector, un jardinero de agua salada. La diferencia de la perla de Tahití con el resto de perlas blancas es que la materia nacarina que recubrir el cuerpo extraño que entra en la concha es oscura. 

El valor de estas perlas tan especiales está determinado por diversos factores como son su calibre (8 à 20 mm), su forma (esférica, circular, anillada, en punta), su calidad (si tienen defectos o no en su superficie) y su color.

La perla de Tahití es el fruto de una combinación animal y mineral en la que sólo una de cada 15.000 perlas se genera de manera natural. Y es que, la mano del hombre interviene en este proceso para ayudar a la naturaleza a completar su ciclo y generar el valioso oro negro.

Cultivo artesanal

El proceso de formación de una perla resulta de la introducción de un grano de arena o de coral en la ostra. Como consecuencia de dicha intrusión, la ostra empieza a fabricar una materia nacarina para aislar el cuerpo que acaba de entrar.

La labor del cultivador de perlas es reproducir este proceso. En primer lugar, hay que introduce en el mar unos colectores para captar las ostras en su estado embrionario. En segundo lugar, se atan las larvas de las ostras a unas líneas de crianza. Una vez que se han crecido las ostras, se introduce en ellas un núcleo. Capa tras capa, el nácar va espesándose alrededor del núcleo, a razón de 1 milímetro por año y dieciocho meses más tarde, se puede recoger la primera cosecha de perlas.

Noticias relacionadas

Nueva York para todos los bolsillos

Un camping urbano en pleno centro de Berlín

Ribeira Sacra: tapas, monjes y buen vino

En las paradisíacas aguas de la Polinesia francesa nace el oro negro de Tahití, una perla única en el mundo, codiciada por su belleza y rareza. La ostra de labios negros, se ha convertido estos últimos años en uno de los mayores reclamos turísticos de la isla. Gracias a su variedad de colores, dorado, plateado, gris, azul, magenta, cobalto o verdoso, es una de las piezas más buscadas por los amantes de las joyas.