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Madrid nos sigue matando treinta años después
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Madrid nos sigue matando treinta años después

Miércoles por la tarde. Un Madrid lluvioso y tristón de otoño acoge un nuevo espacio para volver la vista atrás, para tener una excusa con la

Miércoles por la tarde. Un Madrid lluvioso y tristón de otoño acoge un nuevo espacio para volver la vista atrás, para tener una excusa con la que recordar tiempos que, a los ojos de una época en crisis, parecen mejores. El espacio se llama Madrid me mata y se trata de un museo bar que recuerda el movimiento musical y social que se produjo en la capital de España hace algo más de treinta años, en aquel Madrid del alcalde Tierno Galván en el que todo un país se sacudió cuarenta años de represión.

Son muchos los invitados, desde Pedro Almodóvar pasando por Paco Clavel, pero pocos los que acuden a la cita. Faltan caras fundamentales de la época. Se podría decir que muchos se quedaron en un camino plagado de canciones, tecno pop, drogas y grandes dosis de subversión. La artista Ouka Leele, a la que Vanitatis pregunta por aquella época en la que se convirtió en una de las artistas ‘oficiales’ del movimiento, siempre tuvo una relación de amor odio con la ‘movida’: “Me gusta que me relacionen con la movida dependiendo de quién porque no se trataba solo de frivolidad. Éramos trabajadores incansables que nos lanzábamos a buscar cosas. Además era muy bonito e interesante; no podías estar estudiando una carrera porque nos mezclábamos mucho. Yo podía ir a casa de unos músicos a tocar la guitarra y otra persona podía venir a pintar o hacer fotos a mi casa”, asegura.

La ‘movida’ dejó tras de sí muchos rincones como el Rockola, un templo de aquellos tiempos que hoy en día no es más que un almacén abandonado en el que resuenan los ecos del pasado. Ouka Leele se lamenta: “Si la movida hubiese ocurrido en Francia o en Estados Unidos, Rockola sería un museo, un sitio mítico que todo el mundo iría a ver. Es como si hubiese habido algo de lo que nadie habla con la trascendencia que ocurrió”.

El espíritu del Rockola también está presente en este Madrid me mata, que recoge el nombre de uno de los fanzines más populares de la ‘movida’. Está el equipo de Alaska y los pegamoides, posters de Tequila o fotos promocionales de la ya mítica Ana Curra. Fotografías y espíritu de los 80 en pleno barrio de Malasaña

Eran todos muy jóvenes, desde los músicos como Bernardo Bonezzi o Carlos Berlanga a Javier Campillo, integrante de Tam Tam Go. Este último si acudió a la cita, al igual que Paco Clavel, que declaró a algunos medios que “daba miedo” ver a otras personas después de tanto tiempo. Muchos de ellos se acabaron reinventando. Ouka Leele tiene claro que la reinvención nació de aquella precocidad con la que vivieron todo: “Hay gente que era jovencísima. Alaska tenía 13 años por ejemplo. Cuando vives algo así tan joven lo que ocurre es que después tienes un camino hacia tu individualidad”.

Nacho Coyote, componente de Los Coyote, está dentro del proyecto de este Madrid me mata pero cree que con ese local “sobra ya el recuerdo porque no hay que hacer apología de una época que fue igual de buena e igual de mala que la de ahora o la de los 90”. Cuando se le pregunta por la idea de hacer más museos sobre la ‘movida’ asegura que en España “sobran museos” sin pelos en la lengua.

Quizá la nostalgia paralice y no sea del todo sana, pero eso no frenará a este Madrid me mata a la hora de recordar una época que dejó un eco en la historia del país. Y, como muchos de los asistentes a la inauguración dijeron, igual Madrid nos sigue matando de otra forma menos creativa que entonces. Y, probablemente, no estamos sobrados de creatividad.

Miércoles por la tarde. Un Madrid lluvioso y tristón de otoño acoge un nuevo espacio para volver la vista atrás, para tener una excusa con la que recordar tiempos que, a los ojos de una época en crisis, parecen mejores. El espacio se llama Madrid me mata y se trata de un museo bar que recuerda el movimiento musical y social que se produjo en la capital de España hace algo más de treinta años, en aquel Madrid del alcalde Tierno Galván en el que todo un país se sacudió cuarenta años de represión.