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Los cuatro tipos de amantes que necesitas tener en tu vida… a la vez
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Manual para coleccionar amantes

Los cuatro tipos de amantes que necesitas tener en tu vida… a la vez

“Para saber de amor, para aprenderle,/ haber estado solo es necesario. / Y es necesario en cuatrocientas noches / -con cuatrocientos cuerpos diferentes-

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“Para saber de amor, para aprenderle,/ haber estado solo es necesario. / Y es necesario en cuatrocientas noches / -con cuatrocientos cuerpos diferentes-/ haber hecho el amor”, decía Gil de Biedma en Pandémica y celeste. Aunque el poeta tenía toda la razón del mundo, ¿qué ocurre cuando en esos cuatrocientos cuerpos no buscamos un camino hacia el amor, sino todo lo contrario? ¿Acaso es imposible pensar que las mujeres queremos sexo por puro hedonismo, no como una llave carnal que abra las puertas a una relación?

Cuando huyes del amor con tanto ahínco como Leonardo DiCaprio de cualquier mujer que no haya desfilado para Victoria's Secret, la clave reside en tener muchos amantes al mismo tiempo. Un solo amante hará que inequívocamente uno de los dos termine por encariñarse excesivamente de su pseudopareja, pero no nos engañemos: en este artículo el otro nos da igual. Lo que queremos es proteger nuestro corazoncito, ese que tantas veces nos han pisoteado con mensajes sin responder o con flirteos ante nuestras narices. El secreto es tener muchos amantes que se compaginen (en la distancia, por supuesto) y cuya suma de personalidades y cualidades físicas compongan al hombre perfecto. ¿Para qué buscar al puzle diez cuando las piezas pueden ser tan divertidas por separado? He aquí la guía para no dejarte enredar por las piezas y conseguir que el rompecabezas del amor no te rompa ni la cabeza ni el corazón.

AMANTE 1: EL GUAPERAS

Dicen que lo importante está en el interior, pero a todos nos gusta subirnos en un coche bonito por muy malo que sea el motor. Cuando un adonis se fija en ti tu ego acaricia las nubes y el mundo se confabula para que ocurra un extraño fenómeno: por alguna razón, los hombres extremadamente guapos son extremadamente halagadores (al contrario, como veremos más adelante, de los menos agraciados).

Quizás sea porque una vida plagada de piropos termina por generar inseguridad y miedo a perder la belleza y sientan la necesidad de complacer al otro para recibir un piropo de vuelta -el ojo por ojo, diente por diente del mundo de los bellos-, pero qué demonios. Eso nos tiene que dar igual. Lo importante es que el guaperas te halaga y se acuesta contigo. Quizás no tenga la conversación más apasionante del mundo, pero para eso estamos coleccionando hombres: para completar lo que le falta a cada uno.

Clave para no enamorarte: si es de los que tiene faltas de ortografía, no es necesario seguir dando claves (no hay nada menos sexy). En el caso de que no sea así (es un mito eso de que los guapos son tontos), no le halagues en exceso y nunca le hagas ver que te sientes inferior físicamente. Los perros huelen el miedo y los hombres la inseguridad. Y nunca espíes sus redes sociales, porque terminarás por pasar horas ante el ordenador comparándote con sus 'amigas'.

AMANTE 2: EL FOLLAMENTES

No hay nada más peligroso que un hombre culto e inteligente. “Cuando una chica va a una fiesta, siempre aparecen esos tipos con la sonrisa de qué-guapo-soy-ninguna-se-me-puede-resistir. Una chica puede prescindir olímpicamente de estos chicos. Sin embargo, aquellos de gafas gruesas que se esconden tímidamente en las esquinas, estos resultan irresistibles para las chicas”, decía Marilyn Monroe, la explosiva rubia que terminó rendidamente enamorada de Arthur Miller.

Hay pocas cosas más fascinantes que un hombre capaz de explicarte cada cuadro del Museo del Prado y que escribe como los ángeles, pero cuidado: el genio atormentado es la peor pesadilla de cualquier mujer. Si se trata de un espécimen retorcido, lo será en un grado supremo gracias a su privilegiado cerebro, y sabrá qué poner exactamente en el WhatsApp para que olvides su última humillación gracias a alguna frase perfectamente construida. Y lo único más grande que el peligro que encierran tiene tres letras: su ‘ego’.

Clave para no enamorarte: no exaltes su inteligencia en su presencia y recuerda que la magia del sexo es que puede ser meramente físico. No dejes que se metan en tu cabeza o estás perdida. Si escribe o es un artista, huye de sus obras. Ellas son un imán para tus hormonas.

AMANTE 3: EL BUEN AMANTE POCO AGRADECIDO

Cuidado con los menos guapos, querida lectora. Intentan paliar su inseguridad haciéndote sentir a ti insegura, por lo que en muchas ocasiones terminan ligando delante de tus narices o hablándote de otras mujeres -en muchas ocasiones, menos atractivas que tú misma- para que veas que son hombres de mundo con múltiples opciones. Les dará igual que estés con modelos de Abercrombie, es más: este hecho no hará más que reafirmar la idea de que son grandes amantes.

Clave para no enamorarte: compaginarlo con un guapo. Heráclito tenía toda la razón con su armonía de los opuestos.

AMANTE 4: EL QUE TIENE BUEN CORAZÓN...

...Porque no todos lo tienen. Bombean sangre, pero no todos sienten. El buenazo te adora, te trata como a una reina y se acuerda de llamarte en cada evento importante incluso antes que tu madre. ¿Por qué no te has enamorado, pues, de semejante joya? Precisamente porque es bueno. Algo falla en la mente femenina y cuando nos dan todo el cariño que ansiamos, lo devolvemos automáticamente. Quizás es el síndrome 'Idealista.com', ese por el cual cuando te encuentras un piso de 120 metros cuadrados por 400 euros al mes, hueles un timo. Lo bueno de tener al buenazo en tus filas es que te da la ternura que alguno de los anteriores te niega. Algún lector me acusará de utilizar a los hombres, pero se trata del darwinismo de las emociones.

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Clave para no enamorarte: si tienes problemas emocionales, no lo harás. Estar rota por dentro te incapacita para caer en sus dulces brazos. Pero cuidado: en el momento en el que el buenazo te ignore, pasará automáticamente a una de las anteriores categorías en tu cabeza, por lo que caerás en sus redes.

MANUAL DE USO DE LA TRINIDAD DEL AMOR

Si no quieres que ninguno te enrede más de lo necesario, hay una serie de trucos básicos a seguir.

Abraza el JOMO. El Joy of Missing Out se aplica bien al mundo del corazón. No mires sus redes sociales, una herramienta hecha para romperte el corazón en 130 caracteres.

• El siguiente paso es borrar su número. Parece infantil, pero cuando no tienes posibilidad de contactar con él, te ahorras tentaciones. Aviso para navegantes: esta artimaña exige que borres sus WhatsApp cada día y el registro de llamadas. No hay trampas que valgan, señoritas.

• Si piensas demasiado en uno de ellos, llama a los demás. Lo de que un clavo quita otro clavo es una solución temporal y superficial, pero al igual que una tirita no cura las heridas, este apósito sentimental ayuda a no hacer que la rozadura crezca.

• Nunca le preguntes si hay otras. Intuyes que las hay, pero la ignorancia da la felicidad. Si juegas a ser comprensiva o su amiga femenina, corres el riesgo de que termine por insinuarte que quiere acostarse con tu mejor amiga, y no hay nada peor que eso.

• No caigas en la trampa de alimentar su ego. Los hombres son cada vez más inseguros y buscan los halagos que antaño ansiaban las mujeres. Asegúrate de que la única seguridad intacta sea la tuya y no alimentes egos con los que compartes cama.

PERO MUCHO CUIDADO SI...

El manual de uso no te ha servido porque los sentimientos son más fuertes que las normas. La única huida es dejar de ver al sujeto en cuestión. No creas que puedes dar la vuelta a la situación por mucho que las comedias románticas así nos lo hayan enseñado. Los amantes son amantes y, aunque su nombre dé lugar a equívoco, no han de dejar que el verbo amar entre en juego.

MENSAJE FINAL PARA TROLLS

Este texto es fruto del empirismo, pero huye de cualquier intención científica y ha sido escrito desde la ironía y el trabajo de campo. Ni se incita a traficar con los sentimientos ni se categoriza a los hombres en estancos inamovibles. Simplemente se incita a la lectora a intentar relativizar la importancia de cada fracaso sentimental, de cada WhatsApp no contestado o de cada desengaño amoroso, porque la única receta real para sobrevivir en el mundo de los amantes es verlo como un tablero sobre el que jugar con las piezas indicadas. Y no todas buscamos pasar de la casilla de salida (no es un eufemismo ni un sucio juego de palabras) a la casilla final en cuestión de semanas. Ah: y la casilla final no tiene que ser necesariamente una pareja, que no todas buscamos el amor eterno ni el amor, a secas.

“Para saber de amor, para aprenderle,/ haber estado solo es necesario. / Y es necesario en cuatrocientas noches / -con cuatrocientos cuerpos diferentes-/ haber hecho el amor”, decía Gil de Biedma en Pandémica y celeste. Aunque el poeta tenía toda la razón del mundo, ¿qué ocurre cuando en esos cuatrocientos cuerpos no buscamos un camino hacia el amor, sino todo lo contrario? ¿Acaso es imposible pensar que las mujeres queremos sexo por puro hedonismo, no como una llave carnal que abra las puertas a una relación?

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