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Huelen a madera, tienen sofás y sirven cócteles: así son los nuevos cafés
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Huelen a madera, tienen sofás y sirven cócteles: así son los nuevos cafés

Los cafés de ahora no son como los de antes. No es que nos pongamos nostálgicos. Es que estos han pasado por el salón de belleza de la modernez.

Foto: Oíta Café, en Madrid
Oíta Café, en Madrid

Los cafés que hacen humear las barras yano son como los de antes. No es que nos pongamos nostálgicos y decidamos tirar de pasado para enumerar a viejas glorias como el Pombo oelGijón, que vive con las botas puestas,y evoquemos a Gómez de la Serna y a Galdós y queramos que vuelvan para quedarse o no se vayan los que aún quedan. Es que los cafés, que siempre tuvieron algo de buhardilla, de hueco de escalera, de torre de marfil y viejo escritorio, donde emborracharse de cafeína y subir la tensión por las nubes a conciencia, cuando no la inspiración y hasta el intelecto,están pasadosahora por el salón de belleza de la modernez, huelen a madera, han hecho un máster en filosofíaecofriendly(hay hasta bicicletas colgadas en la pared) y sirven delicias de nuevo cuño que muchas veces se hacen pasar por brunch, que es "la misa de doce" en la religión gastronómica, y animan la sobremesa, la merienda o el cóctel. Echemos un vistazo a lo que se cuece enlos cafés. Porque no solo es grano.

1. TE PUEDES ENCONTRAR (Y TOMAR) CUALQUIER COSA

No puedes ir con una idea en la cabeza porque tú mismo la verás caer por tierra. No diremos que te puedes encontrar cualquier cosa, perosí. En The Place (C/Noviciado, 16), por ejemplo, te desafían a probar el café solo, frente a frente, además recién llegado de Italia, pero al tiempo te están tentando con otros reclamos como la cerveza artesanal afrutada, la sakerinha con fresa natural y sake, los mojitos 100% flor de caña y otros pormenores gastro a los que no puedes decir no. Hasta te olvidarás de que ibas a tomar un café y nunca llegaste. Tienen chimenea de verdad (apúntatelo para el próximo invierno, que será como todos más frío), piano de verdad, tés de verdad (no de bolsitas)y los vinos sin mentiras, bueno, sin sulfitos.

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2. CON CARA DE MUCHOS AMIGOS Y MUY NÓRDICOS

No tienen cara de pocos amigos estos cafés sino de muchos. Véase la mesa comunal del Federal de Madrid (la sucursal del barcelonés), en el barrio de Malasaña, donde no dejan de cocerseglorias gastronómicasalternativas. Las musas pasaron por este y lo volvieron nórdico y algo marinero. Y, por supuesto, con productos frescos, que es otra de las cosas que distinguen a los nuevos cafés.¿Solo, cortado, con leche o una nube? Muchísimo más.Pregunta por su morning burger, el brunch y prueba cualquiera de sus elixires, aunque no sean los de la juventud. Luego, pon la guinda con un café. Lo último es decorarlo. Plaza de las Comendadoras, 9.

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3. PARA QUE TE SIENTAS (Y TE SIENTES) COMO EN CASA

Su inclinación al vintage es casi proverbial, como sus homilías para atraer a los parroquianos. A todos esos jóvenes sin edad que vibran ante el último apunte hipster en esta libreta todavía por mancillar,pero de comida sana. Lo que se busca en bares como elbarcelonésGranja Petitbo, que además se llama granja (cosas del catalán), fue una vaquería y está en plena efervescencia de la gran ciudad. Un café y un picoteo a cualquier hora, tan dulce como salado, abierto siempre, a la medida de los extravagarios de cada cual. Primero, te ganará su ambiente de sofás de cuero un tanto parisien y la luz colándose por los grandes ventanales. Después,su carta superbio (leche fresca, frutas, zumos o pasteles hechos en casa, todo con un plus, y también periódico para acompañar el café). Reciben a los perros con los brazos abiertos, tienen wifi y sirven sanos brunch domingueros (también en sábados). Passeig de Sant Joan, 82.

placeholder Granja Petitbo
Granja Petitbo

En el Oíta Café(C/Hortaleza, 30),todo está orquestado para que te sientas como en casa. Esta es la intención del mobiliario, procedente de El Anticuario de Belén, ylo demás: los tés e infusiones ecológicos, las mermeladas y mieles artesanas, ylas tartas de zanahoria, violetas o de hojaldre, que te puedes llevar gracias a su servicio take away. Los dulces salen del obrador del pastelero asturiano Julio Blanco en Madrid, o sea,dePomme Sucre.Y tres cuartos de lo mismo le pasa al también madrileño Café de la Luz (C/Puebla, 8). Tienes smoothies, cócteles, minibrunch,tartas, tostas, tamales cubanos y sandwiches de lomo de orza, ventresca o salmón. ¿Quién dijo solo café? Atiendetambién a la decoración. No echarás de menos el hogar, dulce hogar.

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4. A ESTOS BARES TAN BIO LES SOBRA ENCANTO

Son tan acogedores que parecen estar hechos para atraer a las masas con sus cantos de sirena y luego retenerlos, aunque su vocación es de minorías. Le pasa a este Café Cometa, de Barcelona, que ha salido de la misma chistera que su hermano el Cosmo, muy querido entre la población nómada de la calle Parlament, donde descansan muy vivos y en pazel Calders, el Tarannà y el Federal. De nuevo, vemos que el café no está solo, sino que le acompaña el zumo natural barroquizado (de pepino, manzana o jengibre, un ejemplo), su hermano el té, los muffins de chocolate y las muy palmoteadas tartas de zanahorias. Y que no hay prisas, porque todo está preparado y aún orquestado para que te dé aquí la hora del gin-tonic. Y con ese inequívoco olor a madera (de bosques sostenibles), y los cuadros por la pared y la decoración a todo color. Carrer del Parlament, 20.

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5. MÁS FLORES, POR FAVOR

Esta clientela entregada a lo vintage y a la causa ecológica y del productor local, agradece siempre las flores entre café y café, por donde se cuelan tostadas, tartas y las riquísimas creps. Las tiene el pequeño pero matón Olive Café, de la madrileña calle Conde Duque (número 24). El aroma a madera se fundecon el de la mantequilla como en la mejor crêperie de la Bretaña francesa. Porque estos cafés cogen lo mejor de aquí y de allá: se ponen nórdicos con el diseño, anglosajones con el brunch y muy franceses con el chic y cierto savoir faire. Olive será también como tu casa, ya verás. Queso, vino, tomate ecológico y sillas envejecidas. Parece viejo pero más nuevo no lo hay.

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Los cafés que hacen humear las barras yano son como los de antes. No es que nos pongamos nostálgicos y decidamos tirar de pasado para enumerar a viejas glorias como el Pombo oelGijón, que vive con las botas puestas,y evoquemos a Gómez de la Serna y a Galdós y queramos que vuelvan para quedarse o no se vayan los que aún quedan. Es que los cafés, que siempre tuvieron algo de buhardilla, de hueco de escalera, de torre de marfil y viejo escritorio, donde emborracharse de cafeína y subir la tensión por las nubes a conciencia, cuando no la inspiración y hasta el intelecto,están pasadosahora por el salón de belleza de la modernez, huelen a madera, han hecho un máster en filosofíaecofriendly(hay hasta bicicletas colgadas en la pared) y sirven delicias de nuevo cuño que muchas veces se hacen pasar por brunch, que es "la misa de doce" en la religión gastronómica, y animan la sobremesa, la merienda o el cóctel. Echemos un vistazo a lo que se cuece enlos cafés. Porque no solo es grano.

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