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24 horas en Avilés, la otra capital del norte
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TURISMO

24 horas en Avilés, la otra capital del norte

Si a Brad Pitt y Angeline Jolie les apasiona Avilés, seguro que a ti también. Una ciudad repleta de atractivos a la que le bastan 24 horas para seducirte

Foto: Foto: Nacho García Cossío
Foto: Nacho García Cossío

Seguro que entre tus próximas salidas una será este pueblo del Norte, perfecto para recorrer entre sus mansiones de indianos que pespuntean un casco urbano de época medieval, restaurantes donde sirven pantagruélicas comidas que no acaban nunca, una nave espacial varada en la ría donde coexisten el mejor arte, el talento de uno de los grandes arquitectos de la historia y la cocina rabiosa de un chef rompedor. Todo eso cabe en un viaje de 24 horas a Avilés.

POR LA MAÑANA: PASEANDO BAJO LOS SOPORTALES

Comienza tu paseo avilesino en el corazón de la ciudad, la Plaza de España, porticada y donde los habitantes de la ciudad llenan sus bares y cafés a cualquier hora del día. A la plaza se asoman varios de los edificios más representativos de la ciudad: el ayuntamiento, la Casa Campa, la Casa de García Pumarino y el Palacio de Ferrera, que es hoy un magnífico hotel de cinco estrellas en el que se han alojado a su vez estrellas de Hollywood como Brad Pitt, Angelina Jolie o Woody Allen. De esta plaza sale la calle Galiana, la más famosa de la ciudad, tanto que era la elegida por los indianos que retornaban millonarios a ella para levantar sus mansiones, a cual más imposible, más abigarrada, más 'americana', siendo la más destacada la Casa de Arias Noceda.

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Esta, además, es una de las calles porticadas más largas de España, con más de 250 metros de soportales, que mantiene el piso -de mortero- de hace siglos. La otra gran calle es la de la Ferrería, de época medieval, repleta de comercios y bares en los que dejar pasar el tiempo. Y el otro gran edificio de la ciudad es el Mercado, en la plaza del mismo nombre -la típica plaza norteña cuyos edificios están cubiertos por galerías-, una maravilla de hierro y madera de mediados del siglo XIX donde encontrar las mejores viandas que puedas imaginar: puro delirio, desde las hortalizas a los mariscos, pasando por la repostería o las carnes.

placeholder Foto: David Pérez

POR LA TARDE: DE PARQUES Y ARTE

Avilés es también una ciudad de parques -trece, nada menos-, y de todos ellos es el Parque de Ferrera el más impresionante y, por supuesto, su pulmón verde. Ubicado en todo el centro y de más de ocho hectáreas, el parque es el pulmón de la ciudad. Propiedad de los antiguos marqueses de Ferrera, fue adquirido hace ya unos años por el ayuntamiento de la ciudad e inaugurado en 1976 por el Rey Juan Carlos. Hay dos zonas claramente diferenciadas: el jardín inglés -praderas, paseos arbolados, un estanque- y el jardín francés, con pérgolas, fuentes...

Y no hay que ir a Avilés sin descubrir el fogonazo urbano que la ha situado en el radar de muchos: el fantástico Centro Niemeyer, un complejo de cinco edificios ubicados en una gran plaza que sirve de catalizador del mejor arte contemporáneo y que no solo es uno de los contenedores culturales más importantes del norte de España, sino la única obra del arquitecto brasileño en nuestro país.

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POR LA NOCHE: LOS PLACERES DE LA BUENA MESA

En Avilés se come mucho y bien. Dos apuestas seguras son el restaurante del Palacio de Ferrera, La Capilla, donde el chef José Ramón Otero se encarga de elaborar recetas de cocina tradicional asturiana con un toque creativo, como las láminas de buey sobre pimientos y patatas o la ensalada templada de bogavante; o, si se prefiere, de vuelta en el Centro Niemeyer, donde imparte magisterio gastronómico -pura vanguardia y productos de la tierra- el chef Koldo Miranda en su Koldo Miranda 360.

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Seguro que entre tus próximas salidas una será este pueblo del Norte, perfecto para recorrer entre sus mansiones de indianos que pespuntean un casco urbano de época medieval, restaurantes donde sirven pantagruélicas comidas que no acaban nunca, una nave espacial varada en la ría donde coexisten el mejor arte, el talento de uno de los grandes arquitectos de la historia y la cocina rabiosa de un chef rompedor. Todo eso cabe en un viaje de 24 horas a Avilés.

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