Es noticia
Menú
La fiebre de las románticas pedidas de mano
  1. Estilo
Estilo

La fiebre de las románticas pedidas de mano

Al igual que la Coca-Cola o Papá Noel, los americanos han importado a Europa una de las tradiciones más deseadas por toda joven casadera: el momento de

Foto: La fiebre de las románticas pedidas de mano
La fiebre de las románticas pedidas de mano

Al igual que la Coca-Cola o Papá Noel, los americanos han importado a Europa una de las tradiciones más deseadas por toda joven casadera: el momento de la pedida de mano. Sus comedias románticas han calado hondo en la conciencia colectiva logrando convertir esta costumbre en el paso imprescindible para llegar al altar.

La pedida de mano ha pasado de ser una opción a casi una obligación para algunos hombres que, temerosos de no estar a la altura de las expectativas de sus parejas, tiran la casa por la ventana organizando auténticas pedidas de película: una cena en el restaurante de la Torre Eiffel, un paseo en el London Eye, una vuelta en góndola por Venecia, etc.

Antes de que llegara esta tradición a España, las familias de las dos partes se reunían en casa de la novia para hacer un intercambio de regalos y formalizar de este modo la intención de los jóvenes de casarse. En la mayoría de los casos se regalaba a la chica una pulsera que, al tratarse de una pieza de joyería cara, pagaban los padres del novio. La costumbre de la sortija llegó a nuestro país a mediados de los años 1970 y con ella desaparecieron las reuniones familiares, dando paso a momentos románticos e íntimos entre los novios.

Pese a que han sido los americanos los que han masificado esta costumbre, la idea de regalar una alianza antes de la boda apareció en la Roma Antigua. Por aquel entonces, se ponía un anillo de hierro en el dedo anular derecho, porque se pensaba que una vena unía el dedo directamente al corazón.

Los famosos diamantes, tan apreciados por las féminas, surgieron algo más tarde. En el siglo XV la mujer empezó a utilizar esta piedra como joya de adorno personal. La primera afortunada en conseguir una alianza de diamantes fue Agnès Sorel, la favorita del rey Carlos VII de Francia. Y es que, el diamante, al tratarse de un material extremadamente resistente, se ha asociado desde entonces a la fuerza de un amor imperecedero. De hecho, la palabra “diamante” viene del griego antiguo “adamas”, que significa “invencible”.

¿Qué sortija de pedida elegir?

Según explica Germán López, director financiero de la joyería Germán Joyero, pese a que desde que Guillermo de Inglaterra le regalara a Kate Middleton una sortija de zafiro, algún novio se ha atrevido a comprar color (zafiros, rubíes, esmeraldas), lo que más se lleva son las sortijas de oro blanco y diamantes.  “Lo que más se vende es la alianza de diamantes, ya que resulta muy juvenil. Los solitarios están muy de moda, pero son más caros”, explica Germán.

Cuando los chicos deciden dar el paso y acudir a una joyería a por una sortija de pedida, suelen ir solos, para mantener el secreto. De hecho, intentan evitar la palabra pedida incluso con los vendedores. “No quieren que se sepa. Vienen por una cosa íntima. Nos imaginamos que es una sortija de compromiso porque describen sus características”, recuerda el joyero.

En algunos países como Inglaterra está estipulado que los novios deben gastarse dos salarios en esta compra tan especial. “Es una costumbre que desgraciadamente no existe en España. En función del tamaño del anillo se sabe el tamaño del salario”, explica entre risas Germán.

En cuanto a los españoles, los precios suelen oscilar entre los 590 y los 6.000 euros, una horquilla que permite encontrar la sortija de pedida más adecuada para cada bolsillo.

Al igual que la Coca-Cola o Papá Noel, los americanos han importado a Europa una de las tradiciones más deseadas por toda joven casadera: el momento de la pedida de mano. Sus comedias románticas han calado hondo en la conciencia colectiva logrando convertir esta costumbre en el paso imprescindible para llegar al altar.